"Estar metidas en un baño turco". Esa es la sensación que tenían las ciclistas que disputaron el Mundial en Catar. 40º y una tremenda sensación de humedad hacían que respirar fuera complicado. La UCI se lució al elegir la sede - la pela es la pela-.
Además de convertir en un infierno la prueba de un Mundial para todas las participantes, una de ellas, la holandesa Anouska Koster, no olvidará fácilmente este día.
Koster cerraba la serpiente tulipán, cuando, de repente, y sin razón aparente, comenzó a escorarse hacía la derecha hasta que impactó brutalmente con las vallas que delimitaban el circuito.
Al intentar reemprender la marcha, la holandesa se dio cuenta que no podía. La imagen de Koster llorando de impotencia sentada en el arcén, señala a la UCI. ¿Celebrar una prueba, en este caso todo un Mundial de ciclismo, con unas condiciones inhumanas? Los intereses de unos pocos estuvieron a punto de originar una tragedia.