Ha nacido un nuevo ídolo en el Calderón. Sólo tiene 17 años, pero en los últimos meses ha conquistado a toda la parroquia rojiblanca. Su nombre, Oliver, en honor a los míticos dibujos japoneses de fútbol. Su apellido, Torres, todo un símbolo en la ribera del Manzanares.
Centrocampista de sobrado talento, fue con la selección sub19 con la que brilló sobremanera hace apenas unos días. España se terminó proclamando campeona de Europa, siendo él uno de los mejores jugadores de la competición. Una sensación que ha confirmado durante la pretemporada atlética, para la que el Cholo Simeone no ha dudado a la hora de citarle.
Pero si hay algún rasgo que destaca por encima de todos de Oliver Torres es su increíble madurez a pesar de su juventud. Tanto dentro como fuera del campo. Sobre el verde, el de Navalmoral de la Mata parece que lleva toda la vida jugando con futbolistas que le sacan 10 y 15 años.
Fuera, siempre con los pies en el suelo. Su entorno, su familia y su representante son, como él mismo dice, clave en ello. Sus orígenes y el tener que haber marchado de casa a los 11 años, también. Pero sobre todo, reconoce Oliver, una manía que lleva a cabo siempre antes de jugar un partido y que, dice, le aporta la calma necesaria: rezar tres padrenuestros.
El futuro colchonero está garantizado. Eso, si esta joven estrella no vuela antes. De momento, no ha querido escuchar los cantos de sirena que ya han llegado desde Inglaterra. Asegura que prefiere continuar en este proyecto e ir poco a poco. Su ritmo será vertiginoso, eso seguro, pero su trayectoria, firme. Su carácter así lo indica.