Queda mucho para la Eurocopa y la mente de muchos jugadores, la mayoría, está más centrada en la recta final del campeonato con sus clubes que en la Selección. Hasta cierto punto es lógico, pero el problema para España es que las malas sensaciones mostradas ante Italia y Rumanía se han repetido al inicio, a la mitad y en el tramo final del curso, independientemente de lo que se estuviesen jugando los equipos que les pagan.
Ante Italia, el gol de Aduriz sirvió para maquillar un partido que volvió a demostrar que a la vigente campeona de Europa le falta más alegría y en momentos más sangre para recuperar los pilares que la hicieron la mejor del viejo continente y del mundo. Rumanía, que más que fútbol puso ganas, volvió a enseñar las costuras de un equipo que deberá demostrar en verano que la falta de ambición de los amistosos es pasajera.
Rotaciones en Cluj
España basa su juego en el centro del campo, en la precisión y sobre todo en el control. El problema es que cuando faltan Andrés Iniesta y Sergio Busquets, el combinado de Vicente Del Bosque carece, como mínimo, de lo último. En la primera parte ante Rumanía, el mejor de España fue David Silva, que tuvo que asumir los galones en el centro del campo ante la falta de química existente entre Koke y el debutante Sergi Roberto. Casillas, titular, y Piqué como único que repetía en el once de partida.
Tras el mal encuentro ante Italia, el plan B de Del Bosque no resucitó en un domingo propicio para ello. Sólo Silva logró encontrar un atisbo del juego que hizo grande a España y algún que otro fogonazo de Nolito y Alcácer fueron los únicos puntos positivos de una primera parte favorable a Rumanía. No hubo profundidad, algo que lleva tiempo sufriendo la vigente campeona de Europa, pero a falta de pegada y ocasiones, el control se hacía indispensable. Tampoco lo hubo.
Rumanía tardaría unos minutos en perderle el respeto a España, pero cuando lo hizo fue muy superior a sus ‘invitados’ en Cluj. Si David De Gea salvó la papeleta en Italia, Casillas lo hizo en tierras rumanas. Una buena actuación no sirve para desbancar a un De Gea que debería tener el puesto de titular más que asegurado aunque lo mínimo que se le pide a Casillas, ser un buen suplente para seguir en la Selección, sí lo logró el portero del Oporto demostrando seguridad bajo palos.
Si no hubiese sido por Iker y una mano salvadora en los peores momentos de España, el equipo español se habría ido al descanso en desventaja.
Cambios sin resultados
No sería por falta de variantes en el banquillo, pero España nunca llegó a terminar de despertar en la segunda parte. Isco salió de inicio en el nuevo acto aunque apenas apareció y mientras Rumanía a lo suyo. Cada balón perdido por España, que fueron muchos, fue aprovechado por el equipo dirigido por Iordanescu para comerse el césped y buscar la portería contraria. Si la calidad de los atacantes locales hubiese sido mayor…
El paso de los minutos fue variando los onces. España puso en el campo a Cesc, Mata, Aduriz y finalmente a Morata, pero ninguno logró el objetivo de ver portería pese a hacerlo en diferentes tramos. El partido estaba totalmente bloqueado y no hubo manera de que España rompiese líneas ante un rival que estaba más cómodo y más motivado. Nacho también tuvo minutos al entrar al campo por Piqué poco después del descanso.
Cesc Fábregas pidió penalti en una de las últimas acciones del encuentro, pero el cero a cero parecía inamovible y el colegiado no quiso meterse en líos viendo lo tranquilo que estaba el choque.
No hubo tiempo para más y después de 180 minutos y dos partidos fuera de España, la vigente campeona de Europa sigue con las mismas dudas. Al menos marcó Aduriz en Udine. Si España quiere acallar a sus críticos tendrá que cambiar el modo amistoso por el modo campeón.