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Walter Tull, el futbolista que rompió todas las barreras del racismo

Fue el primer futbolista profesional negro y el primer oficial de infantería negro del Ejército Británico. Pero su vida fue siempre una pesadilla.

Fue el primer futbolista profesional negro y el primer oficial de infantería negro del Ejército Británico. Pero su vida fue siempre una pesadilla.
Walter Tull, durante su etapa como futbolista del Tottenham. | Wikipedia

Hoy en día es complicado imaginarse prácticamente un equipo de fútbol sin futbolistas negros en sus filas. Ya sean estos de procedencia africana, americana o europea. Sin ir más lejos, la propia Francia campeona del mundo tenía entre sus titulares hasta cuatro futbolistas de color.

Sin embargo, eso no fue siempre así. De hecho, la llegada de estos futbolistas fue mucho más complicada de lo que dictaría la lógica, con muchas e incomprensibles trabas. El primero en romper esas barreras fue un inglés llamado Walter Tull y, aunque durante mucho tiempo trataron de ocultar su historia, su gesta ha quedado para el recuerdo, y no sólo en el mundo del deporte.

Nieto de esclavos africanos

Walter Daniel John Tull nació en Folestone, al sur de Inglaterra, el 28 de abril de 1888, nieto de esclavos africanos e hijo de un carpintero inmigrante de las Barbados. A los seis años murió su madre, y a los nueve su padre, así que ingresó en un orfanato de Londres, junto a uno de sus cinco hermanos, Edward.

Fue ahí donde el crío, mientras descansaba de los trabajos de formación educativa y laboral, comenzó a practicar un deporte entonces pujante en Inglaterra: el fútbol. Al parecer, no lo hacía nada mal, y bien pronto llamó la atención de clubes amateurs de la zona, siendo el Clapton quien lo integró en su plantilla.

En 1908, a los 20 años, ascendía al primer equipo. El club londinense ganó varios campeonatos no oficiales, siendo Tull su delantero centro, su gran estrella, lo que despertó la curiosidad de equipos más potentes.

Fue el Tottenham quien, en el verano siguiente, se hizo con sus servicios, en lo que fue titulado por la prensa londinense el fichaje de la temporada. De ese modo, Walter Tull se convertía en el primer jugador negro que jugaba en la Primera División inglesa. En realidad no era el primer negro que jugaba en Inglaterra, pero los otros lo habían hecho a nivel amateur. Tull era el primero que lo hacía a nivel profesional.

Los inicios, además, no pudieron ser mejores. Debut en el primer partido de Liga ante el Manchester United, que defendía título, y empate a dos gracias a un penalti provocado por Tull. En el encuentro siguiente, victoria ante el Bradford City, con gol incluido de Walter Tull.

Del cuento de hadas a la pesadilla

Incomprensiblemente, a partir de este segundo encuentro, que había dado a conocer a Tull como un gran delantero, éste pasó a ser insultado y maltratado por los jugadores rivales y, sobre todo, por los aficionados, que no podían soportar que un negro les ganara.

Tras un choque ante el Bristol City, un periódico recogió que "gran parte de los espectadores llevó a cabo un cobarde ataque contra Tull con un lenguaje más bajo que el billingsgate" –el soez lenguaje usado en el mercado de pescado inglés–.

Según relatan las crónicas de la época, se escucharon cánticos como "Walter Yull no corre si no le apuntan". Fue un abuso contra el futbolista por ser negro. Seguramente esa fue la primera aparición de racismo en el fútbol profesional, pero Tull tuvo que sufrir muchos más incidentes en otros estadios.

Desde entonces, la historia se repetía prácticamente en cada encuentro, y el entrenador del Tottenham, a pesar del buen rendimiento que Walter Tull ofrecía, decidió apartarle del equipo.En varios sitios se ha reportado que fue debido a que el técnico tampoco era demasiado partidario de contar con un jugador negro en su equipo, aunque la versión más extendida es la de que se consideró desde el club que el efecto que el futbolista provocaba no era bueno para el equipo.

De este modo, Walter Tull se convirtió en una víctima doble: víctima de los ataques de aficionados y futbolistas rivales, y víctima de las consecuencias de esos ataques. Fue enviado al equipo de reservas (que ya entonces disputaban otra competición), y ahí continuó marcando goles para llevar a su equipo al título.

El extraño caso de Crooks

Al año siguiente abandonó el Tottenham, y con su salida Walter Tull fue borrado para siempre de la memoria colectiva del conjunto londinense. El mejor ejemplo lo encontramos en Garth Crooks, que en los años 80 fue considerado por todos como el primer futbolista negro que jugaba en el Tottenham.

Fue el propio Crooks quien terminaría descubriendo la verdad, cuando después de un entrenamiento fue caminando por los pasillos de las oficinas y de repente se detuvo ante una foto. Era la plantilla de 1909, y en ella aparecía un futbolista negro."Se suponía que yo era el primero. ¿Quién demonios era ese?", relataría Crooks.

Héroe en la Primera Guerra Mundial

Tras salir del Tottenham, Tull fichó por el Northampton Town, un equipo menor pero que, al menos, le permitía seguir en la máxima categoría del fútbol inglés. En su primera temporada conseguiría nueve goles en doce encuentros y, aunque continuaban los gritos racistas en la grada y los enfrentamientos con futbolistas de otros equipos, Tull se convirtió en un héroe para los cobblers, con el que llegaría a disputar 110 encuentros hasta 1914.

En el verano de 1914 estaba por cerrarse su traspaso al Glasgow Rangers, lo que mostraba que, pese a todos los problemas, su trayectoria continuaba en ascenso. Pero entonces estalló la Primera Guerra Mundial y Tull fue llamado a filas para el batallón 17 del Regimiento de Middlesex, formado en su inmensa mayoría por futbolistas. El denominado football batallion.

El batallón fue enviado a Francia en noviembre de 1915, en la batalla del Somme, en la que franceses y británicos pretendían hacer retroceder de las fronteras a los alemanes. Durante los cuatro meses que duró el enfrentamiento Tull se ganó el respeto y la admiración de sus compañeros de batallón, por sus actos en ataque, pero también por su solidaridad con los heridos.

Por eso mismo, fue nombrado subteniente por sus superiores, saltándose la norma existente entonces que dictaba que ‘ningún británico de nacimiento o nacionalizado de pura raza nativa’ pudiera ascender en el escalafón. De este modo, el futbolista nieto e hijo de esclavos rompía otra barrera contra el racismo, convirtiéndose en el primer oficial de infantería negro del Ejército Británico.

El 25 de marzo de 1918, durante la Ofensiva de Primavera de los alemanes en Calais, Walter Tull recibió un disparo mientras los suyos trataban de asaltar las trincheras enemigas. La situación, a fuego cruzado, hizo que sus subordinados no pudieran siquiera tratar de recuperar el cadáver. Poco después, la guerra terminó, dejando como herencia diez millones de muertos, el doble de desaparecidos, y un caldo de cultivo que iba a propiciar, dos décadas más tarde, la segunda guerra mundial.

Muchos reconocimientos… tardíos

En Inglaterra, el país trató de volver a la normalidad. Y entre esos actos estuvo el regreso de la competición futbolística, aunque muy mermada después de que muchos de sus integrantes hubieran perdido la vida con el football batallion. No eran muchos los que se acordaban de Walter Tull, por aquello de que un futbolista negro no podía ganarse la admiración de los aficionados al fútbol. En aquella época era mejor hacer como si los negros no existieran.

No fue hasta casi finales del siglo XX cuando varios investigadores redescubrieron la historia de Walter Tull, que de inmediato fue aclamado en todo el país. Gracias a ello, en 1999 el Northampton dedicó al futbolista unos jardines y una calle próximos a su estadio; el Tottenham y el Glasgow Rangers disputaron en 2004 un torneo bautizado como Walter Tull Cup, y el mismo Tottenham ha erigido una estatua en su honor en el espectacular nuevo estadio estrenado recientemente.

Muchos y muy interesantes homenajes para un futbolista del que, en realidad, nos gustaría decir que dejó varias puertas abiertas para la integración de los negros en todos los ámbitos de la sociedad británica. Pero no fue así. No le dejaron. Nunca recibió ni en vida ni hasta muchas décadas después de su muerte el trato que merecía. No dejó ningún legado para las siguientes generaciones.

Pero sí podemos afirmar con rotundidad que demostró que esas barreras se podían romper, que la convivencia y el respeto entre negros y blancos, aunque no estuviera bien vista, sí era posible. Y que, hoy sí, Walter Tull ha dejado de ser un héroe olvidado para convertirse en leyenda.

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