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Crítica: 'El Libro de Boba Fett' (Disney+) no alcanza el nivel de 'The Mandalorian'

El libro de Boba Fett alcanza su ecuador sin encantar, pero sin fracasar. Quizá no es culpa de la serie, sino de que nos sabemos la fórmula.

El libro de Boba Fett alcanza su ecuador sin encantar, pero sin fracasar. Quizá no es culpa de la serie, sino de que nos sabemos la fórmula.
El libro de Boba Fett. | Disney+

La fórmula está más clara que nunca en El libro de Boba Fett. La segunda gran serie en imagen real de Disney+ sobre el universo Star Wars tras The Mandalorian recicla personajes, expande el universo y pica la curiosidad del fan con cameos esporádicos dirigidos a, quién sabe, crear nuevas líneas de producto y spin-offs. La pregunta es: ¿están los demás espectadores ajenos a Star Wars ajenos a la fiesta?

Una fórmula exitosa que se puede criticar porque, como en otro fenómeno actual como Spiderman: No Way Home, genera sensaciones (y cierto que la película las genera) porque roba. Roba personajes, trata de apelar a la memoria sentimental y satisfacer ansias escribiendo sobre lo ya escrito. Pero que ajustando expectativas al gran proyecto puesto en marcha con habilidad y paciencia por Disney en todas sus marcas, ocasionalmente también se traduce en resultados: The Mandalorian (donde Boba Fett revivió, como anticipo a lo que aquí nos viene) fue un neowestern hábilmente confeccionado e incluso refrescante en su narrativa sencilla y pura, claramente superior y más satisfactorio que las erráticas películas pilotadas por J.J. Abrams.

La serie alterna dos líneas temporales, la que explica lo que sucedió con Boba Fett tras El retorno del Jedi, y una segunda sobre como más tarde éste asume el poder en la trama criminal de Tatooine tras la desaparición de Jabba el Hutt. La serie de momento no parece haber desplegado todas sus armas narrativas, si es que finalmente hay margen de maniobra para sus creadores al margen del la ya previsible maniobra de Disney de incorporar cameos cinematográficos en sus series para agolpar a los fans en redes sociales.

Boba Fett, personaje absolutamente secundario en la trilogía original de George Lucas, recuperado años más tarde para las precuelas (donde se trajo por primera vez el exótico rostro de Temuera Morrison, protagonista de la aquí presente, solo que como Jango Fett) no tardó en generar un culto importante por su carisma y misterio ya a comienzos de los 80.

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El libro de Boba Fett | Disney+

Y misterio es, precisamente, lo que El libro de Boba Fett roba un poco a sus personajes. Si Mando, el cazarrecompensas protagonista de The Mandalorian, gozaba de efectividad era por su escaso diálogo, que retrotraía a cowboys de frontera y mil westerns populares de cuando el género era un evento cultural y no un simulacro. Boba Fett, por el contrario, no es precisamente mudo, su rostro está a la vista de todos y sus acciones, teñidas siempre de un cierto componente de amenaza y ambigüedad, resultan igualmente previsibles. La intención es crear un personaje más complejo y de moral ambigua, al tiempo que heroico, que se complemente con Mando en la serie gemela, pero estas son cuestiones que curiosamente quedaban mejor reflejadas en la citada The Mandalorian.

Criticar El libro de Boba Fett por este factor es estúpido, en tanto crear un antihéroe de dudosa ética pero irremisible carisma puede conllevar más capítulos de los que Disney+ ha estrenado hasta el momento (tres, para ser exactos, de los seis en los que constará la primera temporada). Pero no por la envarada puesta en escena exigida por los nuevos sistemas de efectos especiales desarrollado por la nueva Lucasfilm LTD, que fuerza incluso a directores como Robert Rodríguez (que firma el episodio inicial) a sujetar su objetivo en el suelo y frenar su habitual dinamismo.

Quizá es un guiño a los antiguos seriales a los que George Lucas siempre quiso referirse con Star Wars, un toque "retro", "vintage" y guiño viejuno a los nostálgicos de otro tipo de entretenimiento… convenientemente fagocitados por el nuevo. El libro de Boba Fett es una correcta serie que, de momento, no resulta particularmente brillante, pero que agrada y entretiene pese a no dejar excesivo poso.

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