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El presidente del San Pablo Burgos obliga a sus jugadores a arrodillarse y pedir perdón por descender

Félix Sancho bajó al parquet hecho un basilisco y obligó a voz en grito a sus jugadores a arrodillarse y pedir perdón al público asistente.

Félix Sancho bajó al parquet hecho un basilisco y obligó a voz en grito a sus jugadores a arrodillarse y pedir perdón al público asistente.
Vitor Benite. | Cordon Press

Crónica de una muerte anunciada. El San Pablo Burgos, equipo revelación del baloncesto español las últimas tres temporadas, consumó su descenso a la LEB Oro tras caer ante el Urbas Fuenlabrada con estrépito (66-83) en la última jornada de la Liga ACB. Con la decepción a flor de piel, instantes después del desenlace el Coliseum de Burgos se convirtió en una especie de Coliseo de Roma. Y no porque los 9.568 espectadores que abarrotaron el pabellón señalasen con el dedo pulgar hacia abajo pidiendo alguna cabeza. La afición burgalesa, lo mejor del club, no dejó de aplaudir pese a la desazón que les invadía del momento.

Más bien lo pareció por la escenificación de su presidente, Félix Sancho, que bajó al parquet hecho un basilisco y obligó a voz en grito a sus jugadores a arrodillarse y pedir perdón al público asistente. El máximo mandatario no utilizó el dedo pulgar, como los emperadores romanos, pero sí el índice para, rodilla en tierra, exigir a los suyos que hiciesen ese gesto de arrepentimiento hacia su afición.

Tiene que ser duro perder la categoría para un club que viajó de la nada a la luna en apenas en seis temporadas. Tras su fundación en 2015, el Burgos logró el ascenso a la ACB, donde se consolidó llegando a ser semifinalista de Liga (2019-20), doble campeón de la Basketball Champions League (2020 y 2021), cuartofinalista de Copa y sexto en Liga (2021). Pero las formas de su máximo mandatario dejaron mucho que desear y sólo tienen explicación por el calentón y la rabia del momento.

Pedro Martínez, sabio entrenador del BAXI Manresa, reaccionó en las redes ante este hecho con su habitual sentido común, reprobando la actitud del presidente burgalés: "No se debe pedir perdón cuándo se pierde si has sido un buen profesional. Menos aun obligar a hacerlo por parte del que toma decisiones. Bien es verdad que tampoco se deben tomar decisiones si no se tiene ni idea", escribió.

El entrenador del Burgos, Paco Olmos, que dejó el Breogán ya iniciada la temporada (el 10 de enero) para embarcarse en el proyecto burgalés, no se lavó las manos como Pilatos tras el fracaso, pero casi. "Nos invade la decepción y duele mucho especialmente por la afición. Asumo la responsabilidad que toca, pero no es momento de mirar a nadie. Es un cúmulo de muchas cosas en una competición de diez meses. Ha faltado un toque atlético", explicó.

"Jamás me arrepentiré de tomar la decisión de venir a Burgos", apuntó. "En el Breogán todo funcionaba bien pero es un proyecto que tiene limites, pero el del Burgos es un proyecto grande y sólido que ha vivido todo el éxito a pesar de ser un equipo joven y ahora todo el sufrimiento ha venido junto".

Quién sí metió el dedo en la llaga fue Xavi Rabaseda, que desde su experiencia y veteranía, no eludió responsabilidades. "Teníamos que haber hecho los deberes mucho antes, dejamos pasar pasar muchas oportunidades. Estoy decepcionado conmigo mismo, con el equipo y con el trabajo que hemos hecho", comentó uno de los capitanes del equipo".

El alero tuvo un mensaje para los seguidores burgaleses: "Pido perdón a la afición y a la gente de Burgos por no estar a la altura. El equipo no ha estado bien en todo el año y por el último partido no se ha merecido ganar y salvarse", dijo el catalán.

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