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Bayern y Borussia Dortmund, contra la Superliga europea; el PSG duda

Hay analistas que creen que la resistencia no será para siempre y que tarde o temprano los dos grandes del fútbol alemán acabarán cediendo.

Hay analistas que creen que la resistencia no será para siempre y que tarde o temprano los dos grandes del fútbol alemán acabarán cediendo.
El Bayern de Múnich encabeza la oposición a la Superliga europea. | EFE

El Bayern de Múnich y el Borussia Dortmund se resisten a entrar en los planes de la Superliga europea, que se considera una provocación en Alemania, donde las organizaciones de aficionados vienen rechazando planes en esa dirección desde hace tiempo e incluso se oponen al compromiso de la reforma de la Liga de Campeones.

Hay analistas, como el veterano comentarista Marcel Reif, que creen que la resistencia no será para siempre y que tarde o temprano los dos grandes del fútbol alemán terminarán cediendo, pero de momento ambos se han mantenido al margen.

El rechazo del Bayern ha sido tácito y se refleja en el hecho de que no se ha sumado a la declaración para la creación de la Superliga. El Dortmund, en cambio, ha publicado una declaración en la que sostiene que, como miembro de la Asociación de Clubes Europeos (ECA), mantiene la posición anterior, que apunta a una reforma de la Liga de Campeones bajo la tutela de la UEFA.

"Los miembros de la ejecutiva de la Asociación de tuvieron una conferencia virtual en las que reiteraron que la resolución del viernes sigue teniendo vigencia", ha dicho en la declaración el CEO (director ejecutivo) del Dortmund, Hans-Joachim Watzke. "Los dos clubes alemanes representados en la ejecutiva de la ECA, Bayern Múnich y Borussia Dortmund, defendieron posiciones cien por cien iguales", agregó, involucrando al club bávaro en su toma de posición.

La decisión de los dos grandes del fútbol alemán de mantenerse al margen del proyecto puede tener muchas razones, pero sin duda una de ellas es la resistencia a esta Superliga que hay en Alemania y que va desde los responsables de la Liga Alemana de Fútbol (DFL) y la Federación Alemana de Fútbol (DFB) hasta los grupos de aficionados. "Los intereses de unos pocos clubes de élite en Inglaterra, Italia y España no pueden llevar a la liquidación de estructuras que se han creado con el tiempo en todo el fútbol europeo. Sería especialmente irresponsable perjudicar de manera irreparable a las ligas nacionales que son la base del fútbol profesional europeo", dijo el director administrativo de la DFL, Christian Seifert.

Por parte de la DFB, el vicepresidente Rainer Koch respaldó la postura de la UEFA y la FIFA y expresó su satisfacción porque ningún club alemán esté involucrado en el proyecto y su esperanza de que esto siga siendo así.

Las reacciones en contra de la Superliga también se han hecho sentir en la prensa deportiva alemana. La revista 11 Freunde, por ejemplo, dice que "es algo para vomitar" y pide una dura reacción de todas las federaciones.

El Süddeutsche Zeitung califica la Superliga en un comentario, ilustrado con una foto del Real Madrid, como "La prueba final del delirio de grandeza". El diario Bild la ve como algo "perverso" y como "una traición al fútbol". "He amado toda mi vida el fútbol. Pero dejaré de interesarme por ese deporte si se hace realidad lo que han proyectado un par de nuevos ricos codiciosos", dijo el director de deportes del Bild, Alfred Draxler. "Eso no es una Superliga, es una liga de mierda", agrega Draxler.

La duda del PSG

El otro gran ausente es el París Saint-Germain, adoptando una posición que deja a la expectativa al equipo de la capital francesa que cumple diez años bajo pabellón qatarí. El equipo galo, clasificado por segundo año consecutivo para las semifinales de la Liga de Campeones, de la que el año pasado disputó la final, nunca ha ocultado su intención de estar entre los grandes de Europa, pero también entre los más ricos.

No en vano es, junto al Manchester City, su rival en busca de la final de Estambul y también con propietarios del Golfo Pérsico, el club que más billetes ha colocado sobre el tablero del fútbol en los últimos años, lo que hace más sorprendente su ausencia de esta revuelta de los privilegiados.

Durante los primeros pasos de la gestación de la nueva Superliga europea, los dirigentes del PSG estuvieron asociados a los de los otros grandes clubes europeos, pero en las últimas semanas su presidente, Nasser Al-Khelaifi, se bajó del carro. Aunque oficialmente el club de la capital francesa no ha tomado posición, su ausencia habla por sí misma e invita a analizar los motivos por los cuales no se asocian a una competición que parece labrada para sus características de club rico y poderoso.

Qatar tras el PSG

Muchas de esas respuestas parecen estar en la naturaleza de sus propietarios, un fondo de inversión soberano tras el cual está el Estado de Qatar. Doha aterrizó en el club en 2011 con una intención no velada de ganar algún día la Liga de Campeones, por ahora la competición de más prestigio a la que puede optar un club.

El sueño de los jeques parece más que nunca al alcance de la mano y torpedear una competición centenaria antes de haberla ganado no parece de su gusto. Además, los intereses del PSG están directamente unidos a Qatar y al canal de televisión BeIn Sports, también propiedad del fondo soberano catarí y, al tiempo, asociado a la UEFA para difundir la Liga de Campeones en numerosos países.

Al Khelaifi, que preside el PSG y también la cadena de televisión, no quiere morder una de las manos que alimentan a su negocio televisivo. Las relaciones entre el club francés y la UEFA no siempre han sido idílicas y en el Parque de los Príncipes todavía sangran las cicatrices que dejó la amenaza de excluirle de las competiciones europeas por no estar conforme a las reglas de equilibro financiero. En los últimos años parece haberse instalado entre ambos una "entente cordiale" que ni París ni Doha quieren quebrantar.

Qatar 2022 de fondo

En el trasfondo está el gran proyecto de Qatar, el Mundial de 2022 que convertirá al emirato del Golfo Pérsico en el primer país árabe en acoger la competición. La FIFA, que organiza esa competición, ya ha mostrado su desacuerdo con la Superliga europea, pero entre bambalinas la máxima instancia del fútbol internacional prepara un proyecto de Mundial de clubes que no cuenta con el beneplácito de la UEFA y que perfila una guerra entre ambas instancias.

Esta nueva propuesta vendría a perturbar ese proyecto y, aunque todo debilitamiento de la UEFA sería favorable a los intereses de la FIFA, parece que el precio a pagar es elevado. En ese contexto, Qatar prefiere también mantenerse fiel a sus socios para 2022. El PSG cuenta, finalmente, con el respaldo de todas las instancias nacionales, la Federación, la Liga y, llamativamente, el presidente, Emmanuel Macron, que se apresuró a mostrar su rechazo a la Superliga europea incluso antes de que estuviera oficialmente lanzada.

Con esos elementos, el club de la capital francesa tiene cartas a su favor para jugar, por ahora, en dos tableros, sabiendo que los patrocinadores de la nueva competición siempre le van a guardar una silla en la mesa de los elegidos. Contemporizar es, por ahora, la regla en el club, aunque si la Superliga europea avanza difícilmente podrá quedarse al margen. Sus representantes ya han dejado la puerta abierta "al menos" a dos clubes franceses.

No estar con los mejores tendría unas consecuencias financieras difíciles de asumir para el PSG y podría acabar con su voluntad de ser considerado uno de los grandes de Europa. Sin olvidar que privarse de recibir en el Parque de los Príncipes a clubes que atesoran hasta la fecha 40 Copas de Europa tendría incuestionables repercusiones en la taquilla y en el prestigio.Y que los grandes jugadores siempre quieren jugar contra los grandes jugadores, lo que haría difícil convencer a estrellas de la talla de Neymar o Kylian Mbappé de quedarse en las orillas del Sena.

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