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Crítica de 'Historia de las palabrotas', el documental de Netflix con Nicolas Cage de presentador

Netflix estrenó Historia de las palabrotas, serie de seis documentales presentados por Cage analizando el origen y uso de las palabras malsonantes.

Netflix estrenó Historia de las palabrotas, serie de seis documentales presentados por Cage analizando el origen y uso de las palabras malsonantes.
Nicolas Cage en Historia de las palabrotas. | Netflix

Fuck. Shit. Bitch. Dick. Pussy. Damn. Estos son los títulos de los seis episodios de Historia de las palabrotas, serie documental en clave cómica de Netflix en la que se repasa la historia y uso de seis de los grandes insultos en lengua inglesa, en este caso las seis anteriores.

La gran jugada mediática de la serie no es, sin embargo, el aluvión de tacos, que al fin y al cabo se abordan con voluntad analítica, sino la presencia de un trajeado Nicolas Cage como maestro de ceremonias. Cage, que hace tiempo asumió que su imagen pública y persona privada son la misma cosa, se dedica a asumir su papel de educador del insulto con su actitud habitual.

El actor que después de ganar un Oscar se lanzó a hacer las maravillosas Cara a cara, Con Air y La Roca grita "joder" a los cuatro vientos, desglosa la etimología de cada palabra y relata los orígenes de los tacos paladeando cada sílaba que pronuncia en calidad de narrador. Y sí, mal que le pese a detractores, el resultado es una parodia hilarante de sí mismo.

No resulta tan sorprendente que Netflix, una de las grandes compañías adalides de cierta nueva corrección política, se haya lanzado a analizar palabrotas como "coño" o "puta". Al fin y al cabo, en La historia de las palabrotas se aborda superficialmente cómo mucha de estas palabras, aparte de expresivas, pueden ser reclamadas por esos mismos colectivos contra las que inicialmente se lanzaban. Todo, al final, es un asunto de contexto, por muy desigual que pueda parecer.

Nada nuevo bajo el sol, pero la brevedad de cada entrega (apenas 20 minutos) y el tono ligero del guión ayudan. La tarea de Cage, imprimir una falsa solemnidad al invento al tiempo que resultar informativo, es exitosa. Lo que no funciona tan bien es el rígido esquema de cada episodio (mismos invitados, mismo escenario, misma puesta en escena) y la ausencia de recursos y soluciones originales o novedosos.

Todo transmite esa impresión de producto rápido, controladamente excéntrico y fácilmente olvidable, lo típico en este panorama de trepidante consumo de efímeros contenidos en streaming. Pese a poco memorable, La historia de las palabrotas es un agradable pasatiempo con una gran idea: haber convocado a un presentador, Nicolas Cage, que quiere fiesta y que está preparado para pasar a la historia de la cultura pop.

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