Con Eliseo no se jode, dicen en la serie El Encargado. Y con Milei, tampoco. El servicial portero de inquilinos ricos, a los que no obstante manipula vilmente, ha demostrado ser un narcisista manipulador de primer orden que se sirve de los demás sin ningún tipo de sentimiento. Otra cosa que la interpretación de Guillermo Francella y la enorme inteligencia del sujeto nos lleven a sentir cierto ¿aprecio? ¿admiración? por el individuo.
Resulta que El Encargado, que acaba de terminar su tercera temporada en Disney+ en territorio español, lleva acumuladas un buen número de polémicas en su país de origen que cuestiona y alaba a partes iguales la dureza de las medidas de la motosierra de Milei. Y es que, efectivamente, en esta tercera temporada Eliseo se metió a empresario para subcontratar porteros y arrebatar el monopolio del sindicato.
Todo ello en un país que apuesta por el mejor lo malo conocido, pero profundamente dividido desde la llegada del nuevo presidente. Soluciones Basurto, la empresa que crea el encargado en la tercera temporada, puede que elimine subvenciones y derechos estatales, pero sus empleados parecen contentos: no dudan en defender a muerte a su nuevo capitán durante el juicio sumario que se celebra en el último capítulo, que le enfrenta al mismísimo Sindicato de Encargados. Una organización de prácticas mafiosas que jamás en su existencia se ha visto en semejante situación de competencia.
Lo que es innegable es que Eliseo es un elemento revolucionario que rompe el sistema inmovilista, la dictadura no encubierta que existía hasta ese momento. Que los creadores de El Encargado hayan realizado una ambigua metáfora económica de la situación en el país es otra cuestión, pero parece una cuestión igualmente ineludible: revueltas, rupturas amistosas, amenazas del sindicato y hasta un conato de violencia callejera protagonizan el desenlace, en el que Eliseo adquiere dimensión pública. Que el propio encargado, comparado con el libertario Milei, sea en cierto modo aficionado él mismo a las "mordidas", es algo que parece haber pasado por alto la izquierda que tanto ha criticado la serie.
Los responsables de El Encargado, Gaston Duprat y Mariano Cohn, en cierto modo los provocan: la tercera temporada acaba en el punto de que el nuevo "presidente", del que no se pronuncia el nombre, llama al personaje de Guillermo Francella a su despacho en la Casa Rosada para conocerle. Es el momento en el que el guion rubrica de momento su final, con el encargado -como es habitual- rompiendo la cuarta pared y dedicando una mirada primero amistosa y luego amenazante al público que ha asistido a su nuevo triunfo. ¿Nos espera un Eliseo político en la cuarta temporada de El Encargado? ¿Tendrá Milei, o algún trasunto del presidente, algún papel en la ficción? Francella, en todo caso, tiene cogida la medida del personaje.
Que un producto cultural argentino cite el ambiente social y las medidas del presidente, aun sin nombrarlo, pero sin criticarlo abiertamente ha arrojado sal en algunas heridas. Las acusaciones pro-Milei en el ámbito cultural a El Encargado se enfatizaron teniendo en cuenta las palabras de Francella sobre el nuevo presidente. El pasado mes de marzo, el actor dijo en Radio Mitre no "perder las esperanzas" respecto a los severos recortes, esperando que pronto naveguen "a favor del pueblo". "Lo que sí sé es que eran más que necesarias, y sabíamos que iba a haber cirugía mayor. Lo dijeron ellos en la campaña y lo cumplió taxativamente".
Unas palabras que le costaron a Francella severas críticas desde el ámbito cultural argentino, criticando -como Esteban Lamothe -su "falta de sensibilidad".. "Hay ‘Francellas’ que ganan mucha plata y que tienen muchas oportunidades y que les va muy bien, y hay otros que no les dan ni siquiera una camisa", dijo Nancy Dupla. Erica Rivas, actriz, aseguró más prudente que Francella "es consecuente con las cosas que elige hacer y con la comunicación que decide tener con las personas".
Parecer claro que El Encargado, la serie latina de más éxito internacional de Disney+, ha escocido en el panorama cultural argentino, dominado como en el caso español por la izquierda, y ahora mismo en cólera por los severos recortes del presidente Milei.
En una serie dedicada en cuerpo y alma a retratar la hipocresía de las clases altas y bajas argentinas, en mostrar el ansia de poder y la economía en negro como un gran poder sumergido, era de esperar que El Encargado levantase ampollas. Lo hizo en el gremio de los propios encargados, que ya en la primera temporada formularon sonoras quejas por el descrédito al que, según ellos, les sometía el manipulador personaje de ficción encarnado por Francella.
"Habla un poco de la mediocridad intelectual, de la falta de criterio absoluta para razonar una propuesta de ficción", se defendió el actor y productor por aquel entonces en una nota de prensa.
Otros momentos de la serie se han arremangado en cuestiones políticas, por mucho que a los espectadores extranjeros nos costase reconocerlo. Ya en la primera temporada Eliseo se dirige a Magui, empleada doméstica, para preguntarle si le pagan "en blanco". Empleadores que tienen el nombre de Victoria y Pablo, una referencia directa a un escándalo en la actualidad argentina que aludía directamente a la presidenta del INADI Victoria Donda (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) del gobierno de Alberto Fernánez, así como su ex Pablo Marchetti, y una larga batalla judicial por las mismas razones (contratación irregular de una empleada) que mantuvo en vilo al país.
La mejor mojada de la oreja de la historia. La serie Encargado le manda un mensaje a la titular del INADI! Subí el volumen y viraliza hasta el infinito. Video: @atlanticsurff pic.twitter.com/JxgYHjFNlt
— INDIGNADO (@indignadoxd) October 30, 2022
Otro paralelismo absolutamente evidente con el panorama político hace referencia a las dos mellizas bailarinas de la tercera temporada. Eliseo trata de enseñar baile a dos hermanas descoordinadas pero que, con la misma vestimenta y peinado, ofrecen una imagen de lo más pintoresca.
Un guiño nada sutil a la vicepresidenta argentina Victoria Villarruel y su hermana menor, Virginia de las Nieves, personajes lógicamente muy presentes en la actualidad argentina y con quienes los personajes comparten un evidente parecido físico.
La tesis defendía por espectadores y periodistas en redes sociales, donde corrió como la pólvora en pasadas semanas, es que encuentran evidente el guiño de estos dos amables personajes. Algo que no ha hecho más que enfadar todavía más a la izquierda, en tanto se trata de dos caracteres pintorescos e inofensivos que no generan ningún debate o problema más allá de un gag físico en el que Francella, incluso, se anima incluso a bailar con ellas (ver la escena post-créditos del último episodio).