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Lo nuevo de la Zarzuela: seduciendo a los desconocidos

El Teatro de la Zarzuela ha presentado un programa abundante, sabroso y económico para la temporada 2017/2018.

El Teatro de la Zarzuela ha presentado un programa abundante, sabroso y económico para la temporada 2017/2018.
Programación próxima temporada | Teatro La Zarzuela

Daniel Bianco es un hombre de teatro pero también de liturgia. Su segunda presentación de temporada como director de este coliseo ha aseverado tanto lo primero –butacas en el escenario y broche musical sorpresa– como lo segundo, con solemnes soliloquios sobre "la energía que parte de las tablas y se encuentra con la del público" y la "invitación a las personas a que se unan a este camino". Por suerte estos espirituales mensajes van acompañados de unas buenas dosis de realidad práctica: con el mismo presupuesto de esta temporada –que ha logrado una media de ocupación del 85%, ha atraído a más de 70.000 espectadores y ha incrementado la asistencia de los jóvenes en un 30%– se han programado 161 funciones, un 15% más, repartidas entre la lírica, el ciclo de Lied, las Notas del Ambigú y los proyectos pedagógicos, destinados a descubrir el género a nuevas generaciones. Montserrat Iglesias, directora general del INAEM, y con la que el director mantiene una evidente complicidad, ha destacado la experiencia de presenciar una función de La Revoltosa con un público enteramente infantil: "Disfrutaron, rieron y abuchearon a algún personaje. Una de las zarzuelas que más he disfrutado".

En el nuevo programa estos proyectos divulgativos incluirán desde una versión juvenil de El dúo de la africana hasta un espectáculo de títeres con música medieval, pasando por Master Chez, una versión lírica del programa televisivo con la participación improvisada del público. Montajes por y para chavales, destinados –junto con la Tarjeta Joven y sus generosos descuentos–, en palabras de Bianco, a atraer a los jóvenes "sin obligarles".

Ópera, opereta y zarzuela contemporánea

La sección lírica, pilar y motivo de este recinto, arrancará en octubre –y sin zarzuela barroca, para alivio de los profanos– con una propuesta muy original: El cantor de México, opereta de Francis López con la que brilló Luis Mariano, tanto en escena como en el cine. Dos talentos vascos emigrados cuyo legado resucitará con la dirección de Óliver Díaz y Emilio Sagi, encargados también de lidiar con el histrionismo de Rossy de Palma, la estrella del reparto, acompañada por José Luis Solá y Luis Álvarez, entre otros. La adaptación de las letras ha recaído en Enrique Viana, quien, con un poco de suerte, respetará ese largamente coreado "¡Y vive Dios! Que como México no hay dos…".

El segundo título satisfará una de las obsesiones de Bianco, la reposición de montajes ("Equilibra la economía y es el capital de la casa"): El Gato Montés, tal cual se vio en 2012. Con música y letra del autosuficiente y reivindicable Manuel Penella, volveremos a emocionarnos con los compases de ese "Torero quiero ser", si los de PACMA no lo impiden.

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Amadeo Vives –maestros Serrano y Guerrero, manténganse a la espera– volverá a ocupar estas tablas con Maruxa. Como director escénico y escenógrafo, Paco Azorín afrontará el reto de lucirse con el amanerado cuento pastoril, de cuya historia se carcajeaba el propio compositor. Llama la atención que se haya mantenido intacta esta obra mientras la mucho más interesante La tempestad, el melodrama fantástico de Chapí, será reducida a una versión en concierto con un libreto resumido de Alberto Conejero –lo cual no deja de ser prometedor-. La escucharemos en las voces de Mariola Cantarero y Carlos Álvarez; una mezcla explosiva para dos tristes funciones.

Continuando con la temporada, un estreno absoluto: bajo la estremecedora denominación de zarzuela contemporánea, Policías y Ladrones, de Tomás Marco y Álvaro del Amo, un encargo que el anterior director de la Zarzuela legó a Daniel Bianco. Seguidamente, una nueva producción de La tabernera del puerto, pilotada por Mario Gas –nieto del director que la estrenó-, y con vestuario de la oscarizada Franca Squarciapino; sin duda una de esas maravillas que siempre conviene rescatar. Por último, ¡24 horas mintiendo!, olvidadísima comedia musical de Francisco Alonso que contará con una versión libre de Alfredo Sanzol –ante la ininteligibilidad del libreto conservado por la SGAE- y direcciones de Carlos Aragón y Jesús Castejón, también protagonista. En el reparto encontramos otro rostro popular que recogerá el testigo de Roko, Yolanda Ramos, y al omnipresente Enrique Viana.

Elīna Garanča y la soprano que hizo llorar a la Caballé

El resto de la programación reserva estimulantes sorpresas: la deliciosa Elīna Garanča actuará por primera vez en Madrid con un repertorio exclusivo de zarzuela, homenaje a la fuerte vinculación que le une a nuestra tierra. Ainhoa Arteta y María José Montiel dedicarán recitales a Lorca y José Padilla, respectivamente. El flamenco estará representado por el cantaor Arcángel, y el pop, por Marta Sánchez. Prosigue el consagrado ciclo de Lied, las íntimas Notas del Ambigú –dedicadas a la música sefardí, a la copla y a Joaquín Rodrigo, entre otros– y el correspondiente apartado de danza con el Ballet Nacional de España y la Compañía Nacional de Danza. También destacables son las clases magistrales a cargo de la soprano Isabel Rey, quien como asistente a unas que impartía Montserrat Caballé hizo llorar a la gran diva con su interpretación de La sonnambula de Bellini.

Dos cuestiones permanecen inalterables: la desaparición de la zarzuela en televisión -por problemas de cesión de derechos de imagen de los trabajadores- y el tibio apoyo institucional. El ministro de Cultura, ausente en la presentación, manifestó el año pasado su defensa a ultranza del género. ¿En qué se ha traducido ese compromiso? "Tenemos su apoyo", ha asegurado Bianco a este medio. Y deja caer: "Ojalá todo el mundo de la cultura viniera al teatro".

Una programación, en conjunto, con bazas para gustar a todo tipo de públicos: ni el precio ni la accesibilidad -en breve el ascensor alcanzará el tercer piso- suponen ya obstáculos para llegar a la zarzuela. "Hay que tratar de seducir a aquellos que desconocen lo que hacemos aquí dentro", afirma Bianco. Las prometedoras cifras dan cabida al optimismo: el escondidísimo teatro quizá esté consiguiendo, con tesón y trabajo, que el género que alberga no lo esté tanto.

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