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Gael Bigirimana, el niño refugiado que sueña con triunfar en la Premier

Llegó a Inglaterra en 2004 como niño refugiado de Burundi, en Guerra, y sólo ocho años después ya había debutado con el Newcastle.

Llegó a Inglaterra en 2004 como niño refugiado de Burundi, en Guerra, y sólo ocho años después ya había debutado con el Newcastle.
Gael Bigirimana, junto al escudo del Newcastle | Página Web Oficial Newcastle United

Después de conocer la historia del refugiado sirio que pasará a ser entrenador en Getafe, es inevitable recordar la historia de Gael Bigirimana. Por su similitud, por su superación, y por tratarse de aquellas moralejas que, a veces, se producen en la vida real, y superan a la ficción.

Gael Bigirimana nacía en Bujumbura, capital de Burundi, el 22 de octubre de 1993. Cuando vio la luz por primera vez, su país estaba en guerra. De hecho, llevaba muchos años en un cruel conflicto entre los hutus y los tutsis. Y la guerra continuaba mientras él iba creciendo. A los 11 años no tuvo más remedio: se vio obligado a escapar como refugiado, junto a su familia. La guerra, que había dejado tras de sí más de 300.000 muertos, an no había terminado. De hecho, tardaría tiempo en terminar.

"Perdí varios familiares, pero en 2004 conseguí escapar", recuerda Bigirimana. "Mi madre se marchó un poco antes a Londres, para conseguir una mejor educiación; de ahí la mandaron a Coventry, y allí fuimos después mi padre, dos hermanos, mi hermana y yo. No fueron fáciles nuestros inicios en Inglaterra, pero desde luego era mucho mejor de lo que habíamos vivido hasta entonces".

Dos cosas, afirma Gael, le mantuvieron feliz, con esperanza. "Mi amor a Dios y al fútbol". De hecho, ya jugaba en Burundi -en las calles y sin zapatos- y en Uganda, por donde pasó un tiempo, intermedio entre su escapada y su llegada a Inglaterra. Y así fue, gracias al deporte rey, como comenzó su nueva historia personal.

Una mañana para volver a empezar

Al poco de llegar a Coventry, una mañana Bigirimana acudió, junto a su hermano, a cumplir con los recados de su madre. Andaba a comprar leche -a un supermercado Asda, como él mismo confesó- cuando pasó por delante de los campos de entrenamiento del Coventry City. Se detuvo, y vio ahí su sueño. "Escuché una voz que me dijo 've y pide entrenar con ellos'", confiesa el propio Bigi.

Así que se armó de valor, fue, y preguntó. "Esto no funciona así. Tienes que jugar en algún equipo, y si eso ya vendremos a verte" fue, más o menos, lo que le respondieron. Pero para él ya fue suficiente. Tenía un plan a seguir: encontrar de inmediato un equipo, jugar, y convencerlos. Así que se fue contento y trotando. De repente, le pararon. "Me dijeron que volviera al día siguiente, porque me acababan de ver corriendo, y tenía una gran capacidad atlética... ¡pero ni siquiera había corrido!".

Después de mentir cuando le preguntaron si tenía botas para el entrenamiento, Bigi se las apañó para regresar al día siguiente, y los entrenadores quedaron sorprendidos. Convencidos. Ese niño se tenía que quedar en el Coventry. Y se quedó.

A partir de ahí, Bigirimana fue creciendo a mayor velocidad que los niños de su edad. Porque debido a sus cualidades sobre todo físicas tuvo que adaptarse a jugar contra chicos mayores que él. Pero no le importaba. Él siempre salía ganando. Hasta que a los 17 años debutó con el primer equipo del Coventry, pasando bien pronto a ser titular, y llegando a disputar 26 encuentros, siendo elegido Debutante del Año en la Championship, la segunda división inglesa. Todo aquello le valió para el verano de 2012 fichar por el Newcastle a razón de algo más de un millón de euros, pese a que aún no había complido los 19 años.

Un esperanzador futuro

En su primer año con las urracas Gael Bigirimana mostró detalles del gran futbolista que está por llegar. Sin llegar a ser titular, disputó 12 partidos de la Premier League, logrando incluso un gol, y fue comparado con otro jugador de origen africano que jugaba en su mismo sitio, y con un estilo similar: Patrick Vieira. Casi nada.

Es un mediocentro al uso británico, de mucho recorrido, con una gran capacidad física, lo que suelen llamar un box to box, pero además con un exquisito toque de balón. Potente y agresivo, siempre ha declarado que cuando llega cerca del área prefiere tratar de asistir a un compañero que conseguir el éxito para él mismo.

Aterrizaje complicado

Sin embargo, tras un primer año más que aceptable, las cosas no continuaron como Bigirimana, y todo su entorno, esperaban. Entre lesiones, falta de ritmo, alguna que otra falta disciplinaria ante la situación que estaba viviendo… tan solo disputó un partido con el Newcastle, perteneciente a la Capital One. Al año siguiente, en la temporada pasada, las cosas no mejoraron. Ni siquiera una cesión al Glasgow Rangers le permitió contar con minutos. Una extraña enfermedad nada más aterrizar en Escocia se lo impidió.

Tras un parón de casi dos temporadas, Bigiramana, aún con 21 años, espera rehacer su carrera este año, de nuevo en el Newcastle. De momento, ya ha sido capaz de completar dos partidos completos con el Equipo Reservas, confiando en recuperar la forma después de tanto tiempo sin jugar, y regresar, más pronto que tarde, al primer equipo. Y a partir de ahí, cumplir su sueño: jugar en la Premier League.

Un sueño que en realidad ya se cumplió, el 2 de septiembre de 2012, tan solo ocho años más tarde de jugar al fútbol descalzo en las calles de un país en guerra; tan solo ocho años más tarde de haber huido de su Burundi natal como niño refugiado.

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