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El Real Madrid destrona al Fenerbahce y ya tiene la Décima (85-80)

El Real Madrid supera al campeón en Belgrado y conquista su décima Copa de Europa, en una temporada marcada por las numerosas lesiones.

El Real Madrid supera al campeón en Belgrado y conquista su décima Copa de Europa, en una temporada marcada por las numerosas lesiones.
Los jugadores del Real Madrid posan con el trofeo de la Euroliga conquistado en Belgrado. | EFE

Habían transcurrido solo unos segundos desde que los Houston Rockets ganaran el título de campeón de la NBA de 1995 cuando su entrenador, Rudy Tomjanovich, dejó en una entrevista televisiva una de esas frases para el recuerdo: "Nunca subestimes el corazón de un campeón", declaró el afamado técnico después de lograr su segundo anillo con los tejanos. No lo hizo, pero si Pablo Laso hubiera dicho esas mismas palabras tras el triunfo del Real Madrid en el Stark Arena de Belgrado frente al Fenerbahce (85-80), que da a la entidad merengue su 10º título histórico en la Copa de Europa, habría tenido razones sobradas para espetar las mismas palabras que Tomjanovich.

Porque verdaderamente, el triunfo blanco en la Euroliga de 2018 deberá ser recordado como uno de los más meritorios sin duda en la prolija historia de la entidad. Una temporada complejísima desde que el ligamento cruzado de la rodilla de Sergio Llull estallara en Tenerife, semanas antes de que también lo hiciera el del serbio Ognen Kuzmic. Un curso en el que cayeron con lesiones de notoria gravedad Gustavo Ayón, Anthony Randolph, y Facundo Campazzo, en el que Trey Thompkins desapareció durante semanas por un grave problema familiar, y en el que los rumores sobre el futuro de piezas determinantes en el juego de Pablo Laso, como Rudy Fernández, y sobre todo Luka Doncic, nunca dejaron que el entorno fuera a priori el deseable para pensar en que la solidez mostrada por los blancos en Belgrado pudiera aparecer. En resistir todo eso debe consistir eso del corazón de un campeón.

Y sin embargo, las piezas poco a poco se fueron uniendo para que el Real Madrid lograra su décimo entorchado Europeo. Llegó Walter Tavares para demostrar, si era necesario, que Laso sabe jugar con un `5´ puro. Volvió Sergio Llull como pocas veces ha vuelto nadie de una lesión de tamaña gravedad. Luka Doncic se convirtió en una leyenda del baloncesto europeo con apenas 19 años, y el Madrid aterrizó en Belgrado con sus tres bases disponibles a la vez por primera vez en el curso. Quizá como parte de la guerra psicológica, pero Zeljko Obradovic, `Mister Euroliga´, que también buscaba su decena de títulos, había dejado caer en la previa que su rival llegaba "en el mejor momento de la temporada". Tirase o no de manual el serbio, el caso es que los hechos le han dado sobradamente la razón. El entramado defensivo preparado por Pablo Laso para la Final 4 fue excelente, y el nivel de acierto de sus jugadores, el necesario para levantar un trofeo de tanto valor. Por cierto, el primero en 38 años conseguido fuera de España, dejando por el camino un playoff durísimo ante Panathinaikos, en el que tras perder el primer partido parecía para los más agoreros que la temporada se iba a pique, y ya en Belgrado, a los dos equipos más poderosos del actual baloncesto, el CSKA de Moscú y el Fenerbahce.

Más allá de vencer a semejantes rivales, el esquema de Pablo Laso logró empequeñecerlos. Si en la semifinal el talento del `Chacho´ Rodríguez se oscureció casi como nunca, en el duelo final esa plantilla extraordinaria que es el Fenerbahce pareció un equipo menor de lo que obviamente es, aferrado durante muchísimos minutos al talento ofensivo de Nicoló Melli y al poderío físico de Brad Wanamaker. Porque del resto apenas hubo noticias: ni Sloukas, ni Datome ni Vesely, valladares habituales, estuvieron al nivel, ahogados en una tela de araña complejísima tejida por el entrenador vitoriano del Madrid, con Tavares inabordable como eje y una enorme movilidad del resto de piezas alrededor del caboverdiano, con el Rudy Fernández más fresco físicamente de los últimos años convirtiéndose en la perfecta némesis para el talento ofensivo de Datome. Y eso que al Madrid, como ante el CSKA, le había costado entrar al partido, sufriendo los puntos del gigantón Duverioglu y con Doncic tirando de los suyos de camino a un MVP más que sumar a una abrumadora colección con apenas 19 años. Sin embargo, al igual que ante los rusos, los blancos crecieron a partir de la que ha sido su seña de distinción en la era Laso: cuando llovieron los triples de Causeur, Rudy, Llull y Randolph, el Madrid tomó la iniciativa (25-17) para ya no volver a soltarla prácticamente nunca.

Por más que ese viejo zorro que es Obradovic lograra embarullar el juego para llegar al descanso por delante (38-40), Laso en cierta medida había logrado mellar la moral de algunos de los puntales del laureado técnico de Cacak. Emergió ahí otra de las claves de este equipo tan coral, en el que jugador 12 jugadores y anotaron 11, como el viernes. Un grupo con capacidad para que cualquiera pueda cambiar las tornas del juego, por decisivo que sea el duelo. Y ahí le tocó a Fabian Causeur agigantarse en una segunda parte memorable en la que voló hasta los 17 puntos con una determinación ofensiva admirable que lideró a los suyos como el mejor ansiolítico posible en un escenario volcado con un rival sorprendentemente aturullado y en manos de la muñeca de Melli (28 puntos finales) y los arreones de Wanamaker. Con el oponente superado, una antideportiva a Vesely secundada por un triple de Carroll dejó al Madrid a las puertas del Olimpo por décima vez (71-61).

Pero no sería sin sufrir. Progresivamente, caerían Llull y Doncic eliminados por faltas, y las dudas lógicas aparecerían, mientras Gustavo Ayón rezaba en un banquillo donde Felipe Reyes cruzada todos sus dedos durante minutos, probablemente con sus uñas clavadas en la piel. Y entonces, en el único momento de duda de Causeur, con dos tiros libres fallados que pudieron costar caros, un providencial palmeo de Trey Thompkins devolvió a la retina blanca aquel mitad robo mitad rebote de Ricky Brown en la Recopa de 1992, para entrar de lleno en la historia madridista. Un déjà vu definitivo para que la Décima volara hacia Madrid con un sabor de lo más especial. Derrotar a Zeljko Obradovic en una final, y hacerlo precisamente en Belgrado, es algo al alcance de pocos. Principalmente, de aquellos con un corazón de campeón.

Ficha técnica

Real Madrid, 85 (21+17+25+22): Causeur (17), Doncic (15), Reyes (6), Campazzo, Ayón (4) -equipo inicial-, Randolph (3), Rudy (5), Carroll (9), Tavares (8), Llull (5), Thompkins (10) y Taylor (3)
Fenerbahce, 80 (17+23+15+25): Wanamaker (14), Guduric, Kalinic (7), Vesely (3), Duverioglu (8) -equipo inicial-, Thompson, Melli (28), Sloukas (7), Nunnally, Muhammed (7) y Datome (6)

Árbitros: Luigi Lamonica (Italia), Borys Ryzhyk (Ucrania) y Olegs Latisevs (Letonia). Sergio Llull fue eliminado por cinco personales (m.37)
Incidencias: Final de la Euroliga 2017/18 disputada en el Stark Arena de Belgrado ante 16.967 espectadores. José Ramón Lete, secretario de Estado para el Deporte, asistió al partido

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