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Cumple 40 años la compañía de teatro que reparte bocadillos de mortadela entre el público

La compañía La Cubana ha celebrado sus 40 años sobre las tablas con una función especial de Adiós Arturo.

La compañía La Cubana ha celebrado sus 40 años sobre las tablas con una función especial de Adiós Arturo.
La Cubana. | Daniel Mejías

El jueves 20 de febrero en el Teatro Calderón de Madrid asistimos a una función muy especial de Adiós Arturo ya que su compañía, La Cubana, cumplía 40 años. Sin duda La Cubana es una de las compañías más carismáticas del panorama teatral español. Comenzaron su andadura en 1980 en Sitges como un grupo de aficionados bajo la batuta de Vicky Plana y Jordi Milán (actual director).

En 1983 se profesionalizaron y desembarcaron en Madrid con teatro callejero con cosas tan variopintas como vender piedras en el mercado de La Latina o sorprender en escaparates de la conocida calle Preciados. En la capital en 1986 sorprendieron en la Sala Olimpia (hoy teatro Valle-Inclán) con La tempestad, una obra basada en el texto de Shakespeare. Una función en la que todos los espectadores salían mojados, comenzando así el público a conocer poco a poco el modus operandi de La Cubana, que básicamente se basa en romper la llamada cuarta pared para hacer del espectador un elemento más de la función.

Pero fue en el teatro Nuevo Apolo en 1989 cuando dieron la campanada definitiva con la función Cómeme el coco, Negro. El espectador entraba al teatro y se sorprendía al ver que la función ya estaba empezada mientras los acomodadores corrían para sentarlos. Para sorpresa de todos la función terminaba por todo lo alto a los 20 minutos de haber tomado asiento. Aplausos y bajada de telón. Y miradas entre los espectadores incrédulos.

Salía entonces un regidor a explicar que la función había terminado, que habían puesto unos supuestos carteles en la entrada (estamos en los 80 y las redes sociales todavía no existían) avisando que por problemas técnicos la función de ese día tenía que empezar una hora y media antes, que si habían llegado tarde era su problema. El enfado en el patio de butacas se pueden imaginar cómo era.

Entonces subía el telón y la compañía empezaba a desmontar el decorado porque tenía que irse a otra ciudad, y ahí realmente era donde empezaba la función. Una vez que el público se daba cuenta de la situación, ya que les pedían ayuda para desmontar, daba comienzo una de las funciones más descacharrantes de la historia del teatro. Tanto, que en un momento dado de descanso de los supuestos operarios, junto al público cómplice, se paraba para comer un bocadillo de mortadela. Todos y cada uno de los que estaban dentro del teatro. La Cubana hacía cada día cientos de bocadillos para luego repartirlos.

El director de La Cubana recordaba recientemente en una visita a Es Cine cómo el público les recuerda en cada nuevo número aquellos bocadillos de mortadela. Por eso este jueves al terminar la función especial de Adiós Arturo salía precisamente Jordi Milán a agradecer al público madrileño el cariño recibido en estos 40 años. Anunciaba además que iban a asistir a algunos de sus números más míticos como Cegada de amor, que llegó a estar un año en la cartelera madrileña, o Campanadas de boda. Evidentemente no podía faltar el reparto de bocadillos de mortadela, aunque esta vez venían acompañados de botellas de cava para brindar por el aniversario.

El público pudo, además, llevarse recuerdos de todas las funciones como la pamela de Campanadas de boda, las gafas de Cegada de amor o el estómago lleno y no sólo por los bocadillos de mortadela sino por las tartas de manzana que repartieron al final y que seguro se convertirá en un nuevo hito que recuerden los espectadores. Magnífica e inolvidable noche para todos los que estuvimos ahí. ¡Felicidades La Cubana!

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