
El Real Madrid tuvo en su mano la victoria en la gran final de la Copa del Rey. Tras una primera parte lamentable con sorpresa inicial incluida- banquillazo de Kylian Mbappé-, donde el equipo merengue regaló el balón al Barcelona y mostrando una cara ya demasiado conocida esta temporada en las grandes citas... ¿Cuál era el plan inicial de partido, Carlo?... ¿Pelotazos a quien si no tienes un '9' referencia? Un equipo timorato, sin equilibrio, sin intensidad en la presión tras perdida, sin automatismos en ataque, pagando muy caras sus perdidas -nefasto repliegue-, demasiado estático en ataque posicional -ni un solo desmarque de ruptura, todos la piden al pie-, juego colectivo nefasto... todo cambió tras el descanso.
Ancelotti, por fin, se suelta
El técnico italiano dejó de lado su propio ADN y decidió dar un golpe en la mesa. Metió a Mbappé por un Rodrygo que lleva tiempo siendo una auténtica sombra en el campo y a los nueve minutos de la reanudación hizo otras dos modificaciones que le cambiarían totalmente la cara a su equipo. Sacó del campo al sobrevalorado Dani Ceballos -parece mentira que parte de la afición del Madrid no aprenda con el utrerano, que a sus 28 años solo ha sido capaz de hacer un puñado de partidos trascendentes por temporada para luego por ‘H’ o por ‘B’ terminar desapareciendo y acabar en el Villamarín viendo partidos desde el palco de honor de su querido Betis- y a Lucas Vázquez para meter a Luka Modric y Arda Güler. Si el plan A no funciona hay que reaccionar e intentar ser intervencionista en los partidos, algo de lo que siempre ha pecado Ancelotti. Por primera vez en mucho tiempo el técnico italiano hacía tres cambios antes del minuto 60. El Madrid no renunció a la posesión, fue a buscar arriba al Barcelona, se activó en la presión tras perdida... y cambió el guión de la final.
Güler, que como ante el Getafe fue instalado en la base de la jugada para darle claridad al juego, dejó retratado a Ancelotti. ¿Cómo es posible que durante la temporada se ha echado en falta a un jugador creativo en la sala de máquinas y que este tremendo jugón otomano no haya tenido casi protagonismo? Incompresible.
El Madrid le dio la vuelta al partido en una segunda parte que deja en evidencia que este equipo, con sus claros fallos estructurales en la construcción de la plantilla -la ausencia de Kroos igual era menos traumática si Güler hubiera tenido más protagonismo..., la lesión de Carvajal dejó coja una posición, la del lateral derecho, que la dirección deportiva no quiso o no tenía permiso para reforzar en el mercado invernal, la marcha de Nacho no se reemplazó con incorporación alguna o la ausencia de un jugador del perfil de Joselu, un delantero que ataque el área y que te permita coger oxígeno saliendo en largo para bajar el balón y generar segundas jugadas-, y con el debe físico de un plantel que no ha estado a la altura en este apartado donde hay que señalar al responsable, el general Pintus, tiene mimbres para ser competitivo -el Madrid ha perdido 13 partidos esta temporada- y jugar mucho mejor. Y eso es responsabilidad de un Ancelotti que ayer pareció quitarse todas las ataduras de sus famosas jerarquías y dejar de lado sus cambios tardíos para ser valiente en la que puede ser su despedida como técnico del Real Madrid del torneo del KO.
Solo dos errores individuales de Courtois -que te pille el Barcelona a la contra en el minuto 82 ganando 1-2 no es concebible- y la falta de entendimiento entre Modric y Brahim privaron al Madrid de tumbar al Barcelona en la final de Copa. Dos errores que pueden ser vitales en el futuro de un Ancelotti que siempre será recordado como el técnico que más títulos ha ganado en la historia del Real Madrid, pero que esta temporada no dio con la tecla y parece haber reaccionado demasiado tarde.