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El baloncesto, vía de escape de las monjas Agustinas de clausura del Convento de San Leandro

La congregación, famosa por sus yemas de azúcar y huevo, fabrica actualmente 600 mascarillas diarias, pero no deja de ensayar su tiro a canasta.

La congregación, famosa por sus yemas de azúcar y huevo, fabrica actualmente 600 mascarillas diarias, pero no deja de ensayar su tiro a canasta.

Situado en la Plaza de San Ildefonso de Sevilla, el Convento de San Leandro, fundado en 1295 por la Orden de Agustinas, es principalmente conocido por las famosas Yemas de San Leandro, una antiquísima receta a base de yema de huevo y azúcar que lleva siglos siendo elaborada por las monjas de clausura que habitan el convento. Sin embargo, en los últimos días ha saltado a la luz pública una no tan conocida afición de las citadas religiosas: jugar al baloncesto.

Un hábito que no es nuevo. Comenzó hace algo más de dos décadas, tal y como explicó Sor Natividad, la madre superiora de la congregación, este domingo en Tirando a Fallar, el programa sobre baloncesto de esRadio. "Teníamos unas canastas muy viejas en el partido de cuando empezaron a venir las jóvenes al convento porque ellas tienen la costumbre de hacer mucho deporte en África. La verdad es que estaban ya regular, pero ahí jugaban como buenamente podían", explicó la religiosa, que recuerda cómo desde el primer momento quisieron que sus novicias no perdieran la costumbre de echar unos tiros a canasta cuando podían. "Nuestra vida es muy sedentaria porque normalmente o estamos de rodillas en el coro o sentadas haciendo yemas. Por eso, sobre todo las más jóvenes, necesitamos movernos un poco y hacer ejercicio", explicó.

Sin embargo, y pese a que es una costumbre algo más instaurada en las religiosas de menor edad, Sor Natividad quiso dejar claro que, con los años, el baloncesto se ha convertido en una rutina más o menos habitual dentro de la actividad del convento. "Solemos jugar a veces en el recreo de la noche, porque en el verano hace calor para encerrase ya, y también algún día de fiesta después de comer. Pero ya no juegan sólo las jóvenes, somos dieciocho y hacemos dos equipos de nueve", remarcó.

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Y es que la canasta es en cierto modo también una válvula de escape para ellas. "A veces si estamos cansadas del trabajo pues jugamos un partido también para descansar un poco", aclaró la religiosa en esRadio, remarcando igualmente el buen nivel de algunas de sus hermanas de congregación. "Hay dos que son muy buenas, de hecho la más joven jugaba en su colegio habitualmente y es la mejor y la que más canastas mete", expuso entre risas.

Eso sí, cabe reseñar que, desde hace seis años, las religiosas cuentan con mejor material del que tenían cuando todo surgió. Quizá se deba al azar, pero el hecho es que la visita en junio de 2014 del entonces alcalde hispalense, Juan Ignacio Zoido, para firmar un convenio para la financiación de unas obras de rehabilitación del convento, catalogado como Bien de Interés Cultural, cambió en cierto modo el destino. "Vio las canastas y nos preguntó cómo podíamos seguir jugando en esas, pero era lo que teníamos. Así que nos dijo que iba a hablar con la selección española (en alusión a la Federación Española de Baloncesto), que iba a pasar por Sevilla, a ver si nos podían ayudar", relata.

Efectivamente, coincidiendo con el amistoso entre España y Angola de preparación para la Copa del Mundo de 2014, una delegación de la FEB visitó el convento y llevó a cabo la donación de "un par de canastas y balones", evocó Sor Natividad. Aquel día pasaron por San Leandro (y jugaron unos minutos con las religiosas) además del entonces presidente FEB, José Luis Sáez, tres históricos de nuestro baloncesto: Jorge Garbajosa (hoy presidente de la federación), Fernando Romay y la sevillana Isa Sánchez.

En todo caso, la ocupación principal de las religiosas obviamente no tiene que ver con la pelota naranja. Eso sí, la grave crisis sanitaria que azota España por la pandemia del coronavirus ha cambiado radicalmente su modus operandi diario. "Como ya nadie venía a comprar las yemas, tuvimos que dejar de hacerlas y decidimos dedicarnos a hacer mascarillas para quien las necesite por la carencia de material sanitario", expuso Sor Natividad en Tirando a Fallar. "Nos estamos dedicando plenamente a ello. Hacemos unas 600 diarias, llevamos ya unas 10.000 entregadas", reseñó, explicando que las están repartiendo para su uso por parte de "hospitales, asilos, policía o guardia civil", así como también para no pocos particulares que acuden "cada día acuden al torno" y que describe como "familias que se van preparando para empezar a salir".

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Las religiosas, señala, no hacen excepciones y entregan mascarillas "a todo el que viene a pedirlas". Se trata, por supuesto, de un "trabajo altruista por el que no pedimos nada a cambio y solo hay alguna gente que nos ayuda con su voluntad para comprar los materiales". En todo caso, y pese a lo inestimable que resulta la ayuda social que dan con su ocupación actual, las monjas de clausura de San Leandro tienen claro que su futuro, cómo no, pasa por las yemas de huevo y azúcar. "Ojalá pronto podamos volver a ellas porque ése es nuestro principal sustento", aclaró. Sería la mejor señal posible. Esa, y que el balón nunca deje de botar en el histórico convento sevillano.

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