Lento, pero seguro, el Ejército del Aire y el Espacio sigue los trámites para armar los MQ-9 Reaper o MQ-9 Predator B que forman parte del Ala 23, con sede en la base de Talavera la Real (Badajoz). Unas gestiones que no sólo dependen del propio Gobierno de España, sino que tiene que pasar por la burocracia de Estados Unidos, país constructor del aparato y que tiene que aprobar cada una de las compras o modificaciones que se quieren hacer en él.
En este contexto, la Comisión de Defensa de la Cámara de Representantes, encargada de dar luz verde o de vetar cada una de las ventas de armamento estadounidense, ha aprobado en los últimos días la venta a España de lanzadores M299 y de pilones BRU-71, dos elementos fundamentales para que los sistemas remotamente tripulados MQ-9 puedan lanzar misiles y bombas. Así como la actualización necesaria del software para que se pueda llevar a cabo.
La adquisición de estos elementos permite dotar a estas aeronaves de la capacidad de lanzar bombas guiadas de precisión GBU-49 y GBU-12, bombas de pequeño diámetro SDB II, así como misiles guiados aire-superficie AGM-114 Hellfire. Precisamente, en noviembre del año pasado, el Consejo de Ministros aprobó una bolsa económica de 13,39 millones de euros para la compra de este último tipo de misiles con el objetivo de tenerlos disponibles para estos aparatos.
Los MQ-9 Reaper o MQ-9 Predator B son una versión avanzada del famoso Predator, que Estados Unidos utilizó de forma eficaz durante años en la guerra de Afganistán. Pilotados de forma remota, tiene una longitud de 11 metros y una envergadura de 20 metros (desde la punta de un ala hasta la punta de la otra). Tiene una autonomía de más de 27 horas de vuelo, puede operar a una altura máxima de 50,000 pies (15.240 metros) y tiene una capacidad de carga útil de 1.746 kilos.
El Gobierno de Estados Unidos aprobó la compra de cuatro unidades por parte del Ejército del Aire en octubre de 2015, aunque entre el proceso final de compra, fabricación y la formación de los primeros pilotos, las aeronaves no llegaron a suelo español hasta diciembre de 2019. Realizaron su primer vuelo en enero de 2020. Su principal cometido ha sido para misiones de inteligencia, reconocimiento y vigilancia y control del entorno terrestre y marítimos.
Pese a que inicialmente estaban previstos únicamente para ese tipo de misiones, las Fuerzas Armadas se decantaron por la versión Bloque 5, una variante que venía preparada para ser artillada en caso de ser necesario, pasando a convertirse así en potentes armas de ataque o de bombardeo selectivo. Venía ya con la compensación de pesos, el cableado… lista solo para montar los lanzadores, pilones y actualizar el software. Otras versiones no pueden ser artilladas posteriormente.
En octubre de 2023 se empleó por primera vez este tipo de aeronaves en un ejercicio de ataque a tierra, durante unas maniobras en Bárdenas Reales (Navarra), en el que fueron empleados para guiar un misil lanzado desde un caza F-18 Hornet del Ala 12 (Torrejón de Ardoz). En julio de este año, el Ejército del Aire y el Espacio informó de que estas aeronaves han alcanzado ya las 5.000 horas de vuelo, lo que calificó como un "hito significativo".