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Nacho, el futbolista que sí renunció a jugar con la seleccion española

Lateral izquierdo del Compostela, renunció a la selección española cuando Javier Clemente era el seleccionador.

Lateral izquierdo del Compostela, renunció a la selección española cuando Javier Clemente era el seleccionador.
Nacho | Libertad Digital

En plena vorágine de todo el asunto relacionado con la selección española de fútbol femenino, donde el CSD, con el respaldo del Gobierno, ha dado a las 39 jugadoras que firmaron el famoso comunicado, todas y cada una de sus exigencias para tenerlas contentas, tras amenazar con renunciar a ir a la selección y después de ver como dos jugadores, Mapi León y Patri Guijarro abandonan la concentración, vamos a repasar el caso del primer jugador que renunció a defender los colores del combinado nacional.

El mundo del fútbol está lleno de clichés, de estereotipos, de tópicos. Uno de los más recurrentes cuando un jugador es convocado para defender los colores y la bandera de su país, es la repuesta de rigor "era un sueño desde pequeño". En muchos casos puede que esa frase se corresponda con la realidad , pero en otros, los jugadores se ponen la careta para decir lo que tienen que decir. Ni era un sueño, ni los colores de esa bandera les representan.

El acudir a defender los intereses deportivos de tu país debería ser algo que te mueva por dentro. Algo que sientas, que te haga ilusión. La historia de la selección española está repleta de jugadores que han falseado la realidad. La sinceridad brilla por su ausencia en relación a sus ideas y sus sentimientos. Nadie está obligado a sentir. Entonces, ¿por qué Pep Guardiola o Gerard Piqué accedieron a jugar con una camiseta que no es la suya? La respuesta es sencilla. Interés profesional y personal.

Poder jugar con una selección internacional supone un escaparate único, beneficios económicos y un caché extra en el mundo del fútbol. Si una gran estrella se negara a jugar con su selección, le supondría un suicidio deportivo, ya que tendría a los medios y la opinión pública en contra, además le supondría problemas con patrocinadores y sanciones federativas. ¿Cómo osar a renunciar al dinero, la fama y la buena prensa? Da igual que te arrastres en contra de lo que realmente defiendes, da igual si eres falso con la gente a la que representas y contigo mismo, da igual que en el camino se quede otro jugador que lo daría todo por poder vestir los colores del que, él sí, considera su país.

Precisamente por esto, el caso del jugador gallego del Compostela Nacho es único. Nacho, que salió de la cantera del Real Club Celta, club con el que ascendió a Primera en la 86-87, manteniéndose en el conjunto olívico seis temporadas. Fuera de las alineaciones de Txetxu Rojo y acabado su contrato, fue fichado por la Sociedad Deportiva Compostela en la 92-93, donde jugaría las siguientes nueve temporadas, viviendo la etapa de oro del conjunto santiagués con ascenso a Primera incluido.

Nacho, un lateral izquierdo con mucho recorrido en ataque y disciplinado en defensa, comenzó a llamar la atención gracias a sus buenas actuaciones. El puesto de lateral izquierdo siempre ha tenido lagunas de grandes jugadores en España.

El nombre de Nacho comenzó a sonar con fuerza en el entorno de la Federación Española de Fútbol. El seleccionador por aquel entonces, Javier Clemente, le nombró en una rueda de prensa un 15 de noviembre de 1995, señalado al lateral del Compos como un futurible para la lista de la Eurocopa de Inglaterra del siguiente verano. Buscaba un suplente para Sergi Barjuán, en pleno apogeo, siendo el lateral del Compostela era el más firme candidato. Es más, Clemente afirmó que lo convocaría para el siguiente partido amistoso. Se iba a convertir en el primer jugador del Compostela en jugar con España.

Cuando a Nacho le avisaron de las palabras de Clemente, y los reporteros le preguntaron que sentía ante una próxima convocatoria de la selección española de fútbol, la respuesta del lateral dejó boquiabiertos a los periodistas:

"Ni me interesa ni me apetece", dijo. "Pienso que no valgo para ese tipo de cosas. Creo que hay gente en este Estado español que lo puede hacer muy bien. y que se identifica muy bien con la selección española, lo que me parece fenomenal. Desde luego, mi ambición no es esa. Prefiero estar así, me encuentro más a gusto".

Una llamada de Clemente a Nacho puso fin a la historia. El lateral explicó los motivos de su renuncia, Javier lo respetó y decidió no convocarle, evitando así una sanción al jugador del Compostela. Por aquel entonces, el hecho de negarse a jugar con el combinado nacional acarreaba una sanción de al menos un año sin ficha federativa (art.76 de la Ley del Deporte 10/1990). Su lugar en la Eurocopa de 1996 lo ocuparía Jorge Otero, curiosamente otro gallego y que coincidió con Nacho en su etapa en el Celta.

Enamorado de Galicia, jamás abandonó su Compostela a pesar del interés de equipos como el Atlético de Madrid, el Valencia o la Sampdoria -el conjunto italiano llegó a ofrecer 700 millones de pesetas por su traspaso-. Nacho nunca forzó su salida. Nunca pudo cumplir su gran sueño, vestir la camiseta de la selección gallega, de la que fue segundo entrenador junto a Fernando Vázquez en el debut de Galicia ante Uruguay en 2005.

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