
México no puede ser contado sin antes haberlo vivido, de haberlo profundizado en sus raíces y acabar en España, en la herencia novohispana que muchos quieren borrar. Sin embargo, en los lugares más recónditos de la república norteamericana, del país que más hispanohablantes tiene del mundo, es imposible huir de ese legado que se ha convertido en una identidad propia. Con Los Mexicanos, el fotógrafo Bernardo Aja (Santander, 1973) ha profundizado en esa historia desde el punto de vista del toro, de los toreros y de las plazas artesanales. De las fiestas de pueblo donde el de luces lleva un vestido remendado, llega en lancha y se tocan pasodobles con aroma propio.
Tras un viaje de cuatro años por lo más profundo de México (de costa a costa, con los inconvenientes del covid y los viajes de mil horas en diferentes medios de transporte) el retratista santanderino afincado al otro lado del océano ha creado una exposición que se acaba de inaugurar en Madrid este pasado jueves, 15 de febrero. Los Mexicanos toma el testigo de sus trabajos anteriores como EntreMuros y Tormenta. Bernardo Aja cita a Libertad Digital en el Club Matador, en pleno corazón de la capital de la antigua metrópoli, que como en un tornaviaje cada vez son más los habitantes de los antiguos virreinatos los que lo habitan.
Libertad Digital: ¿Eres aficionado a los toros?
Bernardo Aja: Soy muy aficionado, sí.
LD: ¿Cómo ves la situación en México con la cuestión taurina tras la reapertura de la Plaza México y la polémica que se ha generado?
BA: Es un tema político. Totalmente político. Eso por un lado. Luego, por otro lado, en México no tienen la protección a la tauromaquia que tenemos en España. En España no puedes prohibir los toros como no puedes prohibir la jota. Es patrimonio cultural. Yo creo que en México no lo tienen considerado de esa manera. ¿Sabes? No lo tienen así, todavía. Les falta articularlo bien dentro de la ley. Tienen muchos flecos sueltos.
LD: No tienen esa protección legal, pero han conseguido darle la vuelta y se ha vuelto a ver la plaza México llena como no se había visto en décadas.
BA: De todas maneras a mí el fenómeno que más me interesa, más que se llene la Monumental o no se llene la Monumental, son los movimientos taurinos que hay de forma natural y orgánica a lo largo y ancho de toda la República. Solamente en la Península de Yucatán hay 2.100 festejos y eso es imparable. Son festejos de la gente, que celebran sus patrones con toros. Y eso da igual que haya una ley que lo prohíba o no. Eso se hace. A parte, las mismas comunidades hacen sus plazas, las construyen, organizan sus encierros, sus festejos taurinos, sus corridas de toros. Tienen unas modalidades de corridas de toros mucho más amplia que nosotros. A veces no matan, a veces tienen toros criollos, a veces tienen charlotadas y tienen una suerte amplísima de festejos taurinos. Eso es imparable. Mucho más allá de que en la Ciudad de México prohíban o no prohíban en sitios como Tizimín, por ejemplo, que es una plaza de 7.000 personas no se concibe que los toros no estén en el mes de enero. O en Colima, en Villa de Álvarez, hay una plaza que se llama La Petatera, que es la artesanía más grande del planeta. Es impensable que haya una prohibición y que no les dejen celebrar sus fiestas.

LD: Hay mucha gente que no es aficionada, pero que entiende que hay una estética muy poderosa en el mundo del toro. Como fotógrafo, ¿en qué punto entiendes que hay algo ahí que te puede permitir hacer un trabajo?
BA: Mis proyectos siempre son de muy largo recorrido. Con Los Mexicanos me ha he llevado cuatro años haciendo el ejercicio fotográfico, investigando, viendo por donde lo encajo. Ensayo-error, ensayo-error, ensayo-error, hasta que luego empieza a agarrar forma y acaba en una exposición. Pero antes de que empezase a trabajar con Los Mexicanos yo tenía en mente, hace quince años, que yo quería hacer retratos a toros y no tenía ni idea. ¿Cómo voy a hacer retratos a toros? Tengo que ser amigo de ganaderos. Tengo que conocer gente que está vinculada al tema del ganado y que me dejen llevar cámaras. Porque, luego, no te creas tú que es tan fácil que los ganaderos te suelten ganado y puedas hacerle fotos. El ganado se atesora, se aprecia, se guarda muy bien.
LD: Es muy poderosa esa imagen de los toros con unas personas sujetando unos "toldos" y se les ve un poco por detrás.
BA: Si conoces un poco mi trabajo te das cuenta de que yo tengo una forma de fotografiar muy genuina, muy estructurada, desde hace muchísimos años. Me gusta mucho trabajar con gente al rededor de mis fotos, mis fotografiados. Siempre utilizo toldos… Me gusta mucho el ejercicio fotográfico académico, tradicional, con un toldo de fotografía.
LD: Como las fotografías que se hacían antiguamente en los estudios.
BA: Podría ser. Le meto el componente humano que me encanta. Me encanta meterles manos misteriosas, rostros, siluetas, contraluces. Que aportan mucho y enriquecen mucho mi imagen. Me gusta mucho trabajar con diferentes capas. Me gusta contar una historia muy completa. En un sólo instante me gusta contarte una historia muy completa, que la imagen en sí te atrape, que no te suelte y te quedes mirando mi foto unos buenos minutos. Que no se te olvide de inmediato. Que no sea como comerte una hamburguesa.
LD: ¿Con Los Mexicanos, ¿qué querías contar? ¿El campo bravo mexicano? ¿Cómo viven ellos esta modalidad de la Fiesta? ¿O realmente es un ejercicio antropológico?
BA: Es un ejercicio de identidad en realidad. Digamos que la tauromaquia en México tiene una identidad muy propia. Llega con el virreinato y México lo asume por completo y hoy tiene sus festejos propios que son mexicanos. No son de Occidente que se celebran en México de una manera trivial. No, no. Es algo muy serio y es de ellos propio. Mi proyecto Los Mexicanos es un trabajo fotográfico de identidad, es antropología. Es el resultado de un sincretismo de las culturas prehispánicas y España.
LD: ¿Es una manera de explicar México a través de la Fiesta?
BA: No sé si de explicar, pero es una manera de contar una historia de México desde una perspectiva del mundo del toro. Los mexicanos han hecho propia la fiesta brava y la han interpretado según su cosmovisión, y no hay nada más bonito que eso. El resultado es delicioso. Lo han hecho suyo, no es prestado ni adoptado, ya es propio de la América Hispana.

LD: Esto justo coincide en el momento en el que están más atacados desde el punto de vista político y social.
BA: Digamos que hay un señalamiento, pero eso ocurre en ciertas ciudades. Luego hay ciudades súper taurinas. Tú no entiendes Aguascalientes sin la Feria de San Marcos. No tiene explicación, no podría ser. O Guadalajara sin la plaza de toros y lo mismo en Texcoco, que está totalmente absorbida por la Ciudad de México. México es un país muy taurino. Lo que pasa es que hay cambios. Vivimos en una sociedad a nivel global con muchísimos cambios. Los cambios son buenos, hay que asumirlos y hay que estar preparados a que esos cambios pueden venir y pueden alterar un modus vivendi que te puede gustar más o menos. En 1830 cuando nace la fotografía todos los pintores de caballete se quedan sin trabajo. ¿Qué es lo que ocurre? Que hay un cambio. ¿Qué es lo que hacen los protagonistas de las artes plásticas en ese momento? Hacen una innovación y empiezan a salir otros movimientos, se van del caballete y aquello se convierte en la corriente del impresionismo. Picasso o Braque no habrían existido sin la invención de la fotografía.
Eso puede ocurrir en la tauromaquia. Ahora la gente está mucho más sensibilizada que hace 40 o 50 años con el tema del maltrato animal. Quizá hay que darle una revisión al reglamento, hacer la Fiesta brava de verdad, donde las fuerzas sean más equitativas. Donde no haya excusas para las organizaciones de protección de los animales de que ha habido un abuso hacia el animal. Si tú presentas una corrida bien presentada, pero mansa, tienes a organizaciones que te van a decir que no es justo, pero si presentas una corrida con seis toros que son unas bestias de quinientos y pico kilos muy peligrosas puede cambiar la situación. Quizá esto pueda dar pie a un revisionismo. Quizá es hora de que los toros dejen de mansear en plazas y que los toreros que toreando día sí y día también tengan injerencia con el ganado. Si la fiesta se llama brava, que sea brava, de lo contrario desaparecerá. Es innegable que vivimos en una sociedad más sensible al maltrato animal, no querer aceptarlo o pretender convencer de que te niegan tus libertades por no poder ir a los toros es autoinmolarse.
LD: Hay muchos aficionados y gente del toro que opina que la tauromaquia es la última barrera de la libertad.
BA: Nuestra sociedad cada vez más infantil hace a las personas reaccionar de forma poco responsable. La libertad va de la mano de la responsabilidad y del respeto. Para ejercer la libertad y ser un libertario debes ser un señor de pies a cabeza y no crear desconcierto y confusión cuando no acometes tus propósitos.
Vivir en libertad es vivir según la virtud y tener la capacidad de elegir lo que es justo y verdadero, ese es el quid de la cuestión. Felipe Gonzalez tiene una frase muy acertada: Soy libre porque digo lo que pienso y soy responsable porque pienso lo que digo. Eso me obliga a callarme mucho más de lo que digo. No banalicemos el término. En España conseguir libertades ha sido largo y tedioso como para ahora comparar la libertad individual con poder ir a los toros.

LD: La exposición Los Mexicanos se acaba de inaugurar en Madrid.
BA: La exposición presentada en la sala Leica (Calle de Ortega y Gasset, 34) este jueves 15 es una declaración de identidad de un país vivo lleno de personajes exuberantes, calor tropical y colores explosivos. Todo esto en 30 fotografías en blanco y negro en mediano y gran formato. Fue presentada en el Club Matador hace dos años en pleno San Isidro, con cuatro piezas. A finales de marzo se inaugura en una galería en Arlés y, luego, hará un periplo por Europa.
LD: ¿Tienes miedo a ser cancelado o tener problemas que no hayas tenido antes por tratar el tema de la tauromaquia?
BA: Nunca me ha pasado. Mis imágenes son muy deliciosas. Yo estoy fuera de la plaza de toros. Estoy en los campos, en ámbitos muy humanos. Porque ya se han hecho muchísimas fotos sobre corridas de toros. Hay fotógrafos excepcionales que han hecho trabajos realmente maravillosos: Isabel Muñoz, Ramón Masats… Hay tanto material que no me siento cómodo en algo que ya se ha hecho y tan bien. Tengo mi estilo y lo que he hecho es llevar mi estilo. A mí lo que me interesa mucho es el campo. Me gusta el toro, los toreros, las plazas artesanales y ha sido lo que he fotografiado. He puesto en el mapa a una gente que no existe, como esos toreros de pueblo que se remiendan ellos mismos los vestidos, que van en autoestop a los pueblos y a las plazas de toros. Gente que existe, que está ahí, y que son apasionados y que no se cambian de ropa en el Wellington. Es otro ambiente.
LD: ¿Gente más real?
BA: También es muy real Morante de La Puebla. Son héroes. En Río Lagartos, en Yucatán, entran por el mar y todo el mundo les está esperando con muchísimo entusiasmo.
LD: ¿Cómo llegas a conocer estos lugares?
BA: Es un trabajo de mucha investigación, mucho tiempo. Una cosa te lleva a otra… Me voy a pueblos muy remotos. Llego a Mérida en avión, de ahí me voy en un autobús que me lleva a tal pueblo, hago transbordo, autoestop y llego a los sitios. Te encuentras la fiesta del pueblo con el patrón correspondiente y con un panorama muy rico visualmente hablando. De ahí haces contactos y amigos.
El retratista se queda pensativo y vuelve al tema de la cancelación y la libertad y dice: Creo que estoy lejos de la polémica. Esto es una exposición de identidad. No es para nada una exposición taurina. Hay toros, toreros y plazas de toros, pero es una cuestión de identidad mexicana.

LD: Si ellos ni quieren tener esa identidad porque no quieren tener un conflicto al ser algo español.
BA: Es que no es una cosa española, es una cosa mexicana. Hace muchísimos años estuve trabajando con una fundación en la sierra de Oaxaca, en el Pacífico. Llegué a un pueblo que se llama Tlahuitoltepec donde tienen unas orquestas, bandas, de niños que son unos virtuosos. Estuve con ellos varios días y me di cuenta que tocaban pasodobles, música muy nuestra, muy española. Les pregunté: ¿Cuál es vuestra música? Me dijeron: ¿Cómo que cual es nuestra música? Nuestra música es esta, la que llevas varios días escuchando. Ni se me ocurrió decirles que tenía un origen español. Es un sincretismo tan fuerte que está totalmente permeado en la sociedad, en el espíritu y la cosmovisión del propio pueblo mexicano y el que niegue esto o no se ha dado cuenta y es un corto de mente o es un sinvergüenza. Simplemente. No hay otra. Con esto de los toros es exactamente igual. Los toros y el ganado, los jaripeos y el mundo charro está totalmente penetrado, inmerso en profundidad, en la sociedad mexicana. Hay una plaza de toros en Tijuana cruzando la frontera de San Diego estupendísima. A lo largo y ancho hay unos festejos taurinos en Oaxaca y Chiapas que son súper indígenas donde matan cebús. En Cancún, en Quintana Roo que, aunque ahora está cerrada porque gobierna el partido verde, es la plaza con más festejos de toda la República anualmente.
LD: En Perú hay localidades con tauromaquias muy parecidas. ¿Tu proyecto se podría extender y pasar de Los Mexicanos a Los Americanos?
BA: Hay que saber parar, porque todo es interminable. Es igual que mi proyecto EntreMuros sobre el último eslabón de los migrantes españoles españoles del siglo XVI y XVII en América y Filipinas. Estuve buscando la raíz hispana. Viajo por América desde que tengo 18 años y me llama mucho la atención del continente que tenemos unas raíces muy fuertes, muy parecidas, hablamos el mismo idioma, tenemos la misma religión, los mismos códigos de comportamiento… Es muy llamativo. En ese tema fotografié a los descendientes de españoles que vivían en estas casas con reminiscencias españolas pero en Perú o México y que en un momento dado tienes que decir: hasta aquí porque esto es interminable. Los Mexicanos lo he hecho en México y no pienso hacerlo en ningún otro lado.
Un trabajo artesanal
LD: Ya para concluir, me gustaría que me hablases de tu mirada como fotógrafo y de la fuerza que tiene la imagen en blanco y negro.
BA: Al ser abstracto y no ser real te mueve otras fibras. Te da cabida a otro tipo de pensamiento. Hay otra profundidad. El color te lo cuenta todo. Aunque, bueno, hay unas fotos taurinas de Cristóbal Lara a color que son fantásticas. Yo lo hago en blanco y negro porque siempre he utilizado el blanco y negro, nunca hago color. Igual que siempre utilizo película fotográfica y fotoquímicos. Mis fotografías tienen un toque totalmente artesanal y fotoquímico porque así es como yo considero que debe ser. Nada en contra de lo digital, pero yo no me siento cómodo. Al final es un tema de comodidad, es una forma de trabajar. A mí me gusta mucho involucrarme en la foto de una forma muy corporal, muy física y muy de todos los sentidos. Me gusta como huele el fijador de mi papel y el revelador de mi película fotográfica.

Me dedico a esto, estoy implicado al 100%. Ser fotógrafo, ser artista, hay que atesorarlo también mucho. Esto es una forma de vida en todos los sentidos no hay que tomarlo de una forma vulgar y prosaica. No me considero una persona sin ser fotógrafo. Ni siquiera artista. Yo soy fotógrafo, soy retratista. De alguna manera estas nuevas tecnologías nos colocan a nosotros en otro sitio. No hay que tener miedo a estas nuevas tecnologías que trabajan por ti. Si tú estás seguro de lo que haces, haces buenas cosas y estás implicado al 100%. La Inteligencia Artificial no te va a mover el piso, te va a poner en un lugar, en un sitio más elevado. Porque lo haces tú, no lo hace nadie por ti.