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El final de "Pedrés", matador de toros casado con una cantaora

Pedrés fue un gran torero en la plaza. Y fuera de ella hombre serio, meditabundo, circunspecto, que hablaba poco, de naturaleza discreta.

Pedrés fue un gran torero en la plaza. Y fuera de ella hombre serio, meditabundo, circunspecto, que hablaba poco, de naturaleza discreta.
Pedrés | Efe

Luto en el mundo taurino. Pedro Martínez "Pedrés" ha muerto a la edad de noventa años (y no a los ochenta y nueve, como informan otros medios) después de unos dolorosos años sufridos a raíz de un accidente en la gasolinera de su propiedad sita en Alcalá de Henares. Desde hace cerca de tres años estaba recluido en su domicilio madrileño, con dificultades para moverse. Atrás quedaban sus tardes gloriosas con su buen amigo Manuel Benítez "El Cordobés". Cuidado amorosamente por su esposa, Teresa Jareño, que fue una cantaora excelente en la compañía de Manolo Escobar.

Pedro Martínez González nació en un cortijo de la pedanía albacetense de Hoyas Vacas. Trabajó en el campo como jornalero, luego en Albacete de dependiente en una tienda de ultramarinos desde donde pasó a los almacenes Lorenzo. En las pocas horas de ocio que disfrutaba jugaba al fútbol de portero, tomó parte en veladas de boxeo hasta que para salir de la pobreza familiar dio en tirarse de espontáneo en la plaza de toros albaceteña en 1948. A partir de entonces, cuando podía, recorría en bicicleta hasta llegar a algunas de las ganaderías donde pudiera dar unos capotazos. En 1950 ya toreaba con caballos, iniciando su rivalidad con su paisano Juan Montero. La pareja llenaba las plazas de la provincia, triunfaron en Las Ventas y en otros cosos, hasta que tomaron la alternativa. En su tierra a Montero lo llamaban "Potaje" y a "Pedrés", "Minuto". Ídolos locales donde aquel tenía más arte y el otro más arrojo y técnica. Juan falleció en un accidente de carretera; tuvo mala suerte. En cambio "Pedrés" se convirtió en figura y en su segunda reaparición encabezó los carteles donde toreaba "El Cordobés", porque éste no quería abrir plaza. Ganó entonces mucho dinero, que empleó en varios negocios pero sobre todo en la ganadería que pastaba en la finca "Los Labraos", de Ciudad Rodrigo. Parte de su vida, "Pedrés" la vivió en tierras salmantinas, en el campo, que era su pasión, hasta su retirada de los ruedos en 1965.

Para entonces, millonario y soltero, no se le conocían amistades femeninas. Un par de años después llamé un día por teléfono a una amiga para tomar café, y me contestó que no le era posible: "Estoy saliendo con "Pedrés", se disculpó. Y en esa segunda mitad de los años 60 la perdí de vista pues había contraído matrimonio con el torero machego. Eran paisanos.

En efecto: se había casado con la cantante de flamenco Teresa Jareño, natural de Villarrobledo (Albacete), quince años menor que el torero. Hasta ennoviarse con "Pedrés" era la figura femenina del espectáculo de variedades de Manolo Escobar, quien la favoreció cuanto pudo, posibilitando que grabase varios discos en la misma compañía de la que él era accionista, Bélter. Al casarse, Teresa se retiró de la canción, cuando estaba destinada a ser una figura del cante. Le había costado llegar a ese puesto de futura estrella flamenca. Y eso procedente de una familia en la que no había antecedentes artísticos. Una familia pobre cuyo padre se vio obligado a pedir ayuda al alcalde de Villarrobledo porque pasaban muchas privaciones. Todo cambió para Teresa Jareño cuando se hizo profesional de la canción. Y sobre todo al casarse: "Pedrés" era millonario.

Un gran torero en la plaza. Y fuera de ella hombre serio, meditabundo, circunspecto, que hablaba poco, de naturaleza discreta. El gran escritor Néstor Luján, cronista e historiador taurino, definió a "Pedrés" como adusto y melancólico. Corroboro ese aserto por las tres o cuatro veces que estuve con él. Lo que no equivale a que fuera antipático. Muy sencillo, de pocas palabras, buena gente que prefería cuidar de su ganado y no le gustaba acudir a fiestas. La última vez que lo vi fue hace un par de años, cuando acudió al homenaje que le daban a su gran amigo y colega Manuel Benítez "El Cordobés" en uno de los pasillos de la Monumental madrileña, colocando un azulejo en sus paredes.

No sufrió "Pedrés" muchas cogidas; una de las más graves fue en 1965, que le afectó a uno de sus pulmones. Tristemente, como ya dijimos, hace tres años resultó herido en un accidente en Alcalá de Henares. Desde entonces, quedó imposibilitado para salir a la calle y pasaba los días en jornadas caseras interminables. Teresa y él hacía tiempo que eran abuelos. Su vida era tranquila, lejos de las ovaciones del ruedo, él, y las de los teatros, ella.

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