Ole Solskjaer tenía razón cuando hace unos días aseguraba que sí, que estaba seguro de que Paul Pogba volvería a vestir la camiseta del Manchester United para la próxima temporada y que sí, que por supuesto el jugador estaba encantado de que así fuese. De esto último únicamente se conoce la versión del entrenador, pero, pese a que a Pogba le pese, será así, porque parece que su destino -al menos para la próxima temporada- está ligado a disputar los encuentros como local en Old Trafford. Era una petición expresa de Zinedine Zidane, la piedra angular sobre la que quería volver a reconstruir el centro del campo madridista, pero pese al empeño tanto por parte del jugador, como por parte del Real Madrid, la operación se ha puesto cuesta arriba y casi sin opciones de poder hacerse efectiva.
Cuando a las 18:00 horas de la tarde del jueves 8 de agosto cerraba el mercado estival en la Premier League, las puertas de salida de Old Trafford se cerraban de par en par para no permitir que Pogba abandonase Manchester. Existe un resquicio mediante el cual sí podría salir el francés: que los red devils se replanteasen toda la operación, acepten el dinero y se queden sin su jugador franquicia. Aunque no parece que pueda llegar a ocurrir algo así.
Ni Milinkovic Savic de la Lazio, ni Bruno Fernandes del Sporting de Lisboa y ni si quiera Christian Eriksen, con quien ya tenían apalabrado el contrato, llegaron. El danés lo tenía hecho, solo quedaba estampar la firma, pero terminó por romper las negociaciones porque su deseo es terminar vistiendo de blanco en el Bernabéu o de rojiblanco en el Metropolitano.
Ahora bien, Zizou deberá replantearse de aquí al próximo 31 de agosto los nombres que tiene sobre la mesa. Donny Van de Beek parece cerrado, el acuerdo está sellado y únicamente quedaría acordar la cantidad del traspaso y hacerlo oficial. Ahora bien, quizás Eriksen vuelva a recobrar protagonismo y termine siendo otro de los refuerzos en detrimento del frustrado movimiento de Pogba.