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Spiridon Belokas, el primer tramposo de la historia del atletismo

Las trampas son tan antiguas como el deporte, pero sólo un atleta tiene el dudoso honor de ser el primer tramposo en la historia del atletismo.

El maratón es, para muchos, la prueba más difícil de completar. Además, es de las de mayor prestigio, como lo demuestra el hecho de la gran importancia de la que goza en cualquier prueba atlética, como en los campeonatos de Europa de atletismo que ya están a punto de concluir. Por eso, no es de extrañar que más de uno haya hecho sus particulares trampas a la hora de competir, buscando la gloria.

Y no siempre en forma de dopaje, como ahora es habitual; el maratón, como tal, se corre desde hace más de 100 años, y por ello las trampas que se usaban en los comienzos eran mucho más arcaicas. Pero sólo uno, Spiridon Belokas, tiene el dudoso honor de ser el primer tramposo de la historia del atlestismo.

Fue en los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896, los primeros de la era moderna. Sólo él y 17 más se atrevieron a competir en la durísima prueba de maratón, ya entonces la de mayor prestigio en el atletismo.

Entonces, el simple hecho de terminar un maratón ya era toda una odisea. Los deportistas no estaban tan preparados como ahora, lo que dio lugar a muchas alternativas e incidencias. Quienes dominaron la prueba desde el comienzo terminaron desfalleciendo a mitad de carrera, incapaces de regular sus fuerzas. Entonces, los locales, los griegos, se situaron en cabeza, más conscientes de en qué consistía la prueba.

Spiridon Louis dominaría ya hasta el final. Él fue quien entró primero en el Estadio Panathinaiko, siendo aclamado por la multitud allí congregada, convirtiéndose, de paso, en el primer héroe olímpico. La segunda plaza fue para Charilaos Vasilakos, y la tercera para Spiridon Belokas, completando un podio griego. Un hito histórico.

Sin embargo, nada más terminar la prueba el cuarto clasificado entonces, el húngaro Gyula Kellner, denunció que había hecho trampas. Normal, teniendo en cuenta que sólo unos kilómetros antes había visto cómo un carro que le adelantaba por el camino transportaba a Spiridon Belokas, quien se bajaría del mismo pocos metros antes de llegar al estadio.

Varios testigos afirmaron haber visto la escena, y descalificaron al atleta heleno. El propio Rey Jorge I de Grecia, indignado, regaló a Kellner su reloj de oro como desagravio. De este modo, Spiridon Belokas terminaría perdiendo su medalla, pero ganándose la distinción de ser el primer tramposo en la historia del atletismo.

La historia se repite

Ocho años después, en otra edición de los Juegos Olímpicos, la de San Luis de 1904, alguien pensó que la idea de Belokas no era tan mala; que sólo había que mejorarla. Y así lo hizo el estadounidense Fred Lorz, quien fue aclamado como un héroe cuando llegó al estadio Francis Field en la primera posición.

En esta ocasión fue un espectador quien afirmó haberle visto hacer trampas. Efectivamente, Lorz había realizado más de diez kilómetros dentro de un coche. No tardó en reconocerlo, aunque afirmó que no había sido a propósito: en el kilómetro 15 sintió fuertes dolores en las piernas, y se detuvo; encontró un aficionado –que posteriormente resultaría ser su entrenador – conduciendo un coche, y le pidió que le acercara al estadio para ver la ceremonia; pero a falta de diez kilómetros para la meta supuestamente el coche se estropeó, y decidió terminar la prueba corriendo. Cuando vio que era el primero en llegar, pensó que no estaría mal fingir que él era el campeón. A ver qué pasaba.

Lorz fue descalificado y no se le permitió volver a participar en ninguna prueba atlética, aunque poco después sería perdonado e incluso llegaría a conseguir la victoria en el célebre maratón de Boston. Eso sí, nunca tendrá el honor de haber sido el primer atleta tramposo. Ese fue, sin duda, Spiridon Belokas.

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