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'Un hombre infiltrado' se ha convertido en una de las mejores comedias de Netflix

La primera temporada de la serie Un hombre infiltrado está íntegramente disponible en Netflix.

La primera temporada de la serie Un hombre infiltrado está íntegramente disponible en Netflix.
Un hombre infiltrado. | Netflix

Tras haber despuntado en esa notable etapa de las sitcom norteamericanas de oficina (Brooklyn 99, The Office, Parks and Recreation), Michael Schur firma en solitario con Un hombre infiltrado lo que está empezando a confirmarse como una marca de estilo: una comedia ligera, blanca y bienintencionada (a ser posible con Ted Danson) sobre los problemas que acarrea la condición humana.

Eso fue The Good Place y eso es Un hombre infiltrado, basada en el documental chileno nominado al Oscar El agente topo, y en la que un profesor viudo se infiltra en una residencia de ancianos para, contratado por una detective privada, resolver una cadena de robos en las instalaciones. El resultado es, aunque extrañe en su primer episodio, una de las más decentes comedias sentimentales entregadas por Netflix en tiempos recientes.

La nueva comedia de ocho capítulos "a la Schur" utiliza la premisa de una historia de espionaje para, al igual que el documental en el que se inspira, narrar las vicisitudes de envejecer de una manera optimista. Pero en su voluntad de resultar, ante todo, agradable a los ojos de cualquier espectador, Un hombre infiltrado jamás resulta condescendiente con su público. El resultado es una de esas escasas "comedias senior" que, como los residentes en el Pacific View de San Francisco, puede interesar a un sector un tanto abandonado por la sociedad.

Schur se las arregla para que el relato cierre perfectamente como proyección de los mayores miedos de Charles, un jubilado interpretado por Ted Danson en plena forma, sin que la potencial negrura del escenario altere el trasvase del ritmo de una "sitcom" convencional. También es un ejemplo para viajar de manera ideal a través del sistema de residencias estadounidense, sin que la blandura del retrato altere la noción de que algo ocurre con el cuidado de la tercera edad.

Ayuda el retrato entregado de los profesionales (incluyendo Stephanie Beatriz, extraída directamente por Schur de Brooklyn 99 en un papel antagónico) y la clara intención de convertir la historia de espías en un mapa de las relaciones entre los personajes, sin derivar en ningún momento hacia la parodia de género. Un hombre infiltrado comienza un tanto floja pero va subiendo el nivel a lo largo de sus ocho breves capítulos para, en su desenlace, haberse ganado por entero el corazón del espectador.

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