"Más que nervios, es miedo". Parece mentira que con la trayectoria que lleva a su espalda Marisol Ayuso (Madrid, 1943) sienta "miedo" ante un estreno. Lleva en los escenarios desde los 19, cuando comenzó como bailarina. Cuanta "más edad" tienes, tienes más responsabilidad y más miedo". La actriz encabeza el amplio reparto de La madre que me parió, una obra dirigida por Gabriel Olivares (Burundanga, El secuestro) y escrita por Ana Rivas (productora ejecutiva de programas como El Club de la Comedia) que se representa en el madrileño Teatro Fígaro.
"El trabajo me da hoy mucha más vida que cuando era joven. Me doy cuenta del valor que tiene, de lo difícil que es subirse a un escenario cada día. Hay que tener oficio". El teatro, a diferencia de la televisión, es más amable con las actrices maduras: "Te permite hacer papeles de dama joven, de madre, de abuela y bisabuela. La televisión no. Estamos saturados de series con gente tan joven. El público quiere ver otras historias más creíbles".
La obra cuenta la historia de tres mujeres que asisten acompañadas de sus madres a la boda de una íntima amiga que, nada más terminar el enlace, se arrepiente. Las amigas de la novia acuden a su rescate en una misión a la que se apuntan también sus madres. Marisol es Aurora, una de esas progenitoras al rescate. "Tengo carácter pero no soy una madre así ni mucho menos", dice.
Ayuso presume en su currículo de haber hecho revista, cine, televisión y teatro. "Me falta hacer circo, pero ya me pilla muy mayor", asegura entre risas. Tablas no le faltan, pero es inevitable dudar de si volverá a sonar el teléfono. "Ves que pasa un mes, dos y tres, ves que no te llaman y piensas '¡Ay, Dios mio¡, ya no intereso'. Eso me ha pasado siempre".
Esta actriz es querida por distintas generaciones: las que fueron seguidoras de Estudio 1; las que lo fueron de Farmacia de guardia y Hostal Royal Manzanares, y las más recientes, las que reían con "esa abuela tarumba" que salía en Aída, serie en la que trabajó durante sus diez temporadas. "Espero mucho de la juventud a nivel cultural. La gente de mi edad me puede conocer, pero cuando ves que gracias a una serie como Aída te paran adolescentes y hasta niños, te piden una foto y te dicen cómo te admiran, es un gran orgullo, me siento muy afortunada. Me ha dado juventud".
Un gran época junto a López Vázquez o Gracita
En cine, fue una habitual de largometrajes dirigidos por Mariano Ozores (Objetivo: bi-ki-ni,¡Cómo está el servicio!, La tonta del bote). "Tengo recuerdos maravillosos de los rodajes con José Luis López Vázquez y Gracita Morales. La mayoría de las veces tenían que cortar porque no podíamos seguir de la risa".
Tampoco es nueva, por supuesto, sobre los escenarios. "La adrenalina que me da el teatro no me la ha dado ni el cine ni la televisión", asegura. "He tenido la suerte de trabajar con los mejores actores de este país: Irene Gutiérrez Caba, que debe estar con un ángel allí donde esté, te ponía el bello de punta todos los días. O ese José Bódalo, madre mía de mi vida. O ese Juanjo Menéndez, que me hacía llegar media hora antes al ensayo para enseñarme a andar en el escenario...".
Echa la vista atrás, a esos años de censura y ve cambios, lógicos, pero "no en cuanto a calidad". "En Estudio 1 había poquitos medios pero mucho talento". No vacila al afirmar que "la cultura no puede estar politizada". "Ni mucho menos", añade. "Las ideas de cada uno son las ideas de cada uno. Usted hace su función, cae el telón y pisa la calle y usted puede pensar como quiera y ser como quiera, siempre que no haga daño a los demás. Mezclar las cosas no me parece ético. Cada uno tiene sus creencias, sus ideas y sus admiraciones".
Ficha técnica
Título: La madre que me parió.
Dirigida por Gabriel Olivares.
Autora: Ana Rivas.
Lugar: Teatro Fígaro (Calle Doctor Cortezo, 5, Madrid).
Horario: Miércoles a viernes 20:00 h. Sábados 19:00 y 21:00 h. Domingos 18:00 h