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Giuliano Taccola: una muerte extraña en el fútbol italiano

Guiliano Taccola, atacante de la Roma, fallecía el 16 de marzo de 1969. Lo hacía en un vestuario. Sobre una camilla. Siempre se ha hablado de dopaje.

Guiliano Taccola, atacante de la Roma, fallecía el 16 de marzo de 1969. Lo hacía en un vestuario. Sobre una camilla. Siempre se ha hablado de dopaje.
Giuliano Taccola, durante su etapa como futbolista del Genoa. | Archivo | Archivo

El 16 de marzo de 1969 fallecía en el frío vestuario del Stadio Amsicora de Cagliari Giuliano Taccola. Tenía 24 años, y era una de las más firmes realidades de la Roma aquella temporada. La versión oficial apuntaría a parada cardio-respiratoria. Aunque la familia de Taccola, y buena parte de sus compañeros de equipo, siempre negaron que se tratara de eso. "A Taccola lo mataron", llegaría a declarar su mujer al respecto.

Un delantero de lujo para HH

Nacido en Uliveto Terme, Toscana, el 28 de junio de 1944, a Giuliano Taccola le llegó la oportunidad de la elite del fútbol italiano en 1967. Antes, había discurrido por equipos de la Serie B o C, como Genoa, Alessandria, Varese, Savona…

Llegaba, eso sí, a una Roma extraña. En la que había muchos cambios. Demasiados. No tanto el primer año, en el que Taccola terminó la temporada sumando diez goles; una cifra nada desdeñable. Sino en la segunda, con la llegada de Helenio Herrera al banquillo romano.

Un H.H. que venía de ganarlo todo con el Inter de Milán, en la etapa más gloriosa de la historia del club; pero que en Roma , afirman, venía de vuelta y sin la misma motivación que le había llevado a ser uno de los mejores entrenadores del mundo.

Uno de los gestos del técnico que más llamó la atención al poco de llegar fue el trato dispensado a Giacomo Losi, toda una institución en el club, a la altura de los Totti, De Agostini, Aldair o Conti. Tanto, que sería conocido para la posteridad como 'il cuore di Roma'. A Herrera no le tembló el pulso a la hora de sacarlo del once inicial primero; y de las convocatorias después. Se afirmó entonces que era debido a una protesta táctica realizada por el futbolista a su entrenador.

"Quizá tampoco le gustaba que rechazase las píldoras diarias que su masajista le conseguía en Francia y que avisara a los demás compañeros de que tuvieran cuidado con ellas. Él decía que eran vitaminas, pero nosotros no sabíamos realmente lo que eran", declararía más tarde Giacomo Losi –como se recoge en el libro ‘El club de los olvidados’, de Joel Sierra- al respecto de las continuas pastillas e inyecciones que HH hacía tomar a sus futbolistas.

Taccola, en cambio, sí era del gusto de Helenio Herrera. De hecho, lo era enormemente. Para un técnico que siempre utilizó un esquema eminentemente defensivo –se le considera el creador del catenaccio-, poder disponer de un delantero de la velocidad, la potencia y el disparo de Taccola era un preciado tesoro. Y lo iba a exprimir al máximo.

Porque Giuliano Taccola, que arrancó bien aquella primera temporada de HH –la segunda en Roma para el futbolista-, no tardaría en sentirse indispuesto. Fatigado. Enfermo... Una fiebre, un dolor en la garganta, una sorprendente pérdida de peso… Estaba claro que no estaba siendo su mejor momento. Lo que se confirmó cuando los médicos del club le detectaron un defecto cardíaco.

No pueden perder a Taccola

Pero eso tampoco le importó a Herrera, que siempre, durante toda su carrera, antepuso el deportista, el resultado, a la persona, a la salud. A pesar de la situación, hizo entrenar y jugar al futbolista.

A principios de febrero, tras una grave infección, Taccola es operado de amigdalitis. Sólo unos días después, regresa a una convocatoria. Sin cumplir el periodo de reposo que recomendaban las autoridades médicas. Poco le importaba a HH. Como poco le importaba las sustancias desconocidas que obligaba a tomar a sus futbolistas. Especialmente a Taccola, al que deseaba de vuelta cuanto antes.

Porque el delantero se había aficionado ya a las inyecciones. Y no por voluntad suya. Desde hacía meses acusaba mucho más el cansancio tras las sesiones. Ningún problema: se ponía en manos del doctor del equipo, y de inmediato estaba recuperado.

Tras todo aquello, el 16 de marzo Taccola viajó con el equipo a Cagliari. Helenio Herrera preparó una sesión matutina previa al partido, y quería contar con su delantero. Pero el futbolista sufre mareos, cansancio, y termina por desmayarse. Como ya sucediera tres semanas atrás. Finalmente verá el partido desde la grada.

Al concluir el mismo seguía encontrándose mal, así que decidió bajar al vestuario en busca del doctor. No pasa nada, le dijo. Una inyección, y listo. Pero en cuanto se tumbó en la camilla, entró en para cardíaco. Nunca más se levantó. El deceso se certificó a las 17.55h de aquel trágico 16 de marzo de 1969.Parada cardio-respiratoria, sería la conclusión; aunque la autopsia nunca reveló las causas que le habían llevado a sufrir esa parada cardiorrespiratoria siendo tan joven

Los jugadores quedaron en shock. No así Helenio Herrera, quien ordenó de inmediato marcharse para casa, pues en sólo tres días había un nuevo partido que afrontar. Total, poco iban a poder hacer por su compañero ya fallecido, y la Coppa estaba en juego…

"Ni la Roma, ni las instituciones pertinentes, estuvieron a la altura", declararía Losi al respecto. Como capitán, le tocó a él ir a dar la noticia a la mujer de Taccola. "Me lo han matado", declararía esta al conocer la noticia.

Respuesta tardía

"Llevaba tiempo debilitado. Desde la operación de amigadalitis. Pero del corazón nunca se había dicho nada. Antes al contario, había superado diferentes pruebas para analizarlo. Hacía tiempo que acusaba estados febriles. Se había planteado darle un tiempo de descanso, pero Herrera, también gracias a una prensa complaciente, porque él era ‘El Mago’, no lo iba a permitir. No podía prescindir de un futbolista como él. […]. No es verdad que Giuliano muriera en Cagliari: para mí había sido el comportamiento de Herrera a enfermarle", declararía al respecto su compañero de equipo y de habitación Ciccio Cordova en "Il Romanista" del 16 de octubre de 2005.

Con los años, futbolistas de la época y gente del entorno de aquel fútbol han ido desgranando qué era lo que tomaban entonces los futbolistas. En resumen, drogas para mejorar el rendimiento. En definitiva, un cóctel anfetamínico que causó o agravó diferentes enfermedades, eminentemente cáncer, y que terminó con la vida de algunos futbolistas, como la del propio Taccola, aquella fatídica tarde del 16 de marzo de 1969, en aquella camilla de aquel frío vestuario del Amsicora.

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