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Lorenzo Rico: "Jesús Gil me dijo que aprovechara la oferta del Barça, fue un acierto irme"

El mítico exportero de balonmano, que brilló en el Atlético, el Barcelona y la selección española, repasa su carrera en una entrevista a LD.

El mítico exportero de balonmano, que brilló en el Atlético, el Barcelona y la selección española, repasa su carrera en una entrevista a LD.
Lorenzo Rico, durante un momento de la entrevista a Libertad Digital. | David Alonso Rincón

Hablar de balomano en España es hablar de Urdangarín, de Garralda, Urdiales, Masip, Juan de Dios Román, Dujshebaev, Cecilio Alonso y, por supuesto, de Lorenzo Rico. Antes de la irrupción en la portería de David Barrufet y Joseja Hombrados, nuestra selección estuvo muy bien guarnecida por el Lince de Colmenar.

Lorenzo Rico Díaz (Colmenar Viejo, Madrid, 17 de enero de 1962) lleva el balonmano en las venas. Aunque él no lo supiera hasta que tenía nueve años. Fue entonces cuando empezó a jugar a este deporte -siempre como portero- en el Colegio San Agustín de Madrid, adonde se trasladó junto a su familia. Todo un descubrimiento por parte del padre Emiliano.

Allí empezaría Lorenzo Rico a forjar su leyenda. En 1980 fichó por el Atlético de Madrid, donde permaneció siete años -cinco de ellos a las órdenes de Juan de Dios Román- y ganó unos cuantos títulos, además de disputar una antológica final de la Copa de Europa contra la Metaloplastika de Veselin Vujovic. Todo un hito por aquel entonces para el balonmano español. En 1987, tras el desembarco de Jesús Gil en el Atlético, Lorenzo cambió de aires y fichó por el Barça de Valero Rivera, con el que siguió conquistando tanto España como el Viejo Continente.

El Lince de Colmenar fue un referente en la selección española, donde durante mucho tiempo llegó a ser el jugador que más veces ha vestido la camiseta nacional (245) hasta que Barrufet y Hombrados le acabarían superando. La "espina" que tiene clavada, como él mismo dice en la entrevista a este periódico, es no haber ganado una medalla con España.

Una serie de problemas en la cadera precipitaron su retirada en 1995, pese a tener un año más de contrato con el Barça. Desde entonces, Lorenzo Rico se ha dedicado en cuerpo y alma a la empresa constructora de su familia, dejando el balonmano en un segundo plano. Pero también a su mujer -Natalia, que es hija del mítico excentrocampista del Atlético de Madrid Joaquín Peiró-, a sus tres hijos (Lorenzo, Lucas y Martín) y, cuando consigue sacar un hueco, al golf, otro de los tantos deportes que le apasionan.

Así puede resumirse en líneas generales la carrera de toda una leyenda del balonmano español y mundial, un jugador de los que marcaron época y que no ha dudado ni un instante en ponerse a disposición de Libertad Digital.


Entrevista a Lorenzo Rico

Pregunta: ¿Cuándo empezaste a jugar al balonmano?

Respuesta: Fue en el San Agustín. Vinimos a Madrid en 1971, cuando yo tenía nueve años. Voy al colegio San Agustín y allí descubro el balonmano. Podría haber jugado perfectamente al fútbol, de portero o de delantero, pero el caso es que el entrenador me puso a jugar en el equipo de balonmano y de portero. Lo que no sé es porqué.

P: Tú entrenador fue Jesús Alcalde, otro mítico del balonmano español...

R: Así es. El caso es que en el San Agustín siempre han cuidado mucho el deporte. Hemos tenido entrenadores de mucha solvencia tanto en fútbol, como en baloncesto o en balonmano. Una vez que te metías en un deporte, ya era cuestión de prurito personal tuyo y del cura responsable de cada deporte. Aunque más de una vez me dijeron de jugar en el equipo de fútbol, el padre Emiliano me insitía en que yo jugase al balonmano. En cierto modo acertaron (Sonríe).

P: Despuntas en el San Agustín y se fija en ti toda una institución como Juan de Dios Román...

R: Él era el entrenador del Atlético de Madrid y me quisieron fichar para el equipo de juveniles, aunque no fue hasta 1980 cuando yo fui al Atlético de Madrid. Para mí el balonmano era un juego, desde que estábamos en benjamines. Éramos campeones de Madrid escolar hasta cadetes porque ya en juveniles era federado. Ahí nos ganaba el Atlético de Madrid-Leganés: empatábamos, pero nos ganaban por golaverage. El caso es que yo con 14 años voy a la concentración del verano del deporte en Pamplona. De allí salimos Eugenio Serrano, Javier Cabanas, Aguirregomezcorta y yo, además de algún que otro jugador que estuvo en Divisón de Honor y otros que llegamos a ser internacionales.

Acabo mi carrera como juvenil y el Atlético de Madrid fue otra vez a ficharme. Al acabar el colegio no tenía muy claro si quería seguir jugando al balonmano. No era conocedor muy consciente de que el Atlético de Madrid fuera profesional y de que exigiera una dedicación tan grande. Luego yo me matriculo en Ingeniero de Caminos y ahí, entonces sí, ficho por el Atlético de Madrid. Fue entonces cuando descubro que hay otro tipo de deporte que no es ir con los amigos a entrenar dos veces por semana y luego jugar, sino que había que entrenar con bastante más exigencia y responsabilidad. Juan (de Dios Román) me dio libertad los primeros años para llegar tarde a los entrenamientos porque estaba en la carrera, pero luego ya te involucras y te das cuenta de que, si quieres seguir en esa línea, tienes que entrenar de una forma más especial.

LD | David Alonso Rincón

P: ¿Y cómo se desarrolló todo después?

R: Las cosas salieron bien. Renové por el Atlético de Madrid y el Barça quiso ficharme en el 82, cuando tenía 20 años, pero yo seguí en el Atlético de Madrid. Viví buenos años allí. Juan de Dios se va en 1985 después de jugar la final de la Copa de Europa (contra la Metaloplastika Sabac) y de quedar campeones de liga. Yo sigo dos años más en el Atlético a las órdenes de Jordi Álvaro y en 1987 llega Jesús Gil. Yo tengo una oferta del Barcelona, hablo con Jesús Gil y le dije que la oferta era muy buena. Entonces me fui al Barça...

P: Pero antes de eso quería preguntarte por tu etapa en el Atlético de Madrid, donde ganaste unos cuantos títulos. Se dice que Juan de Dios Román echaba unas broncas tremendas. ¿Tú también fuiste víctimas de ellas?

R: Todos hemos recibido broncas. Pero no eran broncas, sino correcciones. Era muy particular cómo nos llamaba la atención. A todos. Incluso a los más grandes como Cecilio (Alonso). Es verdad que los jóvenes se llevaban más, mientras que los que tienen un papel realmente importante en el equipo son más mimados. Pero todos nos hemos llevado broncas. En cualquier caso, fueron siete años fantásticos. En los dos primeros años te das cuenta realmente de lo que es el balonmano: pasas de jugar con los juveniles a estar con los internacionales, que tenían una fuerza tremenda. Yo medía lo que mido ahora (1,87 metros), pero pesaba 30 kilos menos. Pesaba entonces 68 kilos. Había que hacer pesas para coger tono porque... ¡me daban un pelotazo y me metían en la portería! Fue divertido los dos primeros años compartir portería con Ángel Cobo y con Juan Pedro de Miguel. Aprendí bastante de ellos, cogí experiencia y pude debutar con la selección.

P: ¿Y cómo empezó tu andadura en la selección?

R: Después de fichar por el Atlético de Madrid en el año 80, tras los Juegos Olímpicos de Moscú, debuté con la selección absoluta en 1981 y juego el Campeonato del Mundo en 1982 en la República Federal Alemana (España acabó octava). Prácticamente los quince años que he jugado al balonmano como profesional, he jugado en la selección: siete en el Atletico de Madrid y ocho en el Barcelona. He tenido la suerte de jugar quince años en los equipos más grandes y por supuesto en la selección, que es el equipo grande.

P: Pero también estuviste con la selección en categorías inferiores, ¿no?

R: En el 78 yo estaba en la selección promesas. En 1980 jugamos la Copa Latina con la selección júnior y ganamos a Rumanía en Portugal. Era la primera vez que se ganaba a Rumanía. Aquel año fueron a los Juegos Olímpicos de Moscú, como porteros de la selección española, De Miguel, Pagoaga y Ángel Cobo, que era el primer portero de la júnior. Pero curiosamente esa final de la Copa Latina la acabé jugando yo. Todavía era demasiado joven para estar en la selección absoluta...

P: Con el Atlético ganaste cuatro ligas y tres Copas del Rey, aunque si hay un partido mítico de Lorenzo Rico con la camiseta rojiblanca, pese a que perdísteis, es la vuelta de la final de la Copa de Europa contra la Metaloplastika...

R: ¡Han pasado tantos años y todavía se me pone la piel de gallina cuando hablo de ello! 1985 fue un año fantástico: quedamos campeones de liga, subcampeones de Copa y llegamos a la final de la Copa de Europa. Eliminamos al Magdeburgo en octavos con un partidazo soberbio en el Magariños. Ganamos por doce (28-16) y en la vuelta en Magdeburgo, perdíamos por once a falta de un minuto. Al final perdimos por diez. Luego llegaron los cuartos contra el Copenhague y las semifinales contra el Dukla de Praga tras haber jugado contra varios campeones de Euiropa. Era el año 85: no había caído todavía el Muro de Berlín y, con lo que se protegía en los países del Este al deportista profesional, digamos que para nosotros fue complicado. Pero llegamos a la final y nos encontramos con la Metaloplastika Sabac, que era la base de la selección yugoslava campeona del mundo. Tenía a jugadores como Vujovic, Isajkovic, Portner, Mrkonja... ¡lo eran todo! El partido en Sabac perdimos por siete (19-12). Fue uno de los mejores partidos que recuerdo haber jugado. Y luego la vuelta en Madrid, con el Palacio de los Deportes abarrotado, con 4.000 ó 5.000 personas que se quedaron fuera... perdimos por diez (20-30) y nos hicieron salir otra vez al centro de la cancha. Fue realmente emotivo, una comunión entre afición y equipo, porque ya sabes que la gente del Atlético de Madrid es muy pasional. En aquella época para nosotros fue todo un logro llegar a esa final.

Fue un colofón muy brillante a la etapa de Juan de Dios Román en el Atlético de Madrid. Después de esa final, se fue Juan de Dios, se retiró Manuel Novales y Juanón (De la Puente) fichó por el Barça. Ahí comenzó el cambio. También es verdad que en 1987 llegamos a una final de la Copa EHF con Jordi Álvaro (ante el Granitas Kaunas) y ganamos la Copa del Rey de una forma realmente impresionante, porque teníamos que eliminar al Barcelona con una diferencia de equipo importante. Fue uno de esos esos títulos que te saben bien por la dificultad que conllevaba. Ahí se acabó mi etapa en el Atlético: el Barcelona viene a por a mí y me fui a Barcelona.

P: Te fuiste a la vez que Cecilio Alonso, con quien tienes varios puntos en común en tu carrera...

R: Es verdad, aunque él es cuatro años mayor que yo. Él llegó al Atlético como cadete y ya jugaba en el primer equipo cuando estaba como juvenil. Aunque empezó antes que yo, sí que es verdad que luego nuestras carreras han ido unidas durante varios años.

LD | David Alonso Rincón

P: Vuestra marcha al Barça fue un duro golpe para el Atlético de Madrid...

R: Ahí pasaron varias cosas. Cecilio ya había fichado por el Barcelona; era una apuesta personal de Valero Rivera. Fue cuando entró Jesús Gil como presidente del Atlético de Madrid. Aunque mantiene la sección de balonmano, él estaba demasiado centrado en el equipo de fútbol. Aunque también es verdad que luego, al cabo de dos o tres años, volvíó a hacer una sección fuerte (de balommano), repescando a Juan de Dios y fichando a grandes jugadores como Mateo Garralda o Ricardo Marín. Eran jugadores muy buenos, pero también jóvenes, y para entonces el Barcelona ya estaba en su mejor momento. Fue la época en la que también desaparecieron las secciones inferiores del Atlético de Madrid de fútbol y también la de balonmano.

P: ¿Cómo se tomó Jesús Gil vuestros fichajes por el Barça? ¿Te dio a ti carta blanca para irte a otro equipo?

R: La historia fue que yo, antes de fichar por el Barcelona, venía de una concentración con la selección en Yugoslavia. Según llego, me iban a recoger el entrenador, Jordi Álvaro, y el capitán, Paco Parrilla. Fuimos a hablar con Jesús Gil y le hicieron ver que soy importante para la plantilla. Pero Jesús Gil no me conocía a mí, sí conocía a Cecilio, y a mí me preguntó si la oferta del Barcelona era buena. Y yo le dije que era muy buena. Me respondió: "Entonces, aprovéchala". Esa noche llama un directivo, me pregunta si tenía yo un compromiso verbal con el Atlético de Madrid y se lió todo un poco.

Yo me voy al final al Barça y un año después, en 1988, ganamos la liga y la Copa. Ese verano, preparando los Juegos Olímpicos de Seúl, hubo un concierto de Bruce Springsteen en el Calderón. Agustín Milián nos consiguió unas entradas, pero resulta que eran de palco. Y cuando entro al palco, a la primera persona que veo es Jesús Gil. Jesús Gil me dice: "Oye, si llego a saber esto tú no te vas nunca". Lo siento, pero, sinceramente, creo que fue un acierto irme al Barcelona.

P: Allí estuviste con Francesc Ventura y Valero Rivera. Llegaste en 1987 y firmaste por cinco temporadas...

R: Fue un buen fichaje tanto deportiva como económicamente. Fiché por cinco años, al cabo de tres años renové por otros dos y, ya faltando un año, renové por dos más -en total, hasta 1996-. Quería haber jugado un año más, pero en el octavo año mi cadera dijo 'basta' y, aunque tenía un año más de contrato, entendimos que lo mejor era retirarse.

P: ¿Cómo fue tu relación con Valero Rivera?

R: Excepcional, pero como también lo fue con Juan de Dios. Siempre tienes que responder a lo que se espera de ti. Tuve la suerte de jugar en equipos que juegan para ganar. Tanto en el Atlético de Madrid como en el Barcelona no vale acabar segundo, y yo he tenido la suerte de jugar en equipos competitivos y de ganar títulos. Aunque no se puede ganar absolutamente todo. En Barcelona fueron ocho años fantásticos a todos los niveles.

P: ¿Mejor que en el Atlético de Madrid?

R: A nivel de club es distinto. En Barcelona cobras puntualmente, tienes unos servicios médicos que se preocupan de ti y de tu familia, van a casa si tienen que ir a casa... En esa época se estaba muy pendiente del jugador, aunque fueras de la sección de balonmano. Era una atención personalizada realmente increíble. En el Atlético de Madrid los servicios médicos veían primero a los de fúbol y luego te veían a ti. En el Barcelona no digo que no se hicieran distingos, pero los servicios médicos son los mismos para todas las categorías y todas las secciones, ya sean juveniles, cadetes... los mismos fisios que ven a Messi o a Maradona, ven a un cadete. En Barcelona cobras puntualmente, lo que quieras, lo que necesites...

Para mí fue una experiencia completamente nueva. Yo estaba recién casado, iba a ser padre, llegas a una ciudad nueva y haces una apuesta fuerte, con todo lo que ello conlleva. Mi padre temía que yo, como jugador de balonmano, ya no fuera a volver nunca a su empresa. Pero luego se acabó la carrera deportiva y me tenía que incorporar a la empresa familiar. Sinceramente, estoy satisfecho con la fortuna que he tenido en la vida.

LD | David Alonso Rincón

P: ¿Cómo ha sido tu relación con Cecilio Alonso? ¿Y con el resto de compañeros?

R: Cuando acabó mi carrera, al volver a Madrid, me reencuentro con muchos jugadores del Atlético. Mi relación con Cecilio ahora es mucho más intensa que cuando jugábamos juntos. Antes te veías todos los días. Ahora, Cecilio y yo nos podemos ver una y dos veces todas las semanas, compartimos viajes y ocios. Y luego con el Atlético de Madrid, esa generación de finales de los 70 y principios de los 80, los jugadores nos juntamos cada dos o tres meses para cenar: Agustín Milián, Juanón de la Puente... Juanón y su mujer son padrinos de uno de mis hijos.

¡Hay cosas que te marcan! En el caso concreto de Cecilio, él y yo fichamos por el Barcelona al mismo tiempo. Llegamos a una ciudad nueva, no teníamos casa, compartimos hotel con las mujeres durante un tiempo... él consiguió casa antes que yo, con lo cual estuvimos un tiempo viviendo en su casa. Vas a otro grandísimo club, la gente te conoce... todos los que hemos jugado en esa generación en el Atlético de Madrid hablamos muy bien de Juan de Dios. Todos, entre comillas, le podremos criticar algunas cosas, pero también le admiramos todos como entrenador, como seleccionador y como presidente. Él siempre está pendiente de sus chicos.

¿Y jugadores? Además de los que te he dicho antes, estaban también Ángel Cobo, Juanjo Uría, López León, Paco Parrilla, Juan Carlos Román, Claudio, Chechu...

P: Claudio, que también fue portero del Atlético de Madrid. Compartiste vestuario con él, pero estaba a tu sombra...

R: A mi sombra no, estaba a mi lado (Sonríe). Claudio era una grandísimo portero. Yo me fui y, de hecho, él se quedó.

P: ¿Y en el Barcelona?

R: Allí vuelvo a coincidir con Juanón, que fue un poco el responsable de que yo fichara por el Barcelona. Cecilio estuvo dos años y luego salió por problemas con el hombro y otras cuestiones que él te podría explicar. Sigo contando con el apoyo de Juanón, pero también estuve muy protegido por la directiva y por Valero Rivera y el segundo entrenador, Juan Marín. Luego ya el segundo año se incorpora Barrufet, que es el que me hace temblar las piernas. Pensé: "Éste es el que me va a quitar el puesto". "He firmado por cinco años y vamos a ver si llego al tercero". ¡Luego estuve ocho! Allí estuve también con Miguel Herrero, con Sagalés, Barbeito, Urdangarín, Masip -llegó después-, con Serrano, Óscar Grao... Y luego los jóvenes y encima ficharon a Vujovic, Vukovic, Portner, Kalina... Y en la portería, siempre compartida con un español, bien con Miguel Herrero, Barrufet o Pasqui (Xavier Pascual, actual entrenador del Barcelona Intersport). Luego, cuando me retiré yo, ficharon a Svensson. Y, cómo no, tienes también a los de la selección: Alemany, Melo, Cabanas...

P: Ahora que hablas de la selección, durante mucho tiempo fuiste el jugador con más partidos internacionales con 245, aunque luego te superaron Barrufet (280) y Joseja Hombrados (262)...

R: Es lo que tiene, ahora se cuidan mucho y llegan hasta los 40 años. Antes, con 33 años, ya estabas ahí que si te retirabas o no, como me pasó a mí, y ahora fíjate... Hombrados, casi con 42, está que se lo rifan. Buligan jugó hasta los 42 y Barrufet se retiró a los 40. Si alguien tenía que batir el récord, ése era Barru, aunque también Hombrados superó mi marca. De todas formas, es muy difícil llegar a esas cifras.

P: Pero un portero sí puede llegar...

R: Ahora indudablemente sí. Y yo llegué a esas cifras porque tuve la suerte de estar en la selección en mis quince años como profesional.

P: ¿Cómo fue tu etapa en la selección?

R: A mí me ha faltado una medalla, bien en un campeonato del mundo o en unos Juegos Olímpicos. Es la espina que tengo clavada. Luego la primera medalla del balonmano español se consigue curiosamente en 1996 (bronce en Atlanta con Juan de Dios Román), cuando yo ya me había retirado. Tengo tres diplomas olímpicos, pero me faltó la medalla.

P: Tal vez pudísteis lograrla en Barcelona'92. España fue quinta, pero es que por aquel entonces estaban el Equipo Unificado de Lavrov y Dujshebaev o la Suecia de Wislander y Olsson...

R: Sí, pero ahí el problema fue Francia. Nos sorprendió. No nos había ganado en los últimos cinco o seis años y tuvimos un final de partido un poco extraño y nos acabaron ganando por dos (16-18). Fue el primer partido y eso nos rompió, nos descabaló bastante. Luego Francia fue bronce. Cuando a las primeras de cambio te llevas un revés con el que no cuentas, luego todo se hace cuesta arriba.

P: Pero sobre el papel esos equipos parecían mejores, ¿no?

R: Sí, pero un año antes en el Torneo de Granollers éramos prácticamente los mismos equipos, con una preparación semejante, y nosotros llegábamos bien con Javier García Cuesta, teníamos una selección joven... Lo malo es que en el deporte un partido tonto te marca. También en 1993 estábamos a diez minutos de jugar la final del Campeonato del Mundo. Íbamos ganando a Francia por dos o por tres goles y, si ganábamos el partido, pasábamos directamente a la final, aunque al final perdimos por dos (23-21). No me preguntes ni cómo ni por qué: un partido que tienes controlado y al final se te escapa...

Recuerdo que la primera vez que España ganó el Campeonato del Mundo (Túnez 2005), con Juan Carlos Pastor como entrenador, dependimos del enfrentamiento que hubo entre Serbia y Croacia: en el último minuto, el portero croata paró un balón al pivote y ese balón parado hizo que España jugase la final. En mi época tuvimos mala suerte porque en los triples empates siempre salíamos desfavorecidos. Nos faltó suerte.

P: ¿Tenías algún rival que te impusiera un poco más cuando lanzaba a puerta?

R: No, ninguno. Nunca hubo alguno que me preocupara especialmente. Sí hubo jugadores que en un partido me podían meter ocho o diez goles, pero luego había otros partidos en los que no me metían ninguno.

P: Tengo entendido que en un partido contra el Barça, cuando tú jugabas en el Atlético, Eugenio Serrano te metió un gol, pero enseguida le cogiste el tranquillo y ya no volvió a meterte ninguno más. ¿Es así?

R: Sinceramente, ni me acuerdo. Sí que es verdad que los que me volvían un poco loco eran los laterales derechos zurdos. Pero iba por días. Un jugador a lo mejor te tiraba doce veces y te metía ocho goles; otros días, en cambio, te tiraba doce veces y te metía sólo uno. Eso sí, he respetado a muchos jugadores como Cecilio, Vujovic, Val, Wislander, Gislason, Portner, Sveckovic... Hay una serie de jugadores que lo normal es que te metan gol.

Yo nunca he sido amante de las estadísticas ni de los porcentajes. Piensas: "He parado un 42 por ciento". No, tú has parado las que tienes que parar. Si en el último minuto tienes que parar una con la cabeza o con el culo y eso te hace ganar, olvídate de si has parado un 38%, un 52 o un 60. Hay balones que hay que parar. Ante los grandes jugadores, si consigues un equilibrio de que te han tirado diez veces y te han metido cinco y tú has parado otras cinco, al final te vas contento.

LD | David Alonso Rincón

P: Después de quince años en la elite, te retiraste en el 95 por problemas en la cadera...

R: Yo quería haber jugado un año más para haber llegado a los Juegos Olímpicos de Atlanta. El último año ya empezaba a tener molestias en la cadera. Veía que me faltaban unas centésimas de segundo para llegar a algunos balones. Lo que tienes que hacer ahí es entrenar más: meterle menos carga a la cadera, no tanta portería, y haber realizado algún tipo de entrenamiento que potenciase la musculatura y la elasticidad. El caso es que, aunque tenía contrato y podía seguir jugando, había algo que me impedía llegar adonde yo quería porque la cadera no daba más de sí. Me retiré y nunca más volví a pensar en ello. Creo que en todos estos años sólo una vez, retransmitiendo un partido para televisión, pensé: "Cómo me hubiera gustado jugar este partido". Si eso sólo pasa una vez por tu cabeza en tantos años, eso significa que has llevado bastante bien la retirada.

P: Hace ya 18 años de aquello. Desde entonces, como dices, has sido comentarista de televisión, aunque lo cierto es que te has mantenido bastante alejado del balonmano para dedicarte a tu empresa de construcciones...

R: Cuando me retiré tenía ganas de volver a Madrid e incorporarme en la empresa familiar, de aprender el oficio y de conocer este mundo. Mi padre estaba a dos o tres años de jubilarse y yo tenía que coger la empresa (Construcciones Rico). Además, el hecho de ser un jugador de balonmano conocido te abre puertas. Se me abrieron bastantes puertas porque, además, representaba a una empresa seria y solvente, que entonces (1995) tenía 35 años de antigüedad. Era una empresa muy respetada por las administraciones públicas, tanto por la Comunidad de Madrid como por el Ayuntamiento. Durante dos o tres años me dediqué a conocer el sector, a los técnicos y las administraciones, y luego llega el fin de semana y lo tienes para disfrutar. Era al revés: antes los fines de semana estabas ocupado con los partidos y ahora lo dedicas al ocio.

En cuanto al balonmano, durante un año entrené al equipo del colegio de mis hijos junto con otro padre. Dos de mis hijos (Lorenzo y Lucas) jugaban al balonmano en el colegio. Si no estaba con el equipo, dedicaba el tiempo a mis asuntos propios, a irme de viaje con mi mujer... ¡y aquí estamos! Después de esos dos años de aprendizaje, cogí la inercia. Mi padre sigue vivo y es el presidente honorífico de esta empresa. Estamos los cuatro hijos en Construcciones Rico. Hemos sido capaces de seguir las directrices de mi padre, de cómo quería que fuera su empresa, de hacerla un poquitín más grande, de no meternos en líos y de ser serios. En esta época de crisis, vivimos con cierta tranquilidad.

P: Aparte del balonmano, sé que hay otro deporte que te apasiona como es el golf. Circula por internet una foto en la que se te ve participando en un torneo benéfico junto a Arteche, que en paz descanse...

R: ¡Qué gran tipo Arteche! La verdad es que el golf ha unido a muchos exjugadores de distintos deportes, además de artistas o toreros. Una vez que me retiré, empecé a jugar al golf en Barcelona. Colaborar con torneos benéficos o todo lo que sea benéfico siempre es bonito. Cuando me retiré vi que el golf se me daba bastante bien, pero empecé a trabajar y lo tuve que aparcar. Esto no es como montar en bicicleta: el golf, como lo dejes, igual ni le das a la bola. Tienes que tomártelo un poco en serio porque luego no puedes salir al campo y hacer el ridículo. Además, estás condicionado con un hándicap relativamente bajo como el mío.

P: ¿Qué hándicap tienes?

R: 8,5.

P: ¿Y lo cumples?

R: Lo cumplo una vez al año y suelo hacer uno o dos por debajo. De todas formas, mucha gente piensa que no trabajas y que te pasas el día entero jugando al golf, pero eso no es cierto. Es verdad que hay una semana al año en la que nos juntamos doce amigos, con el permiso de nuestras queridas esposas, madres de nuestros hijos, y nos reunimos exfutbolistas como Sarabia, Alexanko o Paco Doblas; del balonmano vamos Agustín Milián, Cecilio, Juanón y yo, y luego otros cuatro amigos. Juntarnos doce y aguantarnos doce durante toda una semana... ¡tiene su mérito! Podemos jugar 10 ó 12 torneos benéficos al año, con lo que, si echas la cuenta, al final juego en total 40 días al año. O sea, ni uno a la semana.

P: Volviendo al balonmano... tu hijo Lucas también juega al deporte en el que tú te consagraste y encima como portero. ¿Lo veremos algún día en la Liga Asobal?

R: Es muy bueno, y no es porque lo diga su padre (Risas). Tiene una grandísima empatía, tiene mucha relación no sólo con sus compañeros, sino también con los rivales. Es amigo de todo el mundo. Le gusta muchísimo el balonmano. Aunque yo a veces quiero aconsejarle, él me responde: "No me digas nada". Pero luego llega a casa y me reconoce: "He hecho lo que me disjiste y tenías razón". A mí me haría ilusión verlo en un equipo de División de Honor porque creo que puede llegar arriba. Es más alto que yo, delgado como era yo... es bastante bueno. Aún le queda mucho por mejorar, pero es un gran portero.

P: ¿Y en qué equipo te gustaría verle jugar?

Si el Atlético de Madrid volviera, por supuesto que en el Atlético de Madrid. Aunque también es verdad que él es muy del Barça. Él nació en Barcelona: es del Barça pero también le tira el Atlético de Madrid, lo que no deja de ser curioso. Sea donde sea, sería muy bonito verle jugar en la elite.

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