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El Barcelona ya firmó un inicio igual de malo... ¡y ganó La Liga!

El Barcelona no ha ganado cinco de los ocho encuentros y no arrancaba tan mal desde 1991, pero esa temporada fue campeón de Liga y Copa de Europa.

El Barcelona no ha ganado cinco de los ocho encuentros y no arrancaba tan mal desde 1991, pero esa temporada fue campeón de Liga y Copa de Europa.
Koeman. | Cordon Press

Fue perder el Barcelona el partido de este sábado en el metropolitano y darse cuenta de la cruda realidad que está viviendo. El equipo no juega a nada, deambula por los terrenos de juego en la mayoría de los partidos y es víctima de una depresión brutal. El Barcelona lleva tres derrotas y dos empates en ocho partidos, es decir en cinco jornadas no se ha ido con los tres puntos a casa, algo que debe ser lo habitual en un equipo grande.

Tenemos que remontarnos a la temporada 1991-1992 para ver un comienzo tan aciago del equipo azulgrana. Tanto hay que remontarse en el tiempo que la Liga era de dos puntos por victoria, existían los positivos y los negativos. Es tan largo el viaje que hay que hacer, ni más ni menos, que 29 años, que era otra época, era otro fútbol.

Ronald Koeman sabe de lo que estamos hablando, era el central de aquel equipo cuando los centrales no eran centrales, sino líberos, jugadores que iniciaban el ataque. Y de qué manera lo hacía Ronald, con aquellos pases largos tan habituales en él. Era el comienzo del Dream Team, aquel equipo que dirigía Johan Cruyff, un bloque que había ganado la Liga del año anterior con bastante superioridad, terminando con cinco años de jerarquía madridista.

En esos meses de finales de 1991 el Barcelona había perdido tres partidos en la jornada ocho. Había sucumbido en las visitas a Sevilla, Gijón y había perdido un partido en el Nou Camp ante el Oviedo. Había empatado en el Bernabéu y en Logroño y sólo había ganado tres partidos, todos en casa (Real Sociedad, Zaragoza y Atlético de Madrid). Era una Liga de dos puntos y el Barcelona estaba con ocho, en la parte media de la tabla, pero los guarismos eran los mismos que en este terrible 2020.

Sin embargo la curiosidad de aquella temporada es que la cosa empezó a funcionar a partir del octavo partido. Aquella tarde, en las Gaunas, el equipo había jugado para ganar, con grandes ocasiones pero empataron a dos. El Chapi Ferrer había caído lesionado y en los días siguientes se confirmó la terrible lesión de cruzado que le hizo perderse toda la temporada. A partir de esa tarde todo cambió en el equipo. Una gran racha de resultados empezó a situar al Barcelona cerca del Madrid y poco a poco la renta fue disminuyendo.

A mediados de marzo los dos equipos ya jugaban en el Camp Nou un partido con el liderato en juego que acabó en empate. Una semana después el equipo empató en el Calderón, pero los blancos seguían líderes por average. El Barcelona no cogería el liderato hasta el minuto 64 del último partido del campeonato, la primera tarde negra del Real Madrid en Tenerife. Dos semanas antes del último encuentro de Liga el equipo de Cruyff había ganado al Copa de Europa y terminó la temporada ganando el doblete, en lo que significó una de las mejores campañas de la historia blaugrana.

El Barcelona no parece que tenga cara de campeón este año, pero el fútbol ha demostrado que es imprevisible. Que lo que parece una odisea en noviembre puede ser un éxito en mayo. Que lo que es color de rosa en Navidad puede terminar en pesadilla. El Barcelona demostró aquel 1991 que empezar mal no tiene por qué ser motivo de lanzarse al precipicio. Es cierto que no todo es igual a aquella lejana temporada. Para empezar da la sensación de que el entrenador tenía más claro la forma de jugar, aunque sólo fuera por llevar ya cuatro años en el club. El de ahora, jugador entonces, quiere imponer un sistema nuevo. Eso lleva tiempo pero es urgente que comience a funcionar. Sólo para que la cara de cadáver sea algo mejor en unos meses.

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