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SU VIDA EN ITALIA

Ronaldo y el Inter, cinco años de cariño, dolor y frustraciones

La historia del delantero brasileño Ronaldo y el Inter de Milán se ha caracterizado, a lo largo de cinco años, por el extraordinario cariño de los aficionados interistas, el rosario de lesiones del jugador y las frustraciones por la falta de títulos.

L D (EFE) Ronaldo llegó a Milán en el verano de 1997, “arrancado” de las filas del Barcelona por el presidente del Inter, Massimo Moratti, que en estos años se ha comportado con él como una especie de padre, como ambos han admitido. Ronaldo ha sido el protegido de Moratti, que nunca le ha negado sus caprichos a pesar de contar con un equipo plagado de figuras que, sin embargo, nunca han levantado la voz contra las preferencias que la directiva ha tenido siempre por el brasileño. Algo parecido ha ocurrido con la afición, que en todo momento ha coreado sus jugadas y vivido con ilusión el retorno del “Fenómeno” tras sus lesiones.

Estas han sido un capítulo decisivo en la aventura del delantero en Milán, ya que sufrió un calvario durante más de dos años, desde que el 21 de noviembre de 1999 se rompió parcialmente el tendón de la rodilla derecha en un partido de Liga contra el Lecce. Tras unos meses de recuperación, el jugador volvió a lesionarse el 12 de abril de 2000, en un encuentro contra el Lazio, apenas unos minutos después de entrar en el campo y en esta ocasión la rotura del mismo tendón fue total. Empezó así un proceso de recuperación marcado por la lentitud y las dudas sobre si el brasileño podría volver a ser el mejor jugador del mundo, como en 1996 y 1997, cuando obtuvo ese reconocimiento por parte de la FIFA.

En todo ese tiempo Ronaldo siempre tuvo el aliento de su afición y el afecto del club, como “tifosi” y prensa se han encargado de reprocharle de modo acre en estas últimas semanas, cuando se supo que quería irse. Aparecieron así pancartas y gritos y los que durante años le aclamaron como al mejor pasaron a calificarle de “traidor”. De las críticas tampoco se han salvado algunos de sus colaboradores, en especial sus representantes, los que han creado en torno suyo una tupida red de intereses comerciales, conscientes de que Ronaldo, aparte de un extraordinario jugador, es también una maquinaria publicitaria que genera importantes ingresos.

Alexandre Martins y Reinaldo Pitta son sus representantes brasileños, lo que están a su lado desde que, casi adolescente, dio el salto desde Brasil a Europa para jugar con el PSV Eindhoven holandés y los que con posterioridad han urdido los sucesivos traspasos al Barcelona y al Inter. Otro representante, el italiano Giovanni Branchini, el portavoz Rodrigo Paiva, el fisioterapeuta Nilton Petrone y su secretario Cesar han formado la guardia pretoriana en torno a Ronaldo, cuya importancia es mayor a la de los goles que marca. Lo demuestra que sus contratos con Nike, Pirelli, la cerveza Brahma o la compañía telefónica Tim Brasil le suponen unos ingresos anuales mayores a su ficha con el Inter, que es de seis millones de euros.

Fueron sus representantes los que intentaron forzar la ruptura con el Inter cuando se ofrecieron al Real Madrid, un elemento que a ellos les supondría dinero en concepto de comisiones, pero que respondía al deseo del jugador, insatisfecho ya de permanecer en su ático de Milán, cerca del estadio de San Siro, donde vive con su mujer Milene y el pequeño Ronald, de dos años.

Ronaldo ha querido dejar Milán por el deseo de vestir la camiseta del Real Madrid, pero también frustrado por la escasez de títulos, ya que en un lustro sólo ha conseguido una Copa de la UEFA (1998) y ha acumulado desilusiones, la mayor de las cuales fue perder el “scudetto” en la última jornada de la pasada temporada. Las lágrimas del jugador al término de ese partido no empañan los 59 goles logrados en 99 partidos oficiales con la camiseta del Inter en cinco años, poca satisfacción para quien en junio brilló con la selección de Brasil y se proclamó campeón del mundo en Asia.

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