Ante un "documental maldito", como lo presenta El País, nos toca hacer el exorcismo. Los dos primeros capítulos de Moncloa, cuatro estaciones son un tostón, tanto si lo que buscas es más munición para detestar al personaje como si eres un fan. Te mata, un cartón piedra todo él, el documental, digo. Vista la obra, creo que Sánchez ni se irá de La Moncloa ni le echarán los votantes, le desconectarán. No se interpreta ni como un líder familiar, ni cercano, ni de amigos, sino como un robot de Estado. Está por encima de todos y todo. Solo espero que no lo vea la oposición y se lo crea.
El envoltorio, la coartada de la serie
Si lo que buscas es ver la vajilla que se usa en Palacio, la cantidad de gente que aguanta todos los días a Sánchez, cómo se organiza una cumbre de la OTAN en el Museo del Prado y la cantidad de mandatarios que conocen al anciano Javier Solana, es tu documental.
Todo muy verde, mucho árbol, césped, hojas, mucha cámara lenta, trinos de pájaros, planos aéreos y música elegante-misteriosa, como de la Lotería de Navidad.
Begoña Gómez no ha salido apenas, en el primer capítulo en un desayuno con su marido al estilo The Crown y en la segunda entrega sujetando con la baja cintura a Joe Biden. Al Presidente norteamericano le hacen un Bienvenido Mr. Marshall que canta mucho porque minutos antes da la sensación de que se ven cada dos por tres:
-¿Vas a venir a comer, Pedro?
-(Sánchez sube las cejas, con incertidumbre) Pues no sé, tengo varias reuniones antes y luego... luego viene Biden.
Amanece en el Buckingham de la A-6. "Comentamos lo que vamos a hacer a lo largo del día", dice un Sánchez mañanero. Agendas en común, ya lo sabíamos. La conversación por lo demás es corta y rara. Una pareja que se moja las ganas en el café. Le pregunta Begoña: "¿Qué trae la prensa?" Mientras hace que lee otros periódicos. Le responde: "Mucho Finlandia y Suecia y su ingreso en la OTAN". Begoña suelta: "¡Madre mía!". ¿Madre mía, qué?. A continuación Sánchez, con una carpeta, conduce a dos perros a un pipican vallado. Turquita, también aburrida, se sienta, lo mismo han grabado la escena 15 veces.
No tarda en salir el diario El País, varias veces, y un chofer escucha a Angels Barceló. Lo mismo llevaba a Federico y la posproducción ha obrado. En el segundo episodio sale la periodista ya con el Presidente y Ana Pastor en directo para La Sexta.
Nos presentan a todos los sherpas, los llaman, del Presidente, "me conocen mejor que yo a mí mismo", dice. Son los asesores. El económico afirma: "Que sea Doctor en Economía tiene sus ventajas y sus desventajas". Teníamos a Milei en La Moncloa y no lo sabíamos.
Más envoltorio. Conocemos a los que le abren la puerta, ponen la mesa, quitan la mesa, tensan las banderas, las doblan, cuentan sillas, ponen papeles, recogen carpetas. Salen hasta unos jardineros arrancando un tronco seco. Un "Arriba y Abajo". Por cierto, el teléfono rojo del Presidente está en la cocina. Es un modelo Teide de los años 80 (a 24 euros en Todocolección), una monada. Le dedican varios planos. Gracias al documental también sabemos que en La Moncloa trabaja un cetrero. El águila mensajera debe de ser un poco anterior al teléfono Teide.
Y mientras tú te tragas el trajín, te va quedando claro que el hercúleo Sánchez sostiene a España.
Adriana Lastra la pifia
Hay un momento chungo de verdad, de jefe psicópata, cuando en una reunión en la que están Cerdán y Adriana Lastra pregunta si debe ir a un acto de Igualdad porque está enfado y dolido con Ione Belarra por lo de Ucrania. Lastra se lanza y dice pizpireta que ni de coña hay que ir. Pedro respira y da una lección de por qué sí irá. Lastra no sabe dónde meterse. En pocos meses le indicarán la salida. El documental se rodó entre febrero de 2022 y marzo 2023.
El Presidente da lecciones continuamente: de saber estar, de saber ganar en Bruselas, con aplauso en el avión de vuelta a España. Es un hombre de Estado de cabo a rabo. De tomo y… que se deja el lomo trabajando.
Frases que resuenan. Como esa de "cada día que estamos aquí vale un mundo". Ahí le tenemos. O cuando Miquel Iceta delante de una Yolanda Diaz más risueña y vacía que nunca le pone un pero a su compañero de partido: "No se le ve sufrir y la gente quiere apoyar al que sufre y luego gana. Algún ceño". Dice Yolanda, "No, tiene que estar bien puesto". Añade el aludido: "Sufrir, sufrimos, Miquel". En 2024 el presidente le hizo caso y se tomó unos días de sufrimientos personales.
El inquilino perfecto
En el documental Sánchez no es Sánchez, es el Presidente. Grave, incólume, regio, una figuraza, el verdadero acontecimiento histórico planetario. Y se pasea, se pasea y se vuelve a pasear. Un exceso de cálculo que aburre a las ovejas. Capítulos de casi una hora sin más emoción que la tensión por que "todo" salga bien en la ficción… y en la ficción.
Aparecen González, Aznar o Suárez en fotos con los trabajadores heredados por Sánchez, un inquilino más. Demasiado esfuerzo para contar que está a la altura. Sánchez, el presidente titán... lux, por la manita que lleva todo. Sus momentos a cámara diciendo cosas como: "Aquí damos siempre imagen de país", ni de Pantomima Full.
Pedro no es normal, nos ha quedado claro, gracias. En una conversación sobre la salud de un familiar, que tiene tos, parece que habla con el Banco de España. Solo relaja la mandíbula con la Jacinta, la Primera Ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.
El tercer capítulo promete, va de comunicación y de la "relación fluida con los periodistas". Solo espero que no lo vea la oposición y se lo crea.