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'El Juego del Calamar 2' divide y gusta a los fans: las razones de su triunfo

La segunda temporada de El Juego del Calamar ya está haciendo estragos en Netflix.

La segunda temporada de El Juego del Calamar ya está haciendo estragos en Netflix.
El Juego del Calamar 2 | Netflix

Aprovecharse de la desesperación del prójimo, el sistema político como juego caprichoso… La propuesta de El Juego del Calamar, serie surcoreana de Netflix que literalmente arrasó con todo en su primera temporada convirtiéndose en un fenómeno social allá por el 2021 post-pandémico, no era especialmente novedosa. Pero caló en una generación que de nuevo desconfiaba de los de arriba y que, quizá, no recordaba Battle Royale y otros derivados asiáticos u occidentales del subgénero de juegos mortales. La segunda temporada ya está aquí y pretende repetir la jugada, pero con algunas diferencias… entre ellas un final abierto que dejará a muchos con ganas de más.

Lo primero que llama la atención de los nuevos capítulos de El Juego del Calamar está ya en su título, que va acompañado de un enorme "2": su creador, Hwang Dong-hyuk, parece haber concebido la historia como una secuela, una continuación, más que como una segunda temporada. Eso incluye un primer acto de dos capítulos que quizá decepcione a muchos, pero que al menos permite a la ficción internarse en otros géneros, tocar otras teclas: el estupendo actor Lee Jung-jae, cuyo personaje sobrevivió en la primera entrega, se ha convertido en una suerte de figura vengadora que busca en las nocturnas calles de Seul a los responsables de la matanza.

Tras dos episodios de venganza e investigación, naturalmente tiene que haber juegos del calamar. El director y creador de la serie saber perfectamente que tiene entre manos una fantasía profundamente social que no habla solo en términos coreanos, y aunque el éxito de la primera parte le pesa a la hora de repetir recursos, consigue elaborar una entretenida ruleta rusa donde el humor y el sentimiento de simpatía hacia los personajes consiguen almidonar lo suficiente un producto dotado de complicaciones. Desdramatizar el asunto de El Juego del Calamar 2 sin perder credibilidad ni tremendismo es una tarea complicada, y la gran virtud de la serie fue transmitirlo de forma ligera para el público de streaming contemporáneo.

Añadiendo cierta metáfora bíblica a través de la dualidad entre Seong Gi-hun y el nuevo jugador, el número 1, Hwang Don-hyuk se esfuerza en que la historia avance y mantener un complicado equilibrio entre hacer lo mismo de siempre y variar el esquema anterior sin romperlo. Lo importante es que el mensaje está ahí y, además, expresado de forma auténticamente crítica: ¿es el dinero -el sistema- el que emponzoña la convivencia o es el deseo humano el que lo hace? ¿Podemos democráticamente condenarnos nosotros solos al abismo -espóiler: sí-?

El Juego del Calamar 2 es por eso una secuela interesante, definitivamente adictiva pese a carecer de la relativa novedad de la anterior, por otro lado un éxito pandémico que se aprovechó legítima y casualmente del panorama pandémico para adquirir dimensiones mayores. Su condición de relato de venganza altruista, si es que esto realmente existe, da una nueva dimensión a las víctimas de un previsible y merecido nuevo éxito del entretenimiento surcoreano.

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