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Crítica: 'Alma', la serie de terror español de Netflix que recuerda a 'El Orfanato'

Alma es una propuesta de terror y drama adolescente español con una noción propia de lo sobrenatural.

Alma es una propuesta de terror y drama adolescente español con una noción propia de lo sobrenatural.
Mireia Oriol en Alma | Netflix

Asociado a la marca de Juan Antonio Bayona o incluso Guillemo del Toro gracias a los libretos de El Orfanato y Lo Imposible (también en su debut en la dirección de largos con El secreto de Marrowbone), Sergio G. Sánchez entrega en su primera serie para Netflix un producto particular. A su concepción del cine de terror anclado en el psicodrama de todos aquellos títulos, Alma añade una dosis de pertinaz romance e identidad adolescente, perfecto para que ese target de público se ancle a la pantalla, pero lo hace con un carácter propio y una querencia por el sentimiento que lo distancia de otras series de superficial consumo rápido.

El comienzo, en el que una clase de instituto tiene un mortal accidente de autobús, es un claro guiño a las sangrías iniciales de la saga Destino Final (con un plano destinado a perdurar en la cabeza… en la del espectador, no en la de cierto personaje). Pero no representa del todo lo que Alma va a contar después: un relato de pérdida traumática, mortalidad y duelo, el de la muchacha que da título a la serie (Mireia Oriol), que pierde la memoria en la tragedia, que va a intentar encajar las piezas de lo que ocurrió antes… incluyendo ciertas presencias extrañas que podríamos denominar fantasmas.

Alma, apresurada como puede resultar armando su propia mitología fantástica, destaca sin embargo por una noción de lo sobrenatural bastante articulada. Aquí y allá aparecen subtramas destinadas a alargar el relato y, quizá, construir una segunda temporada (formato Netflix obliga) pero el centro emocional y sentimental de los nueve capítulos que la componen resulta claro y diáfano. Su estupendo capítulo siete, donde gran parte de los enigmas se desvelan, viste de nociones poéticas y folclóricas el relato y casi sirve de conclusión satisfactoria al enigma.

En general, el estilo abiertamente romántico y melodramático -en algún momento excesivamente melodramático- de abordar el terror resulta adecuado y el resultado es una historia de dolor, pérdida e identidad perfectamente conjugada con los giros argumentales radicales que pide una serie de streaming. Sánchez utiliza el paisaje asturiano de manera excelente, explotando una melancolía y un misterio que la elegante partitura de Fernando Velázquez (¿con alguna referencia a Goldsmith?) refuerza de manera discreta, sin subrayados.

Codirigida por Kike Maíllo, otra fuerza motriz de cierto thriller comercial español, Alma resulta un producto más elegante que marrullero, capaz de compaginar las piezas de un puzzle argumental, encajar versiones y puntos de vista narrativos, con una idea del terror sobrenatural anclada en el dolor y la pérdida más que en lo estridente (que tampoco estaría mal). Imperfecta como puede ser, se trata de una agradable y elegante sorpresa que trata de juntar lo popular y el folclore sin excederse en la copia de referentes cercanos.

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