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Francis Alonso, el español que triunfa en la NCAA: "España no da tantas oportunidades como Estados Unidos"

El escolta malagueño analiza para Libertad Digital su exitoso periplo en el baloncesto universitario americano y sus planes de futuro.

El escolta malagueño analiza para Libertad Digital su exitoso periplo en el baloncesto universitario americano y sus planes de futuro.
Francis Alonso posa para LD | LD (JMP)

Hace cuatro temporadas, siendo ya uno de los grandes valores de la cantera en España, Francis Alonso Martínez (Málaga, 25 de mayo de 1996) afrontó la encrucijada que encaran la inmensa mayoría de los jóvenes valores del baloncesto nacional. Ante la dificultad de dar el salto a la elite de la canasta nacional por la complejidad de encontrar una oportunidad, y dada la evidente carencia que el baloncesto español tiene de una categoría que remate el crecimiento de sus jóvenes, decidió que su camino a la cúspide sería el más largo en kilómetros, pero el que cada vez para más voces es el más corto en posibilidades de éxito. Se enroló en la Cushing Academy de Ashburnham (Massachusetts), preparando el salto a la prestigiosa liga universitaria estadounidense, la NCAA. Ahora, convertido en la gran estrella de la Universidad de North Carolina Greensboro (UNCG), se prepara para su último año como amateur antes de dar el salto al profesionalismo. Durante su estancia en la capital de la Costa del Sol, y tras aparecer en la primera lista de Sergio Scariolo de cara a la última ventana FIBA de clasificación para el Mundial de China 2019, recibe a Libertad Digital para charlar sobre un presente brillante y un futuro en el que no pocos ven a una de las grandes esperanzas de nuestro baloncesto.

P: Cuatro años en Estados Unidos. Si mira atrás y hace balance, ¿Qué piensa?

R: Si lo vemos así, ha habido un cambio muy grande en cuanto a madurez. No sólo por vivir sin mi familia y mis amigos, fuera de mi casa, sino por el simple hecho del reto que ha supuesto. Dar el paso con 17 años de irte a otro país, con otro idioma, aprendiendo a vivir solo y desenvolverse y adaptarse a otra cultura. Y dejar atrás tu casa, que es Málaga, tu zona de confort, fue difícil. Pero lo que tenía en mente cuando lo hice era cambiar mis rutinas, y afrontar con entusiasmo un reto. Y la verdad es que he tenido suerte.

Tengo entendido que, como es lógico, el más jodido fue el primer año aún en el instituto, antes de llegar a la universidad. ¿Se llegó a plantear volver a España?

Desde luego. En los primeros días. Lo pasé mal con la primera impresión, e imagínese mis padres, sobre todo mi madre. Habíamos estudiado profundamente distintos tipos de colegios, estancias, cómo podría ser mi habitación… Y la verdad es que esperaba otra cosa. Cuando llegué a la habitación, fue muy distinto a lo que esperaba. Había imaginado algo parecido a un hotel de tres estrellas, y me encontré con algo de una estrella como mucho. Me defendía un poco en inglés, pero necesitaba profundizar. Y todo empezó a ir a peor. Llegué al aeropuerto, yo solo, y allí no había nadie. Tuve que llamar al colegio, defendiéndome en inglés como podía, buscando una persona que me ayudara. Tras varias llamadas cruzadas con varias personas alguien me dijo que mi entrenador venía a recogerme. Y cuando llegué al colegio, claro, en la web salían las habitación más nuevas, las que más lucían. Es un colegio internacional con mucho dinero, y que reserva las habitaciones buenas para la gente que va pagando. A los deportistas becados digamos que no les ponen las mejores instalaciones. Así que llegué a mi habitación individual, me senté en la cama, y aquello era como mucho 5x5 metros, poco más que un armario y una cama. Me encontré eso y lo pase mal. Llamé a mis padres llorando, mi madre lloró mucho también. Pero bueno, acabé adaptándome. Ese primer año fue una montaña rusa. Pero ahora lo miro y estoy seguro de que fue el año que más me ayudó, en el que maduré como persona. Fue clave para ahora estar tan cómodo fuera de casa.

Hablemos de la formación del jugador en Estados Unidos. Todo el mundo reconoce la mejora técnica, pero los críticos hablan de poco aprendizaje táctico y poca competitividad. ¿Cuál es su opinión?

En cierto modo tienen razón. Tácticamente los jugadores empiezan a aprender baloncesto ya en la universidad. Así piensan allí. Los niños de 9 o 10 años que son buenos en su colegio desarrollan mucho el 1x1. Aquí, por ejemplo en Málaga, los niños ya a esa edad tenemos un desarrollo del juego mucho más colectivo. Eso en Estados Unidos no lo vas a encontrar, hasta la universidad no lo trabajan. Y es por eso que ahora muchos equipos de Estados Unidos quieren jugadores europeos, porque les ayuda mucho en ese sentido. Pero le digo una cosa: la ética de trabajo es insuperable. Nada más llegar allí, ya en el instituto, no sólo en la universidad, todos los jugadores, de 17 o 18 años, buscan sus horas libres para trabajar más y más, a nivel técnico o físico. Y yo lo que recuerdo es que en Unicaja, que es uno de los mejores clubes de cantera que hay en España, nunca nadie me planteó durante la temporada que viniera un rato antes de los entrenamientos a trabajar. Nunca tuve esa rutina que ahora veo día a día en Estados Unidos.

Y claro, no es sólo que usted quiera entrenar más horas, sino que tiene a gente a su disposición para ello.

Exacto. En nuestro equipo por ejemplo hay cuatro encargados de ello. Trabajan contigo y también rebotean. Aparte de los entrenadores. Por ejemplo, en este que ha sido mi tercer año, mi entrenador, a todos los jugadores que hemos querido nos ha puesto una hora a hacer yoga a las 6:30 am cada mañana. Son cosas que sirven para mejorar tu cuerpo, tu movilidad. Después del yoga tenemos vídeo con el entrenador, para ver los partidos, o analizar el juego. Y por la tarde, después del entrenamiento, hacemos sesiones específicas para mejorar las carencias que hemos visto en el vídeo. Aquí en España nunca tuve la oportunidad de hacer algo así. Y ojo, no hablo en contra de Unicaja u otros clubes españoles. Sólo transmito la forma en que se trabaja allí. Es todo muy profesional. Y al igual que ellos no tienen nuestra táctica, desde luego tienen otras que nosotros no tenemos. Para mí, haberme ido allí ha supuesto encontrar un punto medio: ser el jugador capaz de leer el juego como me enseñó Unicaja, pero a su vez tener una ética de trabajo y una rutina que no tenía aquí.

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Alonso lanza a canasta durante un partido con su universidad. | UNCG

¿Y respecto a la competitividad? Los hay que defienden que a usted le interesaría más jugar ya a su edad con jugadores de LEB Oro que con chavales universitarios, ¿Qué piensa?

(Se ríe). No, yo creo que a nivel NCAA ahora mismo hay más nivel que en LEB Oro. Vengo de estar en la concentración de la selección sub 22 de España, y tengo experiencia en entrenamientos de ACB, de LEB Oro, de EBA y de 1ª Nacional. Y ahora de NCAA. Y a mí los que me están haciendo mejor ahora son mis compañeros. Le aseguro que lo he pasado bastante peor defendiendo a jugadores de allí que a los de aquí. Y en ataque igual, también me ha costado más atacar a los de allí. Y en el juego, Marc García es un gran ejemplo. Ha sido MVP en el Europeo sub 20 de Finlancia de mi generación en el que estaban Lauri Markkanen o el turco Omer Yurtseven, que está jugando ahora en NCAA y seguramente será NBA el año que viene. Y no juega nada en ACB. Y allí ya le digo yo que vas a competir todos los días, no sólo en partidos, sino en entrenamientos. Yo he encontrado una competitividad que me ha ayudado a venir aquí y a lo mejor verme dos o tres pasos por delante de mis compañeros de generación. Viendo esto, tengo claro que hay una competitividad mayor allí. De hecho, he jugado contra gente que ya está en NBA, también.

Parece obvio que le recomendaría a cualquiera que siguiera sus pasos.

Desde luego. Y no sólo por el baloncesto. La opción de poder estudiar a la vez, gratuitamente además, y vivir en Estados Unidos, es algo único. Entiendo que haya quien no dé el paso por miedo suyo o de los padres. Pero en mi caso, casi fueron mis padres los que me empujaron a hacerlo, los que me ayudaron a buscar esa madurez. Y por eso estoy muy agradecido a ellos, porque estoy viviendo la mejor experiencia de mi vida.

Hablemos de nombres propios: Sebas Sáiz ha tenido un éxito similar al suyo en NCAA. Sí tenemos el caso de Ángela Salvadores en el basket femenino, que sólo estuvo un año en Duke antes de volver. Y en el lado contrario, ha nombrado a Marc García, y es lógico. La comparación con usted es muy odiosa ahora mismo. Lleva dos años sin rascar bola, ni en el Betis ni en el Barça.

Hablo de Marc porque es muy amigo mío, y hemos compartido muchos minutos y charlas. Sé los problemas por los que ha pasado por haber decidido quedarse en España, sin poder estudiar, jugando pocos minutos y sin cumplirse sus expectativas. Ha sido muy duro para él, y estoy muy orgulloso de él porque sigue trabajando y sin rendirse. Pero viendo el talento que tiene, día a día es algo que se está desperdiciando. España no da tantas oportunidades como Estados Unidos ahora mismo. Siendo honestos, hay que decirlo así.

¿Entiendo que en esas conversaciones más de una vez le habrá planteado que debería haberse marchado?

Me lo ha planteado, sí, me ha preguntado muchas cosas. Es una decisión que tuvo que tomar en su día. ¿Si se arrepiente? Yo creo que sí. A nivel jugador él sabía que yendo a Estados Unidos iba a crecer, físicamente y técnicamente. Pero él tomo su decisión en su día y debe seguir con ella.

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Francis Alonso (izquierda), durante su charla con LD.

Vayamos al día a día de la NCAA: usted sigue viviendo en una habitación aunque ahora sea más amplia que la primera, pero nada de casa, sueldos, ni cosas así. Y realmente es una estrella en su universidad. Le mantienen los pies en el suelo.

Eso es, totalmente. Hay una pasión increíble sobre la propia universidad. Estudiantes, profesores, incluso antiguos alumnos sienten mucho los colores. Y luego hay gente que ha pasado por allí y le ha aportado tanto que decide poner dinero para que ese programa deportivo siga creciendo. En North Carolina Greensboro es el caso de Kyle Hines, que está tan agradecido que quiere aportar cosas a su universidad. En mi primer año allí donó 5.000 dólares para remodelar los vestuarios. Y ahora sigue dando dinero para reforzar las becas deportivas. Yo, de hecho, ya he pensado que me gustaría algún día hacer eso, poder aportar algo a la universidad o la ciudad de Greensboro. Realmente recibes mucho amor allí, porque se identifican muchísimo con su universidad, y en UNCG el baloncesto es sin duda el deporte más popular. Ves casas decoradas con los colores de la universidad, y flipas. Además, la tradición marca que tus hijos vayan a la misma universidad que tú. Eso desde luego no pasa en España. Así que es verdad, a veces estás muy halagado, pero la universidad hace un gran trabajo manteniéndote los pies en el suelo.

¿Qué opina de la reciente polémica sobre el sistema NCAA? ¿Cree que los jugadores terminarán cobrando?

Ahora mismo no recibimos un salario, pero sí una ayuda que llaman cost of attendance , que es un dinero que nos dan para nuestros gastos, en torno a 5.000 dólares anuales, no es demasiado. Pero creo que el paso se ha dado, y se va a seguir avanzando en que los jugadores tengan cierta compensación más allá de la académica. Por ejemplo en mi equipo hay algún jugador sin beca, y va a clase, entrena y luego tiene que trabajar también. Pero la NCAA genera mucho, la March Madness da muchísimo dinero, mucho. Y a este paso, los jugadores tendrán cada vez más ayuda salarial. Creo que en un par de años habrá alguna modificación para ese cambio, para el que ya hay jugadores de la NBA apretando.

Acerca de su evolución física, le veo mucho más fuerte que hace unos años. ¿Cree que ese cambio hubiera sido igual estando en Málaga, o el factor Estados Unidos ayuda también?

Habiendo estado en ambos lados, me he dado cuenta de una cosa que es fundamental: la alimentación. Es algo que no pensaba mucho antes, pero cuando me encaminé hacia intentar vivir de esto lo noté. En cuanto llegué allí me di cuenta. La comida americana me hizo ganar peso. Al mismo tiempo, empecé a hacer muchas pesas, y gané mucho volumen también. Así que llegó un momento en el que me encontré, no gordo, pero sí muy voluminoso. Y me paré a pensar en que si iba a estar cuatro o cinco años en Estados Unidos necesitaba un cambio. Allí alimentariamente es difícil. En el primer año lo pasé mal, y cuando entré en la universidad me puse muy fuerte. De las pocas cosas que me arrepiento de la aventura americana fue lo rápido que gané todo ese peso, porque ahora está siendo difícil bajarlo. He perdido casi 10 kilos en las dos últimas temporadas. Pero a nivel de preparación física la universidad me ha dado una gran formación y trabajo. Me han dado una base que estoy siguiendo para encontrar el cuerpo que quiero.

¿Tienen asesores nutricionales en la universidad?

Todo ha sido como una progresión. En el primer año comía en un comedor con entrada ilimitada, y después de cada entrenamiento estaba siempre ahí, más luego las comidas normales. Obviamente gané peso, también con las pesas. En el segundo año era igual, pero ya era consciente de que tenía que comer menos. Y la comida del comedor no era la mejor para bajar peso. En el verano del segundo año fue cuando el entrenador me dijo que me iban a poner una dieta que traen de un supermercado orgánico. Y ahora estoy con esa dieta que me dan cuatro días en semana, y el resto de días yo mismo voy a ese supermercado a comprar. Pollo, salmón, verduras y frutas. En eso básicamente se basan mis comidas y cenas. Me queda un año más y como le digo habré bajado 10 kilos en los dos últimos años. Creo que este cuarto año me servirá mucho para afianzar este tipo de vida de cara a ser profesional.

Sobre su etapa malagueña, ¿Cree que apellidarse Alonso fue un problema?

Obviamente hubo de todo. Hemos tenido problemas, y en la familia lo sabemos mis hermanos y yo. Son cosas con las que hay que vivir. Pero al mismo tiempo, no puedo comparar esos problemas con todo lo que me ha dado el apellido, a nivel baloncestístico y personal. Mi padre es mi ejemplo y mi modelo. Ha sido jugador profesional, entrenador de Unicaja y sabe mucho sobre baloncesto. Pero sobre todo, me ha enseñado mucho aparte del deporte. A encontrar el significado a lo que hago en la vida. A tener ganas por hacer cosas y hacerlo con ética de trabajo. Todo eso me lo enseñó él desde el primer día, y eso nadie me lo va a quitar.

En la primera lista de 24 jugadores para la última ventana FIBA, usted fue la gran sorpresa. ¿Cómo fue ese proceso?

La verdad, me enteré por sorpresa si le soy sincero. Llevo tiempo en contacto con Scariolo, ha habido varias llamadas durante el año, me ha mandado mensajes… Me ha seguido bastante y le estoy muy agradecido. Hace unas semanas, mi padre me avisó de que iba a salir la selección sub 22, y que se iba a concentrar en Guadalajara, igual que la absoluta. Y por lo que me dijo, Scariolo quería verme y evaluar mi progresión. Así que supe que me convocaba la sub 22. Al día siguiente recuerdo que cuando me desperté en Estados Unidos tenía el móvil lleno de felicitaciones. Yo no sabía qué estaba pasando (se ríe). Y claro, me enteré que estaba entre los 24. Ese momento fue inesperado, muy especial. Fue un premio. Ya ha pasado esa ventana, y la concentración de la sub 22 también, pero el hecho de estar entre esos nombres ha sido muy especial para mí. Además, Scariolo estuvo en casi cada entrenamiento durante la concentración, y hemos tenido varias conversaciones allí que han sido muy positivas acerca de mi futuro como jugador y mis posibilidades con la selección. Estoy muy agradecido por todo y muy ilusionado con lo que viene por delante.

En la ventana de septiembre será difícil, pues parece que habrá mucha gente de NBA y Euroliga disponible. Pero, ¿Si le convocaran durante la temporada, podría venir desde Estados Unidos?

Es algo que nunca ha pasado, y no sé qué ocurriría. Mi entrenador sabe lo mucho que significa España para mí. Y sé que él y Scariolo han hablado bastante sobre mí. No sé muy bien qué pasaría si me seleccionan, si la universidad me dejaría o no. Ahora mismo toca seguir trabajando igual, porque para qué cambiar algo que ha funcionado hasta ahora.

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Alonso (10), durante un partido del Europeo sub 20 de 2016. | FEB

¿Cuántos equipos ACB le han llamado este verano?

Ninguno.

No le creo.

Ninguno. No sé si es porque saben que voy a volver a Estados Unidos. Lo que sí es cierto es que hay interés de algunos equipos, que están dispuestos a presentar una oferta no para este año sino para el que viene cuando acabe el ciclo en UNCG. No le voy a decir quiénes son, pero sí que hay algunos con interés, y eso sí lo sé yo ya. Por supuesto, eso es otra motivación para seguir trabajando.

¿Y eso le genera cierta ansiedad? ¿Saber que es su último año en Greensboro, que el año que viene será profesional?

La verdad es que no porque hago lo que me gusta, y en ese sentido es muy fácil. A ver, la presión y el nervio de antes de los partidos lo he sentido siempre desde pequeñito. No es algo que me haga dudar. Pero sentir presión por el futuro, por si tengo que hacer un buen año, no. Confío mucho en lo que hago, y tengo muchas ganas de seguir trabajando con mi equipo, después de haber hecho el mejor año de la historia del programa. Presión no voy a tener porque mi trabajo me va a dar confianza para no dudar. Lo que tengo son muchas ganas de que empiece ya.

¿Le ayuda estar en Estados Unidos a aislarle de lo que se pueda decir en España?

Mi mentalidad siempre ha sido que a Estados Unidos voy a estudiar y jugar al baloncesto. En cuanto cojo el avión, cambio el chip. Siempre he tenido esa mentalidad. Y es lo que vuelve a tocar. Me queda un año por delante, 12 asignaturas para acabar la carrera (Administración de Empresas), y seguir trabajando para competir y ser mejor jugador. Cuando toque cambiar la mentalidad a profesional, lo haré, pero ahora mismo es esa.

¿Se ve con opciones de ser elegido en el próximo draft?

Con mis entrenadores y otra gente cercana ya he hablado para hacer algunos workouts con equipos NBA. No sé cuántos serán aún, pero alguno habrá. Y también algunas concentraciones que se hacen para traer a scouts para que vean a jugadores. Tengo que centrarme en lo que toca, y cuando llegue el verano próximo no será tan distinto, será mi ilusión por ser mejor y vivir profesionalmente de esto, que siempre ha sido mi objetivo. Así que estoy contento porque solo queda un año para ello, pero aún no toca eso.

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