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El fútbol español sigue conteniendo la respiración por Eusebio Sacristán

Eusebio sigue estable dentro de la gravedad. Se encuentra en coma inducido y las próximas horas serán decisivas para su salud.

Eusebio sigue estable dentro de la gravedad. Se encuentra en coma inducido y las próximas horas serán decisivas para su salud.
EFE

Todo el fútbol español contiene la respiración por el estado de salud de Eusebio Sacristán que, mientras llegan mensajes de apoyo y adhesión desde todo el mundo y los clubes de los que formó parte, sigue en coma inducido y está estable dentro de la gravedad tras la intervención a la que fue sometido después de sufrir un traumatismo craneoencefálico severo. Las próximas horas serán decisivas.

La noticia ha impactado en el mundo del fútbol, donde Eusebio dejó huella allá por donde pasó. Vigo, Barcelona, San Sebastián, Gerona o Pucela, donde recientemente había establecido su residencia para atender sus negocios y la gestión de la fundación que lleva su nombre, a la que se entregaba con causas sociales de todo tipo e iniciativas enmarcadas en el deporte base.

El chaval que empezó a jugar al fútbol dando patadas al balón contra la pared de la iglesia de su pueblo (La Seca) dejó huella en muchos lugares.

Y es que Eusebio entró por méritos propios en la galería de leyendas del fútbol español el día que se convirtió en el primer futbolista de campo en superar la cifra de 524 partidos jugados en primera por Manuel Sanchís. Después han superado su marca, pero para la historia queda su fútbol y sus etapas en el Celta, Valladolid, Atlético de Madrid y Barcelona, donde formó parte del 'dream team' que logró la primera Copa de Europa con Eusebio en el campo, aunque no fuera en su verdadero puesto.

Son mucho los excompañeros que piensan que si Eusebio hubiera jugado entonces en su demarcación natural de medio centro, y no por la derecha, hubiera marcado una época como la marcó Xavi Hernández, con cuyo fútbol presentaba notables semejanzas.

Su carrera encierra jugosas anécdotas que iban a ser recogidas precisamente en la segunda parte de un libro sobre el Real Valladolid. La primera fue el día que le hicieron la prueba con el club durante un amistoso en Pedrajas de San Esteban. José Antonio Tejedor, entonces entrenador de las categorías inferiores, le dijo al mentor de Eusebio: "¿Qué me traes aquí? Este chaval tendrá que crecer, no le darán de merendar porque está escuchimizado y estos hoy se lo comen".

Ese mentor era Damián Recio, tío de Fonseca (también exjugador del Valladolid e internacional). Recio era alcalde de La Seca y había sido también jugador del Real Valladolid, de modo que utilizó sus contactos en el club para que Eusebio pasara esa prueba. Al poco de empezar aquel partido en Pedrajas, Tejedor le guiñó un ojo a Recio y dijo: "Este enano es canela, hace jugar a todo el equipo, ya es el dueño del partido".

Precisamente eso de jugar "tan bien" al fútbol fue un problema con uno de sus primeros entrenadores en el Valladolid, José Luis García Traid. Comentaba de él que "solamente sabía jugar al fútbol". Cuando dijo eso en una rueda de prensa, un periodista le respondió: "Esto no va de jugar al parchís, míster".

Ya con Redondo y Cantatore se asentó como titular junto a su inseparable amigo Juan Carlos, con quien también jugó en el Barcelona, y con quien cantó el histórico gol de Ronald Koeman de cuya celebración Juan Carlos salió "tuerto" por el codazo de un compañero. Ahora Eusebio lo cuenta riendo pero a Juan Carlos no le hace mucha gracia y aún recuerda que no pudo abrir el ojo derecho hasta que acabó aquel partido.

Campeón de Europa con el Barcelona tras ese encuentro de 1992, Eusebio ganó también, entre otros títulos, cuatro Ligas, una Copa del Rey y una Recopa de Europa con el equipo catalán, en el que estuvo siete temporadas en las cuales vistió la camiseta de la selección española en quince ocasiones. Además, repartió lecciones de fútbol y generosidad en 243 partidos con el Real Valladolid, 203 con el Barcelona, 67 con el Celta y 27 con el Atlético de Madrid.

De juvenil jugaba de interior y tanto su calidad en el pase como su cambio de ritmo le convertían en un jugador atrevido e insolente para su edad (18 años). Al subir al primer equipo, a pesar de jugar entonces con futbolistas de notable clase como Moré o Jorge Alonso, el chaval de La Seca era ya "el tiralíneas" del equipo. La precisión de su fútbol no era muy común en la temporada de su debut, el juego era más tosco y el toque no aparecía demasiado en los futbolistas entonces. En la España del 'tiki taka', por ejemplo, Eusebio Sacristán hubiera encajado como un guante.

Con el tiempo, Use, siempre equilibrado dentro y fuera del campo, perdió capacidad defensiva, pero sus pases "de seda" todavía le permitían sobrevivir en la elite hasta que decidió retirase con casi 38 años, una edad que lejos de lastrar su fútbol lo surtían, a veces, de una mayor entereza.

Ciertamente nunca fue rápido, no iba bien de cabeza, no tenía un buen regate, carecía de capacidad goleadora y de aptitudes para defender bien, pero todos los entrenadores que tuvo contaron con él. Muy pocos había con su talante y su perfil de futbolista que inventa, que "dibuja" fantasía y que añade un impecable punto de cohesión al juego de sus compañeros.

Después llegó su faceta de entrenador en varios equipos, aunque ahora estaba a la espera de ofertas y con la ilusión, pocas veces expresada pero latente, de entrenar algún día a su Valladolid.

La Fundación que lleva su nombre ha manifestado que está "muy agradecida" por las muestras de cariño hacia el exjugador y el interés por su estado de salud. Y es que todos los que han tenido la suerte de tratar con él hablan maravillas del chaval de La Seca. Tras ser intervenido este jueves para mejorar la presión intracraneal, que provocó un coagulo tras una caída, las próximas horas son decisivas para su estado de salud y, mientras tanto, el mundo del fútbol contiene la respiración. Ánimo Use!

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