El Campeonato del mundo ya no es una broma. Ha entrado en esa fase de desquiciamiento, de explosión general, de nervios a flor de piel. Los cruces directos toman el protagonismo, dejando atrás la fase de grupos, impoluta para una selección española que se ha ganado el derecho a soñar. Al menos con las semifinales.
Y eso que no hemos alcanzado el nivel máximo de juego. Debut frío ante Bielorrusia, buenos minutos contra Brasil, eficaz partido frente a Chile, buen final ante Qatar y decente encuentro contra Eslovenia. Pero hay cosas que pulir. El domingo ante Túnez (19:00, hora española), la selección deberá ser contundente ante un equipo que hizo sufrir a Croacia en la primera fase de este Mundial.
Y deberá mejorar el combinado de Manolo Cadenas desde la defensa, como siempre en estos eventos. Deberá mejorar sin descuidarse nada porque un error es letal. Cada día aumenta la aportación de Aginagalde, Cristian Ugalde, Jorge Maqueda y Víctor Tomás. Buen momento de forma de Valero Rivera, de Albert Rocas y de los dos porteros. Extraordinarios Sierra y Pérez de Vargas, dos de los cinco con más paradas en esta primera fase.
Tras cinco victorias consecutivas, más o menos brillantes, España llega bien a la fase decisiva. Este sábado se completa el grupo D, de donde saldrá nuestro hipotético rival el miércoles en cuartos. A no ser que se produzca una hecatombe alemana ante Arabia Saudí, saldrá del ganador del duelo Dinamarca-Polonia. Una bestialidad de rival (actual subcampeona de Europa y del mundo, los daneses, o una selección en crecimiento claro como es la polaca).
El domingo el favoritismo es para España ante Túnez. Muchos más recursos de los nuestros ante la selección africana. Pero como dijo un día Valero Rivera padre, "en balonmano cualquier selección te hace un descosido en una gran competición". Hagámosle caso.