Se probó en varias ligas sudamericanas hace dos temporadas, en la Copa America de 2011 y en el Mundial del pasado verano en Brasil se hizo la prueba definitiva, la que iba a ser objeto de todas las miradas. El spray que fijaba las barreras tuvo un éxito rotundo en la cita mundialista.
Ese año se trasladó a España, y la Liga BBVA y la Liga Adelante lo utilizaron esta temporada por primera vez. Pero el dato que ha arrojado la Primera División al final de curso es, por lo menos, extraño. Se han marcado 20 goles de falta directa, cuatro menos que el año pasado. Si el spray ha permitido que todas las barreras estuvieran en su sitio quiere decir que los lanzadores han tenido más espacio y más control. Pero se han marcado menos goles que en la campaña 2013/14, cuando las barreras podían adelantarse algunos centímetros si los árbitros no lo impedían. Ha bajado, por tanto, la efectividad de los atacantes. El dato lo deja bien a las claras.
También es un dato demoledor que siete equipos de Primera no hayan marcado de falta. Es muy elevado que un 40% de la Liga no haya visto puerta mediante esa oportunidad, algo muy extraño porque es un elemento importante en el fútbol moderno. También es extraño que sean 20 goles los anotados de falta, uno cada dos jornadas de Liga.
El año que viene el dato puede ser mejor o peor, pero lo cierto es que todos ya lo tendrán en cuenta. Hay que recordar que los especialistas escasean ya en esta distancia. La especialidad ha dado paso a convertirse en un bicho raro. Ahora quien marca una falta lo hace cada dos semanas o cada tres. No es directamente proporcional a la calidad de la gran Liga que tenemos. Esto es así.