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El Real Madrid celebra la Liga en Cibeles acordándose de Piqué y el Atlético

Ramos y Marcelo, casi al alimón, se encargaron de ataviar a la diosa con la bandera y la bufanda del club ante cerca de 50.000 aficionados.

Hubo que aguantar estoicamente hasta las tres de la madrugada, pero, como cantaría Marc Anthony, "valió la pena". Delirio absoluto en la plaza de Cibeles, donde se congregaron miles de aficionados madridistas —alrededor de 50.000, según estimaciones del club blanco— para celebrar el trigésimo tercer título liguero del Real Madrid.

Una de las Ligas más esperadas en el club, que no conseguía este trofeo desde 2012, con José Mourinho en el banquillo. La Champions está muy bien, lógicamente, pero la Liga es el premio a la regularidad en toda una temporada. Y ya tocaba.

Nada más acabar el partido ante el Málaga en La Rosaleda (0-2), donde los blancos se proclamaron campeones en la última jornada, muchos seguidores madridistas empezaron a llenar la plaza de Cibeles. Y allí acabaría llegando, con algunos minutos de retraso sobre el horario previsto, el autobús descapotado que se encargó de trasladar a los jugadores desde el estadio Santiago Bernabéu hasta la fuente de la diosa.

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Ya en Cibeles, fiesta total. Cánticos de celebraciones por la Liga, aclamación a los jugadores, miradas puestas en Cardiff —de cara a la final de Champions contra la Juventus de Turín el próximo 3 de junio— e incluso alguna que otra dedicatoria a los rivales. Así, entre los cánticos más atrevidos, los futbolistas blancos se acordaron de Gerard Piqué —"Piqué cabrón, saluda al campeón"— o del Atlético de Madrid —"Atleti, decidme qué se siente"—. Cristiano Ronaldo, por su parte, pidió el apoyo a la afición para tratar de conquistar la Duodécima en tierras galesas después de que algún otro jugador dijera aquello de "Nos vamos para Cardiff".

El momento culmen de las celebraciones se produjo a las 2:56, una hora y media después de que el equipo aterrizase en el aeropuerto de Madrid-Barajas-Adolfo Suárez procedente de Málaga. Fue entonces cuando los dos capitanes madridistas, Sergio Ramos y Marcelo, se encargaron de engalanar a la diosa Cibeles, cumpliendo así con la tradición.

El sevillano colocó en el cuello de la diosa una bandera de España con el escudo del Real Madrid, mientras que el lateral brasileño le puso al monumento una bufanda del club. A continuación, Ramos le dio un beso en la mejilla a Marcelo, escenificando la unión en el vestuario madridista.

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Tras la fiesta en Cibeles, los jugadores volvieron a subirse en el autobús y abandonaron la plaza para seguir celebrando el título liguero junto a sus familiares y amigos.

Unas celebraciones que, según informa Europa Press citando fuentes de Emergencias Madrid, transcurrieron sin apenas incidentes. Y es que, hasta la medianoche, el Samur Protección Civil sólo tuvo que atender a tres personas por síncopes y a otra por heridas leves.

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