En el primer partido de la temporada disputado en el Santiago Bernnabéu, ante el Betis, hubo 83.000 espectadores. Este domingo ante el Rayo Vallecano hubo exactamente 61.564. Una cifra similar ante el Shakhtar, Getafe o Malmoe y que va, como diría Florentino Pérez, en descenso paulatino, como el juego del Real Madrid. La goleada ante el Rayo Vallecano, como la lograda ante los rivales anteriormente citados, no engaña a nadie. La afición, esa que está dejando de acudir al estadio, es la misma que les recuerda la exigencia que demanda el escudo del Real Madrid. Se marcharon al descanso con un gran resultado -4 a 2- pero con una gran y merecida pitada.
Y es que una de las mayores goleadas de la historia, comenzó con un gran Rayo Vallecano que se cavó su propia tumba con la expulsión absurda y justa de Tito a los quince minutos. Luego llegó el árbitro, Ignacio Iglesias Villanueva para tirar la tierra encima del Rayo con una roja y un penalti inexistente de Baena sobre Sergio Ramos. El centrocampista le pone la mano sobre el hombro del defensa. Y ya está. No pasó absolutamente nada más. En esa misma falta lateral, Benzema sí que hace una falta sobre Amaya. Fue una jugada decisiva ya que dejaba al Rayo Vallecano con nueve jugadores y el partido estaba igualado. El tanto desde los once metros de Ronaldo era el 3 a 2.
Rafa Benítez tiene que regalarle la cesta de navidad del Real Madrid a Tito y a Iglesias Villanueva porque el partido iba camino de sorpresón. La grada pitaba y el marcador reflejaba un 1 a 2 hasta la expulsión del lateral del Rayo Vallecano que estaba siendo superior 11 contra 11 en los primeros quince minutos en los que de nuevo, la actitud de los jugadores del Madrid quedó en entredicho. Marcó Danilo a los dos minutos pero Amaya y Jozabed, con dos cabezazos, voltearon el marcador en dos minutos. Mal Keylor Navas en el primer gol al estar defendiendo un córner dentro de su portería y mal Danilo y la defensa entera en el tanto de Jozabed. El lateral que destacó en el plano ofensivo, exhibió otra vez sus carencias atrás. Aun así, en esos quince minutos, no se debe destacar negativamente a un jugador, sino a todos.
Habrá que esperar al próximo partido para comprobar la realidad en la que se mueve el Real Madrid porque este partido no sirve para sacar ninguna conclusión importante. Lo único comentable, esos primeros quince minutos, dejan en entre dicho la supuesta cena de la conjura de los jugadores del Real Madrid.
Al menos sí que hay que destacar que los hombres de Benítez quisieron agradar a esos 61.564 aficionados con una divertida goleada. Le deben eso y más. Y eso debe aprenderlo Cristiano Ronaldo que se atrevió a decirle al público lo que no tiene que hacer. Les recriminó los pitos y encima luego les castigó no celebrando sus goles. El portugués metió dos, Gareth Bale cuatro, Benzema tres y Danilo uno. Chapó por los jugadores del Rayo Vallecano que hasta tuvieron ocasiones y le discutieron la posesión por momentos con dos jugadores menos. Mal Paco Jémez por no ordenar encerrarse en el área. El golaveraje puede resultarle útil a un Rayo en puestos de descenso. Es la primera vez en la historia que un equipo mete diez goles y su afición no se marcha contenta.