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Crítica: 'Julia', la serie de HBO Max con Sarah Lancashire como la cocinera Julia Child

Julia es la amabilidad hecha serie. Y solo por eso resulta refrescante.

Julia es la amabilidad hecha serie. Y solo por eso resulta refrescante.
Julia Lancashire como Julia Child | HBO Max

Julia, que podríamos definir como el biopic televisivo de la cocinera televisiva Julia Child, es una de esas series que no descubren la pólvora. Pero, convirtiendo en virtud su falta de pretensiones, presenta un retrato amable, pero lo bastante profundo, de una personalidad controvertida nunca suficientemente ponderada (así como de su matrimonio), convirtiendo su propuesta en una serie mucho más apetecible de lo esperado.

En Julia se habla de ser mujer (de 50) en la década de los 60, pero probablemente, el conflicto de Julia Child y sus entusiastas pero parcialmente frustrados intentos de sacar adelante un programa de cocina en la televisión pública, se maneja también en otras facetas más esquivas pero no menos vigentes. Detrás del particular camino heroico de Julia Child está el eterno desprecio de la alta por la baja cultura, el desdén de una manifestación cultural elitista que busca ante todo apartar al amplio público de la confección del gusto... y cómo un aparato, la televisión, dio al traste con cualquier vetusto intento de la pervivencia de esa suerte de antiguo régimen cultural.

Sería injusto, no obstante, no destacar la interpretación de Sarah Lancashire (Happy Valley) como la cocinera titular de la serie. La británica se hace con la función igual que Julia Child con su propio programa, rebosando el adocenado y moralista panorama cultural de su momento histórico con su receta de cocina, un coq au vin cuyas implicaciones sonoras en inglés mejor dejamos para otro día. Lancashire consigue distanciarse de la interpretación de la diva Meryl Streep en Julie & Julia, que fue la estimable rúbrica de la carrera de la desaparecida Nora Ephron, y no nos pregunten por qué o cómo lo logra: quizá porque la verdadera Julia Child era realmente así y porque se percibe verdadero cariño tras su interpretación.

No extraña que el piloto detrás de la serie sea Daniel Goldfarb, productor de La maravillosa sra. Maisel. Sin su excelencia técnica y ciertamente menos aguda, pero con similar espíritu, Julia retrata igualmente a una pionera en un área minusvalorada pero particularmente influyente. La serie no esquiva los tópicos del biopic, pero los abraza de tal modo que el espectador no siente el relato como un precocinado deshumanizado gracias, sobre todo, a la presencia de David Hyde Pierce como el marido de Julia Child. De la madura química entre ambos y la luminosa fotografía de una serie sin una sola sombra emanan casi todas las virtudes de un entretenimiento acertado.

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