Invisible adapta la novela juvenil de Eloy Moreno, verdadero trolebús de ventas en la categoría young-adult, en una miniserie de seis episodios en los que se aborda el bullying y diversos episodios de acoso escolar personalizando el fenómeno en la figura de Capi, un joven que acaba por una mera anécdota convirtiéndose en objetivo de un compañero de clase y su grupo.
El gran punto a favor de la serie adaptada por Paco Caballero es su utilización sin rubor de figuras narrativas y estéticas del cine de género. Capi, un chico aficionado a los cómics, el cine y la cultura pop, vive los episodios de acoso como una verdadera película de terror, y la serie aprovecha esta circunstancia para plasmar cómo interioriza las situaciones y el trastorno de estrés postraumático utilizando recursos hasta ahora reservado a situaciones mayores.
Este proceder, que podría haber creado un producto derivativo, anacrónico o ridículo, está manejado con talento técnico y artístico, y a pesar de alguna interpretación endeble transmite muy bien la angustia del protagonista para todo tipo de públicos. También apuntala los recursos del cine de género y la fantasía, ya sea superhéroes, aventura o terror, a la hora de plasmar las pequeñas tragedias de la vida diaria, aquellas que sin embargo definen toda una vida, convirtiéndose en una inesperada reivindicación de la realidad a través de lo imposible.
Invisible nunca trata de empequeñecer las emociones del protagonista, aunque en ocasiones pueda generar un exceso de ensimismamiento melodramático, de ingenuidad afectada. Es, en este caso, una manera de respetar y acompañar a sus protagonistas casi infantiles, cuyo punto de vista se alterna y utiliza en el guion con gran inteligencia, y prueba de su buen funcionamiento es que el relato no llama a la burla sino que provoca una inesperada incomodidad (por ese recurso al thriller fantástica que mencionábamos). Una sensación que parecía reservada a productos más "elevados" y valorados (y realistas) y a pesar de ello mucho más anquilosados y convencionales.
El gran mérito de la serie es, sin embargo, la buena estructuración narrativa de sus episodios. En Invisible la perspectiva de los acontecimientos no es solo la del Chico Invisible, sino también la de sus amigos Kiri y Zaro e incluso su mayor enemigo en clase, MM, y el cómo Paco Caballero, apoyado en el libro original, construye con ellos el desarrollo de la trama, añadiendo también los de la profesora incorporada por Aura Garrido, resulta emocionante.
No hay relativismo moral a la hora de explicar las conductas de los chicos, la mala praxis de las autoridades, ni tampoco en el sentimentalismo de su desenlace. Se trata de una solución salomónica que al final extirpa el odio de un fenómeno desgraciadamente difícil de evitar y a la vez permite a la serie jugar con el suspense, creando una montaña rusa que resulta más interesante de ver que un mero drama "a pie de calle". Lo interesante de Invisible es, en todo caso, cómo expresa el pan de cada día en clave de fantasía, y su sinceridad sin disculpas a la hora de hacerlo.