Los jugadores del F. C. Barcelona hicieron caso omiso de las peticiones de los Mossos d'Esquadra y de las advertencias de sus propios directivos y responsables de seguridad. Antes e incluso durante el partido, los Mossos advirtieron al club azulgrana del grave riesgo de que se produjeran incidentes si los jugadores celebraban el título de Liga sobre el terreno de juego y en presencia de los pocos espectadores que quedaban en las gradas.
La policía autonómica insistió tanto al Barcelona como al Espanyol del alto riesgo que entrañaba el partido y, de entrada, convenció a la directiva encabezada por Joan Laporta de que lo razonable es que sus jugadores celebraran el título en el vestuario. Fueron varias las reuniones que la policía autonómica mantuvo con los responsables de seguridad de ambos clubes y en todas ellas los representantes azulgranas se mostraron a favor de las indicaciones policiales de evitar festejos sobre el terreno de juego.
A pesar del acuerdo alcanzado entre los Mossos y el F. C. Barcelona, los jugadores culés hicieron caso omiso de las indicaciones policiales y de sus propios directivos y festejaron la obtención del título en el campo hasta que un grupo de seguidores de la grada de animación del Espanyol saltó al campo con la intención de impedir las celebraciones. En ese momento, los jugadores y el cuerpo técnico del Barça corrieron hacia el túnel de vestuarios, donde hubo gritos y encaramientos entre jugadores azulgranas y personal del Espanyol.
Tanto la Generalidad como la Comisión Antiviolencia estudian las sanciones a imponer al club que preside el empresario chino Chen Yanseng. La multa económica, que impondría la administración autonómica, podría alcanzar los 600.000 euros. Tampoco se descarta el cierre del campo o, como mínimo, el cierre de la grada de animación, emplazada en el fondo sur del RCDE Stadium.