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Entre Eneas el Táctico y Simeone el Estratega

La conjunción astral de un Madrid desnortado, un Barça descompuesto y un Atleti imponente ha hecho posible que, en doce horas apenas, éste último pasase a ser primero. Corregidos los titubeos iniciales, el equipo se expresa con un desparpajo inédito que extasía a los propios y abruma a los ajenos. Ni que decir tiene que el equipo -ese lugar común que multiplica a todos y a nadie hace de menos, esa autopista de ida y vuelta entre el banco y el césped- sigue siendo la cifra del misterio y la reverendísima madre del cordero.

Es innegable que las promesas se han cumplido y los barruntos, ahora mismo, son certezas. Pero también es cierto que la explosividad de Griezmann necesita de Gabi y su solvencia. Que la disciplinada madurez del Niño Torres avala las rabietas de Gameiro. Que el magisterio de Godín, doctor en poliorcética, explica y determina el crecimiento exponencial de Lucas, el discípulo, y Savic, el hereu. La poliorcética (excusen el palabro y den cuartel al palabrero) es la ciencia -o el arte- de defender ciudades que sustanció Eneas el Táctico allá por el siglo IV antes de nuestra era. Sostiene el tratadista que afrontar un asedio compromete al conjunto de la polis, sin excepciones ni escaqueos, pero exige a los ricos más que al resto. Quienes llevan la fama y cardan una lana de agárrate y no te menees han de partirse el alma, estimular con el ejemplo y colocar el debe antes que los haberes. Basta y sobra con eso para otorgarle al uruguayo las palmas académicas y para aventurar incluso, con harto fundamento, que el alma, el pneuma, de Eneas, transmigró al Nuevo Mundo desde la Antigua Grecia y que la reencarnación del Táctico es Simeone el Estratega. Bromas al margen, un servidor de ustedes considera que el Cholo sigue creyendo a pie juntillas que el nervio de un equipo, su soporte vital, su auténtico ADN se encuentra en la defensa y de ahí no se mueve.

La defensa, no obstante, es un concepto, una actitud, un compromiso con la entrega que rebasa, con mucho, lo que se esboza en la pizarra y se solventa sobre el césped. Simeone y los suyos (Simeone y los nuestros) defienden cuando atacan y atacan defendiendo. Así pues, los zagueros ejercen al unísono de bastiones y arietes. Idéntico papel, pero a la viceversa, han de representar los delanteros. De ahí que si el Atleti ha descolgado un liderato que aún carece de chicha pero que chincha tela, es porque El Estratega ha adelantado la defensa y acogota por asfixia al oponente. O sea, la poliorcética.

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