Nuevo capítulo en los movimientos estratégicos que se están produciendo en las últimas semanas en el baloncesto europeo. Y es que no sólo en España bajan las aguas revueltas con la competición nacional después de la intención, adelantada por el programa 'Tirando a Fallar' de esRadio, del Real Madrid de plantear a sus socios una hipotética salida de la ACB tras lo ocurrido en la final de la Copa del Rey.
El siguiente giro de tuerca se ha producido en Grecia, y puede ser de una enorme relevancia pese a que fuera poco menos que un secreto a voces. Y es que en el país heleno debía de jugarse este domingo el derbi ateniense entre Olympiacos y Panathinaikos, pero los de El Pireo cumplieron con su amenaza y finalmente no se presentaron al mismo, que debía de jugarse en su propio feudo, el Pabellón de la Paz y la Amistad, junto al puerto de Atenas.
El motivo de esta problemática tuvo su punto de partida en la semifinal de la última copa griega, cuando los de David Blatt abandonaron el partido al descanso desconformes con el arbitraje ante su eterno rival, con el Panathinaikos dominando por 40-25. 24 horas después, el Olympiacos publicó un comunicado informando de que no volvería a jugar ante su vecino en la competición local si los árbitros eran griegos. Y eso es justamente lo que se ha cumplido en la siguiente oportunidad en que ambos debían enfrentarse: los blanquirrojos no se han presentado, lo que supone su derrota por 0-20 y una posible multa de la liga griega. Las dudas en Grecia ahora se centran en qué ocurrirá en el caso de su los dos grandes rivales de la capital volvieran a enfrentarse en los 'playoffs' por el título.
Llegados a ese punto, si el Olympiacos mantiene su pulso y decide no jugar ante los verdes salvo que los árbitros fueran extranjeros, el riesgo podría ser importante, ya que acumular tres incomparecencias en la competición acarrearía el descenso automático del equipo de Vassilis Spanoulis a la segunda división griega. Previendo ese posible escenario, los blanquirrojos están valorando la posibilidad de abandonar la liga griega y unirse a la liga adriática (ABA), competición supranacional que juegan equipos de diferentes países balcánicos, y cuyo ganador tiene acceso a la Euroliga. Sin embargo, al conocer la intención de sus vecinos, no tardó el Panathinaikos en dejar caer su intención de enrolarse también en la ABA, en lo que en Grecia no se considera mucho más que una provocación de los verdes a su gran rival histórico.
La guerra entre los hermanos Angelopoulos, propietarios de Olympiacos, y Dimitris Giannakopoulos, dueño del Panathinaikos, no es sino una más de las que se están produciendo en el baloncesto continental, con una posible gran ampliación de la Euroliga como telón de fondo. En España, la final de Copa entre Real Madrid y Barcelona sigue coleando, al igual que en Turquía, con victoria del Fenerbahce ante el Efes y el técnico de los derrotados declarando que "deberíamos haber dejado el partido como el Olympiacos", o en Serbia, donde el presidente del Estrella Roja, tras caer en la final copera ante el Partizan de Belgrado insinuó que "los árbitros actuaron de forma malvada contra nosotros", añadiendo una petición al "Estado de que investigue lo que sucede en el baloncesto serbio y que proteja el deporte". La lucha de poder del baloncesto en el Viejo Continente sigue dando pasos hacia adelante, con un futuro demasiado incierto y que en nada beneficia al propio deporte.