Menú

Egri Erbstein, de sobrevivir al Holocausto a formar el Grande Torino

Su carrera se vio truncada en su apogeo. Ser judío en Budapest le abocó a la muerte. Logró escapar, y dio lugar a un conjunto histórico.

Su carrera se vio truncada en su apogeo. Ser judío en Budapest le abocó a la muerte. Logró escapar, y dio lugar a un conjunto histórico.
Erbstein, primero por la derecha, en una alineación del Grande Torino. | Wikimedia | Wikimedia

El Torino de los años 40 pasaba por ser uno de los mejores equipos del mundo. Una tragedia en forma de accidente de avión terminó con su legado cuando se hallaba en su apogeo, a punto de sumar su quinto campeonato liguero consecutivo.

El arquitecto de aquel exitoso proyecto fue un hombre cuya vida estuvo a punto de ser una más de las que acabaron en un campo de concentración. Sobrevivió al Holocausto y llevó al fútbol italiano sus revolucionarias ideas. Su nombre, Ernest Erbstein.

Húngaro formado en Estados Unidos

Ernest Erbstein nacía el 13 de mayo de 1898 en Nagyvárad, ciudad hoy conocida como Oradea y que pertenece a Rumanía, pero que entonces formaba parte de la Transilvania territorio húngaro.

Y como buen húngaro, Erbstein se contagió de la fiebre futbolística que por entonces invadía al país. No en vano Hungría fue una de las mayores escuelas y cunas de talentos futbolísticos de la primera mitad del siglo pasado.

Su primer equipo fue el BAK de Budapest, donde jugó mientras estudiaba educación física. De ahí pasó al fútbol italiano, en el Olympia de Fiume (en la actual Rijeka croata) primero, y en el Vicenza después.

Su siguiente y sorprendente paso fue el Brooklyn Wanderers estadounidense, en una época, no obstante, en que el fútbol iba camino de convertirse en el principal deporte de Estados Unidos. Hasta que todo se truncó en los años 28 y 29…

Sería ahí donde Ernest Erbstein se formaría como el gran entrenador que sería después. Pudo vivir el desarrollo deportivo y como fenómeno social del fútbol en el país, a la vez que conocía de primera mano todas las novedades que llegaban desde el Reino Unido. Todo eso, claro, acompañado de su amigo, futbolista y también judío Bela Guttmann, el verdadero artífice del desembarco de Erbstein en Estados Unidos, y quien, como todos saben, se convertiría más tarde en uno de los mejores entrenadores de Europa.

Incipiente técnico en Italia

En el Brooklyn Wanderers terminaría su carrera como futbolista Ernest Erbstein, y al año siguiente ya estaba entrenando en Italia. Concretamente en el Bari. Posteriormente pasará por la Nocerina, el Cagliari, y la Lucchese, donde heroicamente llevará al equipo de la Serie C a la Serie A en tres años.

Pero estamos ya en 1938. Ese es el año en que Mussolini proclama y aplica su manifiesto de la raza, por el que todos los judíos como Ernest Erbstein sufrirían una drástica restricción de sus derechos sociales y laborales, viendo su futuro seriamente comprometido en Italia.

Tratando de encontrar una solución, Erbstein fichará por el Torino, cuyo presidente, Ferrucio Novo, prometía poder proteger a él y a su familia. En cierta manera lo hizo, permitiendo por ejemplo que las dos hijas de Ernest pudieran inscribirse en una escuela privada, mientras él continuaba ejerciendo como entrenador.

Pero la situación se fue complicando con el paso de los meses, hasta el punto que Ernest Erbstein decide abandonar el país junto a su familia.

Llega a un acuerdo con su amigo y compatriota Molnar, entonces técnico del Rotterdam, y con el beneplácito de ambos conjuntos, deciden intercambiar los banquillos.

Pero cuando Erbstein llega a la frontera holandesa, la policía les detiene y les retira los visados. Consiguen llegar, en tren y cruzando toda la Alemania Nazi, hasta Hungría, único país donde la familia podría sentirse a salvo.

Y lo cierto es que así será durante un tiempo. Incluso Ernest Erbstein dirige en cierta manera al Torino desde la distancia, mediante cartas que envía a Ferruccio Novo. De hecho, será en una de esas misivas cuando recomendará al equipo la contratación de un joven Valentino Mazzola, que terminaría por convertirse en una gran estrella en el Torino.

El terror en casa

Pero la tranquilidad en Budapest durará poco. En marzo de 1944 el país es invadido por la Alemania Nazi, furiosa por la traición del acuerdo húngaro con la Unión Soviética. Comenzó entonces una etapa en la que la persecución a los judíos, comandada por Eichmann, fue, como mínimo, igual de dura que en Alemania. Más de 500.000 judíos húngaros fueron asesinados en la propia ciudad, o deportados a campos de concentración en apenas unos meses. Con el mismo resultado, claro: la muerte.

Ernest Erbstein sería enviado a un campo de trabajo cercano a Budapest, paso previo a ser deportado, como tantos otros, a Auschwitz. Sin embargo, el hecho de ser reconocido por un guardián del campo de trabajo que había combatido con él durante la Primera Guerra Mundial le permitió mantener cierto contacto con el exterior.

De ese modo, pudo poner a salvo a su familia, al contactar con el nuncio apostólico en la ciudad. Éste consiguió cobijar a la mujer e hijas de Ernest en un convento, un refugio seguro en aquellos momentos ya que, tratándose de un territorio bajo protección del Vaticano, cualquier incursión podría acarrear graves consecuencias diplomáticas.

Ernest Erbstein también logró salvar su propia vida. Lo hizo con la ayuda del diplomático sueco Raoul Wallenberg, quien mediante pasaportes protegidos y usando diferentes sistemas –corriendo siempre enormes peligros– consiguió salvar la vida a miles de judíos. Hecho por el cual sería reconocido Justo entre las Naciones.

Regreso a Italia

A pesar de que la situación en Hungría no mejoró notablemente con la llegada de la Unión Soviética, aquello permitió a Ernest Erbstein y a su familia regresar a Italia. Momento en el que se cambió el apellido a Egri.

Lo hizo, claro, al Torino, con el que había mantenido el contacto durante todo aquel tiempo. Y lo hizo como director deportivo, lo que le daba aún más margen en todas las decisiones relacionadas con el equipo. Juntos, Ferrucio Novo y Egri Erbstein, dieron lugar a la mejor etapa en la historia del club. Al denominado Il Grande Torino, ganador de cuatro ligas italianas consecutivas.

Entre sus principales novedades, la atención a la forma física de sus jugadores, introduciendo unos sistemas de entrenamiento, un régimen interno, y un seguimiento de la dieta de los futbolistas que nunca antes se había visto. No sólo eso: comenzó a preocuparse por los asuntos personales de sus futbolistas, buscando siempre su mayor comodidad y felicidad. No en vano, una de las cualidades que se destacan siempre de aquel equipo es la magnífica relación existente entre todos los miembros de la plantilla, lo que la hacía aún más fuerte.

En el campo, además de introducir los calentamientos antes del partido, desarrolló la célebre táctica WM, ideada por Chapman unos años atrás, y considerada por muchos la precursora del fútbol moderno.

En aquellos tiempos no había Copa de Europa. Pero no era necesaria para saber que el Torino era el mejor equipo del continente.

Y así fue hasta la tragedia de Superga, que terminó con la vida de todos los futbolistas y cuerpo técnico del equipo el 4 de mayo de 1949. Incluido Egri Erbstein.

Se terminaba así el Grande Torino, que se encontraba en aquel momento en el camino de conquistar su quinto scudetto consecutivo.

Y se terminaba así la historia de Ernest Egri Erbstein. Una historia, una leyenda, que hoy, más de 70 años después, sigue viva. …

Temas

En Deportes

    0
    comentarios