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Las categorías inferiores del baloncesto femenino español aseguran un futuro prometedor

Los éxitos de las categorías inferiores de las selecciones españolas copan los veranos, asegurando un brillante futuro de cara a 2018.

Los éxitos de las categorías inferiores de las selecciones españolas copan los veranos, asegurando un brillante futuro de cara a 2018.
La selección sub-20 femenina, campeona de Europa hace una semana en Lanzarote. | EFE

En unos tiempos en los que el relevo en la selección absoluta masculina de baloncesto se ha convertido en uno de los grandes caballos de batalla de los estamentos que rigen el deporte de la pelota naranja en España, hecho reconocido de forma velada y pública incluso por Ángel Palmi, responsable técnico de la Federación Española, todo lo contrario parece ocurrir con la sección femenina. Como en muchas otras disciplinas, el desarrollo del deporte femenino asegura, en el baloncesto, un futuro prometedor, algo que ahora mismo parece bastante lejos de poder afirmarse en el caso de los hombres.

Porque no es sólo una cuestión de un resplandeciente presente. En la etapa de Lucas Mondelo al frente de la selección, España sólo ha perdido dos partidos en tres temporadas. Campeona de Europa en 2013, en Francia, subcampeona mundial en Turquía cayendo sólo ante Estados Unidos, y bronce continental hace dos semanas en Hungría, tras enderezar ante Bielorrusia la revancha tomada por Francia en semifinales. Todo ello, con una selección donde la columna vertebral (Torrens, Xargay, Nicholls), apenas tiene 26 años, y en la que jugadoras jovencísimas comienzan a entrar ya, como la nacionalizada Astou Ndour o la talentosa base canaria, Leticia Romero.

Pero es que, más abajo, el vergel que actualmente es el baloncesto femenino, no deja de producir talento. La propia Romero lideró el oro sub 20 en Lanzarote hace siete días, en un equipo en el que varios nombres (Belén Arrojo, Laura Quevedo, Nogaye Lo), amenazan con asaltar la selección absoluta más pronto que tarde. Es la u 20 una categoría, la antesala del profesionalismo cuando la crisis lo permite, que ha sido dominada con puño de hierro por España en los últimos años. Desde 2009, los equipos nacionales han jugado todas las finales, con cuatro otros y tres platas, un registro sensacional.

Varias de las campeonas continentales en Canarias repiten ahora mismo con la sub 19 en el Mundial que se está celebrando en Rusia, entre ellas las citadas Quevedo y Lo. Sin embargo, allí la jefa de la generación es la espectacular Ángela Salvadores, que dejara a todo el mundo boquiabierto con sus 40 puntos en la final del Mundial sub 17 hace apenas un año ante Estados Unidos. La niña maravilla del baloncesto patrio, un auténtico ciclón al que nadie sabe ponerle un techo, y que, dadas las dificultades de los clubes españoles, a partir de la próxima temporada viajará a Estados Unidos para enrolarse en la prestigiosísima Universidad de Duke. En esta categoría sub 19, España ha jugado semifinales en los cuatro últimos torneos, alcanzando en dos ocasiones la final. Una vez termine el Mundial, Salvadores doblará y disputará el europeo sub 18 de Eslovenia, en el que España, campeona en 2013 y tercera en 2014, buscará al menos reeditar la presea del pasado año.

Pero donde más espectaculares son los resultados españoles, es sin duda en la categoría cadete (u16), la primera con competición oficial internacional, y en la que, desde 2008, España ha ganado cinco de los siete europeos celebrados, siendo tan sólo quinta en 2010 y tercera hace un año. Este verano, el torneo europeo se celebrará en Portugal entre el 13 y el 23 de agosto.

Un balance absolutamente espectacular que indica el dominio del baloncesto femenino de nuestro país en categorías de formación en el último lustro, casi década. Si bien las Amaya Valdemoro o Elisa Aguilar ya se marcharon, el futuro parece más que garantizado, con el gran objetivo del Mundial 2018, que se celebrará en España, y al que la generación actual llegará en plena madurez y con el sumatorio de las perlas que vienen apretando por detrás. La única duda, como siempre, puede venir por el aspecto físico, y la relativa carencia de jugadoras verdaderamente dominantes en la zona, pero desde luego, en un juego cada vez más tendente a las pequeñas y pequeños, la cantidad de talento exterior que genera España en las últimas temporadas no es comparable a ningún otro país europeo.

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