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'1992', la miniserie de Netflix y Álex de la Iglesia que critica el pelotazo de la Expo 92

1992 es un thriller de seis episodios disponible en Netflix y creado por Álex De la Iglesia.

1992 es un thriller de seis episodios disponible en Netflix y creado por Álex De la Iglesia.
1992 | Netflix

Revoltijo en apariencia anárquico de referencias cinéfilas y relato policial convencional, la miniserie de Netflix 1992 colecciona referencias pintorescas españolas y puro cine de género, americano y europeo, a través de la historia de un asesino vestido de Curro que convierte a los responsables de la Expo 92 en el objetivo de su masacre. Un procedimiento habitual en su creador, el director Álex de la Iglesia, que se tira de cabeza a la piscina de una suerte de "slasher" policial que lleva el giallo italiano al territorio de los últimos coletazos del gobierno socialista de Felipe Gonzalez.

1992, que tiene como protagonistas a una improbable pareja de investigadores interpretados por Marián Álvarez y Fernando Valdivieso, sufre por una serie de decisiones poco consistentes tanto en el apartado técnico como artístico. Un montaje apresurado, diálogos melodramáticos pero poco pulidos, algún elemento visual desigual… elementos que parecen ya consustanciales a la constante y vertiginosa producción de su director.

Afortunadamente, también conserva sus virtudes, como una naturalidad y desparpajo que desborda en lo material y lo ideológico los márgenes del cine comercial español, así como un talento innato a la hora de vestir el souvenir ibérico con modelos narrativos descartados en la cinematografía española pero sin perder un ápice de crítica.

De la Iglesia realiza una crónica negra desmitificadora de los años noventa españoles, mezclando en el relato elementos reales (el hundimiento de la Nao victoria, el incendio en uno de los pabellones…) para coserlo en una suerte de Seven de Pata Negra con crítica a la última etapa socialista y mucho cine de género, donde los exteriores de La Cartuja sirven de escenario de una suerte de Los crímenes del museo de cera pero con lanzallamas. Si la astracanada hubiera estado mejor dibujada, con hilarantes momentos como esa presión de Semana Santa que interrumpe un intercambio secreto, hubiera resultado en una serie brillante, pero ésta frena su impacto por un acabado final demasiado abrupto e irregular.

De la Iglesia mira donde nadie hasta ahora se había atrevido a mirar y realiza un cómic un poco underground, un poco pirotécnico, de la historia reciente del país y la cultura del pelotazo. El ritmo incesante de la producción y ese guion previsible pero que gana algo de consistencia una vez la acción se traslada a los devaluados escenarios de la Expo 92 en Sevilla, maquillan parte de sus defectos. Aunque nada nos quita de la impresión de que lo meramente correcto podría haber resultado en un pasatiempo impecable con una última capa de barniz.

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