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La Copa del Mundo que fue robada para ocultarla de los nazis

No fue un anuncio, fue realidad: en 1939 el italiano Ottorino Barassi 'robó' la Copa para que esta no pudiera ser expropiada por los oficiales nazis.

No fue un anuncio, fue realidad: en 1939 el italiano Ottorino Barassi 'robó' la Copa para que esta no pudiera ser expropiada por los oficiales nazis.
El Presidente Jules Rimet, junto al trofeo al que dio nombre. | Archivo

Durante este mundial una campaña publicitaria de una casa de apuestas ha llamado especialmente la atención. Cuatro exfutbolistas de cuatro de los favoritos a alzarse con el título mundialista –Cafú, Maradona, Effenberg y Del Bosque- rivalizan para robar el trofeo de la copa del mundo durante un acto festivo. Hasta empezado el Mundial, se daban pistas para saber quién había sido… para finalmente, después de más de un mes de anuncios, desvelar al culpable. O al triunfador, según se mire.

Una brillante campaña de publicidad del año 2018 pero que, como sucede en muchas ocasiones, se vio superada por la realidad. Aunque fuera 80 años atrás. Porque en 1939 la copa del mundo fue robada. O, mejor dicho, escondida, por el temor a que fuera secuestrada por los nazis.

Un trofeo muy caro

Cuando por fin se concretó que en 1930 iba a tener lugar el primer campeonato del mundo de fútbol, y que éste se iba a desarrollar en Uruguay, se puso en marcha la maquinaria para dar lugar a un trofeo para el campeón acorde con la talla de la cita. Jules Rimet, entonces presidente de la FIFA, le encargó el trabajo al prestigioso escultor francés Abel Lafleur. Y le dijo que no escatimara en gastos.

Su trabajo dio lugar a un trofeo precioso, llamativo para la época, y muy, muy caro. 50.000 francos suizos fue el coste de su elaboración, en oro macizo, con una altura de 35 centímetros, y un peso de 4 kilos. Con la imagen de la diosa griega Niké sosteniendo una copa se pretendía dar notoriedad al primer campeón del mundo.

El primer viaje del Trofeo fue a bordo del Conte Verde, desde Niza hasta Uruguay, custodiado por el propio Jules Rimet (quien años más darte daría nombre a la copa) y las selecciones de Francia, Rumania y Bélgica. Como bien saben, Uruguay fue el primer ganador y, por tanto, el primero que alzó esa copa. Y las dos siguientes ediciones, en el 34 y en el 38, fueron vencidas por Italia.

Por eso, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la copa estaba en posesión de la Federación Italiana de Fútbol. Se guardaba en un banco de Roma, pero el vicepresidente italiano de la FIFA, Ottorino Barassi, no estaba muy convencido de que se tratara del lugar idóneo ante el afán de los nazis de hacerse con todo tipo de obras de arte, piezas de museo, y tesoros.

Sabía Barassi que si Hitler y los suyos daban con ese trofeo, también se lo quedarían. Así que sin decir nada a nadie decidió acudir a la caja de seguridad del banco romano, que él mismo conocía pues ahí la había guardado él, y la escondió. En qué mejor lugar que en mi casa, debió pensar, pues se la llevó a su habitación. Allí, en una caja de zapatos debajo de su cama, estuvo refugiado el Trofeo Jules Rimet, la Copa del Mundo, durante varios años.

En 1941 la Gestapo acudió al banco de Roma donde supuestamente se encontraba el trofeo, pero su sorpresa fue mayúscula al no encontrarlo. Siguieron buscando y, entre otros lugares, acudieron a la casa de Ottorino Barassi. No por sospechar que fuera él quien la tuviera, sino porque, como vicepresidente italiano de la FIFA, debía saber algo…

Durante el interrogatorio, Barassi afirmó desconocer el paradero de la copa, e incluso planteó la posibilidad de que el Comité Olímpico Nacional Italiano y la Federación de Fútbol Italiana podrían haber acordado su envío a Milán. La Gestapo, sin registrar si quiera la casa de Barassi, siguió la nueva pista hacia el norte de Italia.

En 1943, con Barassi temeroso por el mucho tiempo que llevaba escondiendo la copa en su casa y engañando a quienes la buscaban, decidió entregarla –evidentemente en secreto- a la Federación italiana. Se depositó la confianza en la custodia de la Jules Rimet en el abogado Giovanni Mauro. Y éste decidió que la mejor opción era continuar con el plan de Barassi, pero cambiando el destino: ahora la copa se marcharía a la casa de campo que Aldo Cevenini, exfutbolista de Milan e Inter, tení en Bérgamo.

No fue hasta 1947, con la Segunda Guerra Mundial ya totalmente finalizada, que la copa del mundo, ahora ya bautizada con el nombre de Jules Rimet, volvió a la FIFA, ya con las miras puestas en el Mundial de Brasil de 1950. En 1966 volvió a ser víctima de otro robo, pero esa es otra historia...

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