Su triunfo zanjó la final sevillana en una actuación fenomenal, combinando dejadas oportunísimas con mortales globos, y decidiendo de la forma más acertada y rápida, un saque mortal, cuyo resto Roddick no acertó a colocar dentro. Moyá, que ya había dado el primer punto de la contienda al vencer a Mardy Fish en tres sets, tampoco dejó opción a Roddick, que se va de la capital hispalense sin haber logrado un solo triunfo.
Seguridad frente a velocidad
El norteamericano sirvió a 236 kilómetros por hora, pero la seguridad de Moyá y su motivación fueron dos obstáculos insalvables para el número dos del mundo. El juego de Moyá fue espectacular desde el principio cuando arrolló a Roddick con un parcial de 4-0 en solo 15 minutos. La combinación de sus dejadas y golpes de derecha anuló por completo a Roddick, que cedió el primer set en 36 minutos entregando su saque en el primer y cuarto juego.
En el segundo parcial, un despiste de Moyá en un remate fácil propició que Roddick dispusiera de tres puntos de ruptura. El americano aprovechó el segundo y se distanció en el marcador 3-1, pero el de Nebraska no supo aprovechar esta ventaja a continuación. Roddick cometió dos dobles faltas seguidas (falló cinco saques consecutivos) y Moyá, en un punto de gran pelea, restableció la igualdad. Llegado el desempate, el mallorquín controló mucho mejor este juego corto, mientras que Roddick cometió su cuarta doble falta. Un revés a la red del americano sirvió para que Moyá ganase por 7-1 este parcial en 59 minutos.
En el tercero, Moyá dispuso de su primera bola de partido cuando Roddick cometió su novena doble falta en el décimo juego, pero el americano lo salvó con su noveno 'ace' a 216 kilómetros por hora. Tuvo que ser en el segundo desempate de la tarde, cuando Moyá sentenció el duelo, con un punto de servicio, que Roddick no acertó a colocar dentro de la pista. Su impotencia se hizo patente en ese momento. Tras lograr ese histórico punto, el público sevillano se conmocionó en el delirio. Moyá se arrojó al suelo, lanzó su raqueta al suelo y se abrazó con fuerza con Jordi Arrese, el feliz capitán del G-3. Los Príncipes de Asturias fueron su siguiente objetivo, a quien acudió a saludarlos.