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Tres mujeres en la vida de Nicolás Dueñas

El actor fue conocido por su papel en Aquí no hay quien viva, pero a lo largo de los años fraguó una carrera comprometida y alejada de los focos.

El actor fue conocido por su papel en Aquí no hay quien viva, pero a lo largo de los años fraguó una carrera comprometida y alejada de los focos.
Nicolás Dueñas junto a Emma Ozores | Archivo

De su biografía sentimental podemos asegurar que tres fueron las mujeres más importantes en la vida de Nicolás Dueñas, el gran actor que nos acaba de abandonar. La primera de ellas María Navarro, que fuera directora del TEC (Teatro Estable Castellano). Ambos, unidos por su pasión escénica, también unieron sus vidas y tuvieron dos hijas. Una, Lola, ha seguido las huellas de sus progenitores, magnífica actriz, de cuyos trabajos, se recordará por ejemplo el que hizo en Volver, la película de Pedro Almodóvar. El realizador manchego siempre la ha tenido como una de sus mejores "chicas". En cuanto a la otra hija de la pareja, sin relación alguna con el arte dramático, falleció no hace mucho a la edad de cincuenta años.

María Navarro y Nicolás Dueñas fueron un matrimonio sólido. Me consta lo mucho que María lo ayudó, en su condición de directora teatral, como ya hemos apuntado, e incluso apoyándolo cada vez que estrenaba alguna función interesante. Fue el caso de Hijos de un dios menor, una historia que en España se conoció primero a través del cine, en una producción norteamericana. Esta comedia dramática de Mark Medoff interesó a Pilar Miró, que no sólo dirigió películas e incontables obras para Televisión Española. Consiguió los derechos y en el madrileño teatro Marquina puso en pie Hijos de un dios menor. Encabezaban el reparto la actriz sordomuda Isabel Serra y Nicolás Dueñas, quien tuvo que aprender el lenguaje de los sordomudos, en un titánico esfuerzo: poco tiempo para poder estrenar la función en la fecha estipulada. Se dio la circunstancia durante las representaciones que Nicolás se quedó unos días "mudo", por efecto de sus cuerdas vocales, que sufrieron durante los ensayos. Así es que hubo de enfrentarse a ello, siguiendo los dictados médicos por un lado y por otro atendiendo todas las lecciones que le brindó una persona experta en la comunicación entre seres privados del habla y el oído, lo que Nicolás cumplió a rajatabla.

Antes de que se levantara el telón, recibí cierta mañana la llamada telefónica de María Navarro: no nos conocíamos personalmente y me pidió si podía entrevistar a Nicolás Dueñas, sin citarme que era su marido. La complací con mucho gusto, sin arrepentirme por supuesto: el argumento de la obra lo merecía, dado su interés humano, y luego el trato con Nicolás Dueñas, un formidable actor, que en la pequeña pantalla había demostrado su talento interpretativo en multitud de ocasiones. No era, no lo fue nunca, un hombre popular, un "famoso" que dicen ahora; pero sí, desde luego, un ser muy comprometido con su profesión, que elegía cuidadosamente sus trabajos. Sus compañeros lo sabían, y ahora a su muerte, han expresado lo mucho que admiraban a Nicolás.

El matrimonio Dueñas-Navarro se fue al garete. María dedicó en adelante su futuro en trabajos un tanto alejados de la farándula: colaboradora primero de El loco de la colina en la cadena Ser, pasó más tarde a ser la productora del programa de Encarna Sánchez en la cadena Cope. Fue la locutora almeriense quien tras unos años de mutua colaboración le solicitó que se encargara de llevar las relaciones públicas y la representación de Isabel Pantoja. Y a ello dedicó varios años intensos, que al final le pasaron factura: María Navarro enfermó, por un lado tras la muerte de una de sus dos hijas, y por otro, dolorida por el trato recibido por la cantante sevillana, a quien dedicó muchas horas de su existencia. Desengañada por cómo fue despedida, de alguna manera más o menos formal y legalmente, por Isabel.

Por su parte, Nicolás Dueñas continuó silenciosamente sus compromnisos teatrales y televisivos, siempre de gran calidad. El actor toledano vivió un romance silencioso, sin que lo supieran los reporteros de las revistas rosas, con la hija de Antonio Ozores, Emma, estupenda actriz, divertida, y también discreta en sus amores. Sólo cuando ambos, que se habían enamorado en los tiempos en los que coincidieron en Aqui no hay quien viva, se dijeron adiós sin reproches de ninguna clase, pudo saberse la pasión que los había reunido.

Después, Nicolás Dueñas se emparejó con otra actriz, Mar Fernández, que ha sido su última compañera.

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