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La proeza del Jaén Paraíso Interior en la Copa de España de fútbol sala

El Jaén Paraíso Interior logró el pasado domingo una auténtica proeza, al alzarse con el título de campeón de la Copa de España de fútbol sala.

El Jaén Paraíso Interior logró el pasado domingo una auténtica proeza, al alzarse con el título de campeón de la Copa de España de fútbol sala.
Celebración del título del Jaén Paraíso Interior. | EFE

"Montse, buenos días. He estado pensando… Súbete a Ciudad Real con Martín, que creo que nos va a dar suerte. Vente con mi padre y deja a Lucas con mi madre, pero tráete al bebé". Aún con el alba de la mañana de la semifinal de la Copa de España de fútbol sala, José López, jienense de 33 años, y santo y seña del Jaén Paraíso Interior, le pide a su esposa que viaje desde la capital del Santo Reino hasta Ciudad Real (187 kilómetros), para estar presente junto a su segundo hijo, nacido exactamente un mes antes, el 14 de febrero, en la trascendental cita ante el Burela gallego, en la que los andaluces se juegan el pase a la final en el Quijote Arena.

Apenas 36 horas más tarde, y tras una de las mayores gestas del deporte moderno en España, el papá de Martín era el MVP del torneo tras derrotar al todopoderoso Fútbol Club Barcelona en la final.

Algo que, cuando partía la expedición amarilla el miércoles desde Jaén, era casi impensable. Eso sí, el camino a la gesta estaba claro: "Nuestra mochila iba llena de ilusión, felicidad y compromiso. A eso no nos podía ganar nadie", asegura López. Más ambicioso si cabe era Germán Aguayo, presidente del club: "teníamos esperanzas de hacer algo bonito en cuartos contra El Pozo, en liga ya competimos seriamente contra ellos". Los pies a la tierra los bajaba, claro, el entrenador, Daniel Rodríguez, para quien llegar a la fase final de la Copa de por sí ya era "un sueño".

Efectivamente, en su segunda temporada en la elite tras unos años de zozobra, el Jaén se convertía en el primer club andaluz en alcanzar la lucha decisiva por el torneo eliminatorio. Tras una excepcional primera vuelta liguera, en la fueron líderes durante varias jornadas, el entusiasmo se desbordó en la ciudad. La buena marcha del equipo, y la corta distancia hasta la sede del torneo, hizo que en diciembre casi 2000 seguidores tuvieran ya su abono. Después de sorprender por 4-2 a El Pozo Murcia, cientos de aficionados más se desplazaron hasta Ciudad Real para presenciar en directo la histórica semifinal de los modestos. Muchos de ellos durmieron en las taquillas del Quijote Arena, para que nadie les robara la ocasión de soñar con su equipo.

El sábado, curiosamente ante el rival menos poderoso a priori, fue el peor día para los de Daniel Rodríguez. "Fueron superiores buena parte del partido, lo sacamos con oficio y fortuna", reconoce el técnico. No en vano, en el minuto 33, los lucenses, verdugos del Inter Movistar en cuartos, dominaban por 0-2. Un gol de Cuco en el 34, y otro de Dani Martín (quién si no, con Martín López apoyando desde la grada), a seis segundos del final, llevaban la decisión a los penaltis. Ahí el héroe fue Gonzalo, el portero habitualmente suplente. La presión de jugar con un rival de igual potencia se acababa de finiquitar. "En la final era donde estábamos más tranquilos, sabíamos que íbamos a hacer un gran partido", se sincera Rodríguez, que confirmó sus sensaciones al poco de arrancar la lucha por el título: "al ver cómo empezó el equipo me quedé muy tranquilo", espeta.

Una gesta descomunal por sí sola jugar ante el Barça, acaso el mejor equipo del mundo en este momento, ante un Jaén Paraíso Interior donde la media del salario es aproximadamente mileurista, y en el que Germán Aguayo admite que "la última nómina ha costado mucho pagarla". Empero, la seriedad económica de un club que, según su presidente "lleva a gala que a los jugadores, independientemente de su ficha, no se les deba un euro", les permite cada año hacer una plantilla más competitiva, "con gente que viene pese a tener ofertas del doble en lo económico, pero que saben de nuestra trayectoria y que aquí van a cobrar". Así están las cosas en el fútbol sala español, como en tantos otros deportes modestos, alejados de la opulencia del fútbol de primera división.

Sin embargo, para Jaén casi es paradisíaco el asunto. Hace cinco años la desaparición estuvo a la vuelta de la esquina. El equipo, en segunda división, tuvo que hacer viajes a Andorra y al resto de la geografía nacional en furgonetas conducidas por los propios directivos. "Siempre ahorrando un euro. La planificación en lo económico es minuciosa, y a partir de ahí, en lo deportivo también", admite Aguayo. Este año, en primera, las furgonetas no existen, pero no hay grandes dispendios. "Viajamos en nuestro autobús convencional amarillo, donde directivos, entrenadores y jugadores nos acoplamos nuestras colchonetas para dormir, vayamos a Galicia, a Barcelona, o donde sea", sonríe el presidente.

La plantilla jienense celebra el título en el Quijote Arena. | EFE

Precisamente el Palau Blaugrana será la próxima visita jienense, el viernes 27 de este mismo mes de marzo. Un duelo que, tras el triunfo en la final copera (4-6), tendrá a los azulgranas esperando a su rival con los cuchillos afilados. "El clima cambia", admite el entrenador Rodríguez. "Sigo pensando igual que antes de ganar la Copa, puntuar allí es una gesta, y si no, al menos queremos competir el partido", reconoce el MVP José López, cauto.

Con el Real Jaén divagando por la 2ª B del fútbol español, y ante la ausencia de un proyecto firme en baloncesto, la ciudad se aferra a su Paraíso Interior. Tiene claro que ahora mismo son el deporte rey, con el Pabellón de La Salobreja siempre prácticamente lleno. "Verlo así es lo que más nos motiva, es cierto que somos el equipo de moda", reconoce un henchido Aguayo. Lo confirma el mejor jugador de la Copa: "este título nos corona como el mejor equipo en la historia de la ciudad". Una fábrica de ilusiones, para una ciudad azotada por el desempleo, como el resto de Andalucía, y en la que, a principios de los 90, cuando el futsal aún no gozaba de la dimensión actual, este club logró dos títulos de campeón de Europa, no homologados hoy por la FIFA, sino por la antigua Federación Independiente, la FIFUSA.

Allí, en las gradas de La Salobreja, un chaval de apenas nueve años gozaba de la mano de su padre, y sentado en las escaleras por no haber asientos disponibles, del éxito del equipo de su tierra. "No quería soltarle la mano, me daba miedo la cantidad de gente que había", admite un José López que recita posteriormente la plantilla completa de aquel Jaén Oliva Secavi que derrotó en 1991 al lisboeta Correio da Manha, reeditando título un año más tarde en la capital lusa frente al Estelas da Avenida. Dos cetros europeos valiosísimos en lo emocional, pero incomparables a la Copa de España del pasado domingo en Ciudad Real, habida cuenta de la dimensión del fútbol sala en nuestros tiempos.

Apenas 24 horas más tarde del título, y tras la celebración de locura en la ciudad del lunes, sonó temprano el despertador en casa de López. Su trabajo en el Colegio Público Ramón Calatayud de Jaén, donde es maestro de primaria, no entendía de éxitos deportivos. "Aunque el lunes no trabajé, me cubrieron mis compañeros tras llegar de Ciudad Real casi a las 6 de la mañana", reconoce. El MVP se levantó, marchó a desayunar, y antes de salir hacia su actividad diaria echó un vistazo a Martín, el talismán. Recordó al otro Martín, Dani, igualando ante Burela un partido perdido. Como él mismo dice, "este niño no ha venido con un pan bajo el brazo, sino con una Copa de España". Historias del deporte que merecen ser contadas.

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