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Ernst Willimowski, el futbolista eternamente amado y odiado en el fútbol polaco

Con 22 años era el ídolo del país. 10 años más tarde era odiado por la nación. Un nombre tabú cuyos registros fueron borrados de la memoria polaca.

Con 22 años era el ídolo del país. 10 años más tarde era odiado por la nación. Un nombre tabú cuyos registros fueron borrados de la memoria polaca.
Wilimowski, durante un partido con el Ruch Wielkie Hajduki en 1937. | Wikimedia

El 23 de junio de 1916 nacía Ernest Otto Wilimowski en Katowice, Silesia; entonces II Imperio Alemán, hoy Polonia. Un futbolista eternamente recordado por sus cuatro goles en un partido durante el Mundial de Francia de 1938. Pero una persona que significó mucho más en el fútbol polaco. Muchísimo más.

Formado en el 1. FC Katowice, el club de la ciudad en la que había nacido en realidad como Ernst Otto Pradella. El apellido Wilimovski lo adoptó de su padrastro, después de que su padre falleciera combatiendo como soldado alemán durante la Primera Guerra Mundial, y de que su madre, Paulina Florentina Pradella, se casara con el polaco Roman Wilimovski en 1929.

En ese periodo en que Ezi -como así se le conocería siempre- pasó de ser el alemán Ernst Pradella al polaco Ernest Wilimovski, también su ciudad, Katowice, pasó a formar parte de Polonia. Una decisión muy controvertida tomada tras el Tratado de Versalles, y con la que la mayor parte de la región de Silesia no estuvo de acuerdo. Un hecho que, sin duda, tiene una gran significación en esta historia.

En esos momentos a Wilimowski sólo le importaba el fútbol. Soñaba con llegar algún día a lo más alto. Un día, un sueño, que no tardaría mucho en llegar. Lo que no podía imaginar es que su llegada a la elite no sería en su Katowice, sino en un club aún más grande: el Ruch Chorzow (por entonces Ruch Wielkie Hajduki).

Con 17 años firmó por el que en aquellos momentos era el club más importante de Polonia; y pronto se mostró como el mejor goleador del país. Ese mismo año, de hecho –y recordemos que aún tenía 17 años- fue convocado por primera vez con la selección absoluta de Polonia.

Su éxito fue fulgurante. Apenas era mayor de edad y ya era el ídolo de un país ávido de héroes con los que identificarse. Y aquello le jugó una mala pasada. Disfrutó demasiado de su éxito y de su fama; del alcohol, y de las mujeres. Un acto de indisciplina –se afirma que llegó borracho a un partido de liga, aunque también se ha especulado con el hecho de que quería ocultar su supuesto profesionalismo – le dejó fuera de los Juegos Olímpicos de Berlín del 36.

En cualquier caso, la carrera de Wilimowski no se resintió. Siguió marcando goles -112 en 86 partidos se le atribuyen en el Chorzow entre 1934 y 1939- y siendo la estrella de la selección que, ahora sí, le iba a convocar para el Mundial de Francia del 38.

Y ahí, Ernest Wilimowski se consagraría.

Un registro histórico

En octavos de final Polonia debía enfrentarse a Brasil en el Stade de la Meinau en Estrasburgo. Una Brasil que no era la superpotencia que hoy conocemos, pero que partía como gran favorita gracias sobre todo a la presencia de Leónidas, el diamante negro, uno de los futbolistas más talentosos que ha dado el país.

El partido fue brillante. Uno de los mejores de la historia de los mundiales. 6 a 5 final, tras marcharse a la prórroga con 4-4. Leónidas marcó 3 goles. Ernest Wilimowski hizo 4. Cuatro. Y el quinto gol de Polonia fue tras un penalti cometido sobre él mismo.

Una actuación individual estelar, que no sirvió para la clasificación de Polonia para cuartos de final, pero que convirtió a Wilimowski en el primer jugador en marcar cuatro goles en un mismo partido de un Mundial y que, tras 91 años de historia y 21 ediciones, sólo ha sido superado por Oleg Salenko y sus cinco goles en un partido en el Mundial de USA 94. Es, también, el único futbolista que ha logrado un póker de goles ante Brasil.

El principio y el final

Si Ernest Wilimowski ya era un ídolo en Polonia antes de aquel partido, su increíble gesta mundialística le elevaría hasta los altares. Trataron de hacerse con su fichaje desde todos los rincones del planeta –especialmente desde Brasil-, pero continuó en Polonia. Apenas tenía 22 años, y ya se había convertido en una leyenda.

Una leyenda que se magnificaría con dos actuaciones más al año siguiente: 10 goles anotó durante un partido de liga ante el Union Touring Lodz (12-1 final); y la remontada de Polonia ante Hungría –entonces, una de las grandes potencias futbolísticas- con Wilimowski de artífice: la primera mitad concluyó con el resultado de 0-2 para los magiares; Ernest Wilimowski entró en la segunda mitad, y tras anotar tres tantos y provocar un penalti, Polonia terminó ganando por 4-2.

Sin embargo, y a pesar de todo ello, Ernest Wilimowski tardaría muy poco en caer en desgracia.

Todo vino a raíz del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Tras la invasión de Polonia por el III Reich, en septiembre del 39, concluyó la carrera futbolística de Wilimowski en Polonia. Pero no en Alemania: como ciudadano de Silesia, mantuvo la nacionalidad alemana. Es decir, otra vez que su ciudad pasaba de pertenecer a Polonia a hacerlo a Alemania; y otra vez que Ernest Wilimowski pasaba a ser Ernst Willimowski, más alemán.

No sería el único futbolista polaco que cambiaría de nacionalidad tras la invasión. Y no sería solo por el hecho de poder seguir jugando al fútbol, ahora en Alemania; sino que podría considerarse casi como una cuestión de necesidad.

Pero en el país, dolido una vez más en su orgullo, no sentó nada bien que su referente, su ídolo, su mejor futbolista, pasara de ser polaco a ser alemán. De jugar en Polonia a jugar en Alemania. Y muchísimo menos que, en junio 1941, debutara con la selección alemana de fútbol. Lo haría con un doblete ante Rumanía -13 goles lograría en 8 encuentros-. Aquello ya fue demasiado para el sentimiento polaco.

El amor y devoción que sentían por Ezi antes de la guerra, que era enorme, no alcanzaba al odio y rechazo que sentían ahora por el futbolista. Sólo veían a una persona que había traicionado a su país y a sus ciudadanos; un futbolista que vestía la misma bandera, la esvástica nazi, que estaba sometiendo a Polonia.

Pero más allá del fútbol –y de que Willimowski siempre manifestara que él se sentía silesiano ante todo- hubo otro desencadenante crucial para que tomara aquella decisión, y que no se conoció hasta muchos años después: su madre iba a ser enviada a Auschwitz por una relación con un judío ruso. Ezi pudo valerse de sus buenas amistades con autoridades nazis –gracias, huelga decirlo, al fútbol- para conseguir, primero, que fuera enviada a un destino algo más seguro; y poco después que fuera liberada.

Con todo, Willimowski siguió compitiendo en Alemania –en el Chemnitz y el 1860 Munich entre otros-, siguió marcando goles, y también ganando títulos: la Copa del Reich en 1941 y la Copa de Alemania en 1942.

Una vez concluida la guerra, para la que sería movilizado pero sin llegar a entrar nunca en combate, siguió con su carrera en Alemania.

Entre otras cosas, porque nunca le dejaron volver a Polonia. No sólo había dejado de ser el ídolo; el nuevo gobierno comunista del país lo señaló como traidor a la patria, y jamás permitiría su regreso al país.

Siguió jugando hasta 1955, y de hecho su nombre sonó para formar parte de la selección alemana para disputar el Mundial de 1954, el del Milagro de Berna; pero finalmente no formó parte de la convocatoria. Quizá si podría haber disputado el Mundial del 50, pero no se permitió la participación de Alemania por su papel en la Segunda Guerra Mundial.

Willimowski no volvería a pisar Polonia, y Polonia se encargó de borrar el nombre y la historia de Willimowski. Incluso, con la disputa del Mundial en Alemania en 1974, solicitó ver a los jugadores de la selección de Polonia (que por cierto terminaría tercero en el campeonato, con Gregorz Lato al frente). Pero las autoridades polacas tampoco se lo permitieron.

Ernst Willimowski fallecería en Alemania el 30 de agosto de 1997, a los 81 años. Polonia no envió ningún representante a su funeral.

*Ernst Willimowski sería el primero, pero a lo largo de la historia han sido varios los futbolistas silesianos que han jugado con la selección alemana: entre ellos, Lukas Podolski, Miroslav Klose, Paul Freier, Lukas Sinkiewicz o Darek Wosz.

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