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Victoria Padial, la española que hace historia en el biatlón: "No puedo dedicarme al 100% al deporte si tengo que ser quien busque mis patrocinadores"

A punto de iniciar la pretemporada del año olímpico, la granadina atiende a Libertad Digital sin tapujos de temas como el dopaje.

A punto de iniciar la pretemporada del año olímpico, la granadina atiende a Libertad Digital sin tapujos de temas como el dopaje.
Victoria Padial, en plena competición internacional. | LD

Victoria Padial (Granada, 10 de agosto de 1988), es una de esas pioneras del deporte en España. Como en su día Seve Ballesteros nos enseñó a todos qué es el golf de verdad, Fernando Alonso permitió soñar con que un español pudiera ser el más rápido del mundo con un volante en las manos, Javier Fernández descubrió que el patinaje sobre hielo era algo más que un acto recreativo en el que casi todo el mundo se ha dado un costalazo alguna vez, y Carolina Marín abrió la puerta en España a un deporte eternamente dominado por Asia, como el bádminton. A un nivel parecido en cuanto a mérito llegó Padial, primera española olímpica en biatlón, ese deporte invernal que combina el esquí de fondo con el tiro, que en nuestras fronteras sigue siendo poco más que algo que alguna vez emiten en Eurosport, y en el que la andaluza fue doble subcampeona europea en 2014 en Nove Mesto (República Checa). Una gesta sin parangón para alguien que entrena en un país donde no existen medios ni instalaciones de mínimo nivel para lograr algo así, lo que le hace cruzar los Pirineos constantemente si quiere aspirar a lo máximo. Sin embargo, el legado que dejaron sus éxitos dista hoy mucho de ser el de los Ballesteros, Marín, Fernández, o Alonso. Libertad Digital charló con una Victoria Padial que, pese a todos los problemas, deportivos o no, sigue soñando con hacer cosas grandes por su deporte. A corto plazo, en los próximos Juegos Olímpicos de Pyeongchang (Corea del Sur) en 2018, pero en el medio y largo, buscando poner al biatlón en España donde, tras sus éxitos, ya debería empezar a acercarse hoy.

¿Qué hace una biatleta una vez que llega la primavera?

La temporada de invierno es muy intensa, va desde noviembre hasta marzo. Ahora descansamos de forma activa en abril y en mayo empezamos ya la pretemporada hasta noviembre. A partir de mayo es entrenamiento puro y duro de gimnasio, carrera por montaña, rollerski, la parte dura empieza realmente ahora.

Es curioso que no haya temporada en el hemisferio sur.

Es así. Ahora tenemos el biatlón de verano, con rollerski, que tiene campeonato del mundo. Este año es en Rusia en agosto, pero a raíz de la polémica del dopaje se ha cuestionado si quitarle la organización en principio y se está decidiendo qué va a pasar, si va a ser allí o en otro lugar.

¿Todo el mundo que hace biatlón dobla con el biatlón de verano? Porque al final son deportes diferentes.

No, no. Son dos deportes distintos, sí. El biatlón es un deporte puramente invernal. Viene de la supervivencia en países nórdicos, a raíz de la movilidad y la caza entre diferentes lugares en zonas nevadas. Es un deporte de esencia invernal. En la modalidad de verano esquiamos sobre asfalto con los rollerskis, son competiciones como tests de mantenimiento y de hecho ya hay campeonato del mundo desde el año 2000 y se está luchando para que llegue a ser olímpico de verano. Pero es un proceso largo y más complicado. Realmente es un método de entrenamiento para el verano.

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Victoria Padial, en plena competición veraniega.

Además hace triatlón…

Sí.

¿Competitivo?

Bueno, realmente no me preparo para ello. Pero sí es cierto que mi pretemporada es muy larga, y entreno mucho sola al no tener equipo en España, de modo que siento que me faltan competiciones, ponerme el dorsal. Luego llega el invierno y parece que falta un poco de ritmo. Hago triatlón, alguna travesía a nado, carreras ciclistas…

Así que lo busca realmente es entrenamiento.

Sí, aunque ahora mi entrenador me lo ha restringido un poco. Porque soy muy competitiva, me gusta mucho picarme. Cuando entrenas, tienes que respetar un ritmo, y la recuperación, porque si no vas quemando etapas. Y si en junio estoy dándolo todo en un triatlón, luego puedo pagarlo. Me pasó un verano que hice veinte carreras o algo así, me pasé. Y me han hecho levantar un poco el pie. Si yo fuera una persona a la que les puede decir que se ponga a 160 pulsaciones y no me pasara, no habría problema. Iría mirando el reloj entrenando y ya está.

Pero claro, ve a la de adelante y la quiere adelantar.

Claro, y eso no puede ser. Y el reloj se pasa al rojo, por encima del nivel que debo llevar. Me lo voy a tomar de otra manera este verano. Quizá haga alguna carrera, sí, pero aún he definido el calendario.

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Un momento de la entrevista con LD.

La relación de Padial con la nieve se inicia siendo muy joven, cuando la cercanía de Sierra Nevada y el hecho de que su tío Javier dirigiera el Club Deportivo Nórdico Monachil, le hicieron probar con el esquí de fondo. Victoria siempre fue un poco rara avis, y en lugar del clásico esquí alpino, se decidió por la especialidad de resistencia, a priori menos atractiva para el aficionado medio, y tanto o más sacrificada. Ya en la adolescencia, a los diecinueve años decidió que necesitaba algo más que esquiar, y encontró en el tiro el complemento perfecto para su carácter indomablemente competitivo.

Usted no tendría referentes que la motivaran a hacerlo, en España jamás hubo biatlón de cierto nivel, ¿Qué o quién la motivó?

No tenía ídolos. Me encanta el deporte, el esfuerzo, la competición. Me ponía delante de la tele a ver biatlón y me quedaba embobada, sin saber los nombres de los que competían ni nada. Veía como un ídolo a todo el que se ponía un dorsal y pensaba "¡Me encanta eso, yo quiero hacerlo!", pero ni sabía quiénes eran los mejores ni dónde se hacía ni nada, no era la época actual en que puedes tener toda la información al instante. No tuve nunca ningún ídolo, me motivó el deporte en sí. Yo venía del esquí de fondo y lo del tiro añadido me enganchó, me generó la motivación de probarlo. Fue así como empecé. Terminé en Austria invitada en un campamento de la Federación Internacional de Biatlón, pero en mi casa nunca había habido cultura de armas ni nada por el estilo, no había visto un arma de cerca jamás.

¿Le dijo alguien alguna vez eso de que las armas son para los hombres?

(Risas) Alguna vez. Cuando fui a sacarme la licencia de tiro, en el examen práctico era la única mujer. Tenía 19 años. Allí todos eran hombres mayores, con un objetivo centrado en la caza. Recuerdo que me miró un guardia civil con cara de "¿Y tú para qué quieres la licencia, qué pintas aquí?" Se lo expliqué y se quedó un poco a cuadros, porque no sabía lo que era el biatlón, claro. Recuerdo que cuando cargamos, me posicioné con la postura del biatlón, echada hacia atrás y sacando la cadera. La escopeta con la que disparábamos no era la que yo suelo usar, sino una que tiene un retroceso importante al disparar. Cuando aquel hombre me vio así, me dijo que me echara hacia adelante o que me iba a caer, porque además yo era muy poca cosa, la mitad de lo que soy ahora. Pero no le hice caso y disparé, notando inmediatamente una mano en la cabeza al sufrir el retroceso, porque él sabía lo que iba a pasar. Si no lo hubiera hecho, me habría caído. De hecho, me salió un hematoma y tuve unos días dolor de hombro. Así que ya tengo claro que no volveré a usar nunca una escopeta de esas. Sólo si tengo que renovar la licencia, pero si no, en la vida. No me llama nada la atención.

Lleva usted nueve años haciendo biatlón. Aún estaría practicando esquí de fondo cuando en España de vivió la época de oro de ese deporte, que luego fue un batacazo enorme: lo ocurrido con Johan Mühlegg. ¿Quizá fue la gran oportunidad perdida?

Sí, seguramente. Recuerdo con mucha ilusión los años del auge. En los que ponías el telediario y se veía el esquí de fondo, o los compañeros te decían en clase que eso es lo que tú hacías, lo mismo que hacía `Juanito´. Era realmente motivador que la gente supiera lo que hacías. Pero luego el batacazo fue espectacular y pasó a ser como un tema tabú.

De hecho, es como si la decepción durara hoy todavía, como si aquello no se hubiera recuperado. Aunque también afectó en cierta medida en la interpretación social de aquello el que fuera alemán de origen.

Desde luego, luego empezaron a repartirse culpas justificándose que no era español. Es algo que ha marcado a la gente. El tema del dopaje es muy triste, más para los deportistas que vamos limpios y damos todo en cada entrenamiento y somos conscientes de que hay trampas y que no se juega limpio. Desmotiva mucho. Si miras esa cara del deporte, dan ganas de retirarse.

Con Johan Mühlegg se abre un melón en la entrevista, que entra en un terreno más pantanoso, en el que la deportista granadina libera definitivamente su indomable espíritu cuando afronta los temas más complejos. El dopaje, la sensación de competir en inferioridad y, muy especialmente, su relación con la federación que debería apoyarla. Como en plena competición biatleta, Padial acelera el paso y afina la puntería sin que le tiemble el pulso.

Vamos con el dopaje, pues. En un deporte puramente aeróbico como el suyo, ¿Es consciente de que compite con tramposas?

Sí. De hecho todos los años hay sanciones. Y sé que cuando cae uno, como ahora la polémica que hay con los rusos, es el cabeza de turco… El que cae para calmar el tema. Pero eso son equipos, estructuras, en los que si hay un dopado… A ver, todos van con su médico a esos niveles. Yo no tengo ni médico, tengo un entrenador para todo, Alexandre Nappa, para el esquí, para el tiro, para la preparación física y técnica… (risas). Ellos van con su médico y van a los límites, no quiero decir que vayan dopados, pero van al límite. De inyecciones recuperadoras, porque al final el biatlón está evolucionando a un deporte espectáculo, hay hasta cinco carreras semanales, cada semana desde noviembre a marzo. Y los grandes países participan en varias pruebas, corren relevos… Yo muchas pruebas no puedo correrlas por estar sola. Pero en países potentes, corren un montón de pruebas, y al final te das cuenta de que el deportista por sí mismo no recupera y busca otros métodos para recuperar más rápido.

De modo que usted estaba, por ejemplo, en los Juegos de Sochi de 2014 siendo consciente de lo que allí había. ¿Existe la ley del silencio?

Se está vendiendo que si se hacen cada vez más pruebas, que si hay nuevos métodos para descubrir sustancias… Pero esto va muy lento. Los deportistas queremos que si hay trampas, salgan. ¿Qué sentido tiene que salgan ahora positivos de Sochi, dos años o tres más tarde?

O que a Lydia Valentín le den una medalla de 2008 ahora…

Eso es. Es muy injusto. Porque ha perdido muchas oportunidades. De patrocinio, de su valor como deportista, su recompensa personal. Ahora vivimos en la época del momento, de lo que pasa ahora. Del ayer nadie se acuerda. No tiene sentido que las suspensiones sean años más tarde, las trampas deberían pillarse al momento. Pero venden que están haciendo todo lo posible. Hay también muchos intereses políticos. A este nivel, el deporte es muy corrupto. Es decepcionante en ese sentido. Pero yo sigo como una niña pequeña, con mi ilusión, tratando de llegar a donde pueda. Y sé que lo hago a pan y agua y que eso es un orgullo.

Seguramente 2013 (bronce mundial en biatlón de verano) y 2014 (doble subcampeonato europeo) fueron sus mejores años, ¿Considera que se ha estancado su progresión, o es que es imposible hacer más? ¿Ha alcanzado su cima, o está por llegar?

Creo que está por llegar, pero es obvio que el reloj biológico va hacia adelante, y que llegan competidoras nuevas con muchos medios. Ahora realmente me doy cuenta y valoro lo que conseguí. Ser podio en un campeonato europeo, con una noruega, una sueca, una rusa… Fue algo tremendo en aquel momento. Ahora lo valoro mucho más, y sé el meritazo que ha tenido lograr aquello. Sé que pasarán muchos años, y que yo probablemente no lo vea, hasta que se vuelva a lograr algo así. Es que no hay nadie, no hay cantera. Cuando en un país no hay cantera, no hay infraestructuras, no hay presupuesto para el biatlón, no se pueden hacer milagros. No es que esté un poco decepcionada, pero soy realista. Aquellas temporadas fueron excelentes, todo fue perfecto, estaba muy bien. Ahora tengo que gestionar mil cosas, estar atenta a otros temas, yo misma llevo toda la logística, los apartamentos, vuelos, trabajar para financiar mi carrera, porque no tengo ayuda apenas.

Y eso, claro, le quita tiempo de trabajo, y descanso, algo fundamental para el deportista.

Claro. Cuando un deportista de alto nivel entrena y luego se tumba y se pone frío en las piernas, al día siguiente está mejor. Y mejor y mejor. Y llegas al mejor momento. Pero yo arrastro mucho cansancio, porque estoy trabajando, buscando financiación, patrocinios… Y todo eso al final me está perjudicando. Tuve mis buenos años, soy yo la que hizo aquello y soy la misma. Pero el deporte está progresando mucho. Antes las 60 primeras en una prueba de sprint de Copa del Mundo, las que se clasifican para persecución, entraban en tres minutos y pico, y yo entraba casi siempre ahí. Ahora lo hacen en dos minutos, la exigencia es mucho mayor. No es que yo haya empeorado, es que todas suben. Y si tú te quedas en el mismo sitio, pierdes. Y mi otro gran hándicap es entrenar sola. No tengo referencias. Puedo sentirme muy bien, pero cuando llego a la carrera veo que a veces me cuesta mantener un ritmo determinado.

Es obvio que usted es una pionera en España. Como Javier Fernández o Carolina Marín. Tanto en patinaje como en bádminton empieza a haber legado en España, con actividades o campeonatos importantes, ¿Se desaprovechó su momento para crecer en España?

Totalmente. El caso de Carolina es muy motivante. Ha llegado a lo más alto en un deporte que en España era lo que era. Y ahora mira cuántas licencias de bádminton femeninas hay ya. Y en biatlón, a día de hoy, hay cuatro mujeres federadas en España. ¿Dónde vas a llegar con eso? Que de cuatro salga una olímpica, es un milagro.

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Victoria Padial, momentos después de la entrevista con LD.

¿Se organiza un Campeonato de España?

Sí.

¿Con cuatro participantes?

El campeonato se hace cuando yo estoy participando en las pruebas de Copa del Mundo. Ni participo siquiera. Este año ha habido tres participantes, creo.

¿Y eso qué tal le sienta?

Pues muy mal. Así está el panorama en España.

Siguiente pregunta, que la ha puesto botando, ¿Cómo es posible que usted actualmente fuera del ámbito de la Federación Española de Deportes de Invierno (FEDI)?

Así es. Creo que debe preguntárselo a la Federación.

Algo podrá decirme.

Alegan resultados deportivos. Dicen que por mi última temporada no tengo resultados para entrar en el equipo nacional.

¿Ha estado hasta ahora?

En los papeles sí. Pero sin presupuesto, sin proyecto y sin un plan estratégico que llevo solicitando mucho tiempo.

¿Cuál era su beneficio entonces perteneciendo a la federación?

Llevo varias temporadas haciendo el trabajo de la federación en lo que al biatlón en España se refiere. Junto con mi entrenador personal Alex hacemos la planificación deportiva, la logística de viajes, buscamos patrocinadores para poder representar a España y además hacemos jornadas y eventos de promoción del biatlón. Tengo que buscarme la vida, encontrar mis patrocinadores, y para seguir en disciplina federativa tenía que romper con muchos patrocinios que me ayudan actualmente. Quieren que todo pase por ellos, y está muy bien, pero el problema es que no puedo dedicarme al 100% al deporte si tengo que ser yo quien busque mis patrocinadores. Y si los busco por mi cuenta, no estoy bajo su disciplina, porque algunos son incompatibles.

Me parece alucinante. Biatlón, española peleando en la elite… ¿Resultados deportivos, en serio?

El ejemplo es que el Campeonato de España, una carrera al año, lo hacen coincidir con el Campeonato del Mundo absoluto, donde lógicamente soy la única española que participa. No tiene sentido. En ningún país se hace eso. No lo entiendo. En otros países hay federación de biatlón, aquí es de deportes de invierno, en general, recogiendo al esquí alpino, el snowboard… El hielo se salió hace unos años y desde entonces va disparado hacia arriba. El biatlón está ahí dentro, en un cajón, pero da la sensación de que lo único que quieren es que estés callada y no molestes mucho. Es incomprensible.

Es alucinante, teniendo una figura como usted, en un país con poca tradición en deportes de invierno, que no se aproveche el tirón.

Yo lo he exigido muchas veces. Que me apoyen. No estar en el equipo nacional, eso no es aval de nada. Quiero el respaldo de mi federación. Para eso hay un presupuesto del Consejo Superior de Deportes, para financiar las disciplinas que tú gestionas. Y si no, no las gestiones.

En esa misma línea, ¿Qué siente cuando se organiza en Granada, su tierra, una Universidad de invierno, y el esquí de fondo y el biatlón se tienen que celebrar en Eslovaquia?

A Eslovaquia me tuve que ir, sí. ¿Cómo me sienta? Fenomenal, imagínese. Te das cuenta de que no hay ningún interés por desarrollarlo. Mire, con todos los años que llevo en esto, he visto ya muchas competiciones, sé cómo funciona esto. Y cuando Granada ganó la candidatura, dije que esto iba a pasar. Que en el puerto de La Ragua, el teóricamente designado, no se iba a organizar la competición de esquí de fondo y biathlon. Dije que estaba todo muy verde en instalaciones, y que faltaba voluntad. La gente me llamó pesimista, pero es que sé lo que conlleva una competición de biatlón. De otras cosas no sabré, pero quizá de biatlón un poco más que la media. Me sentó mal no poder competir en casa, pero lo daba por descontado años antes.

Pero es que es incomprensible. Usted debía haber sido la imagen de aquel evento. Granadina, pionera en España, subcampeona europea de un deporte en el que estamos totalmente en la cola…

Pues no, no lo fui.

¿Cómo es su relación con Cetursa, la empresa que gestiona Sierra Nevada?

Cetursa no me patrocina, de hecho en Sierra Nevada no hay circuito de esquí de fondo, los entrenamientos en nieve tengo que hacerlos fuera de España en circuitos de biatlón con campo de tiro. Tenía dos opciones: retirarme y dedicarme a otra cosa, o seguir y pelear, sabiendo que hay obstáculos. He decidido tirar hacia adelante. Esto es una historia de superación personal junto a los míos.

Me deja usted de piedra, francamente.

Lo he reivindicado mucho públicamente, buscando un cambio. Pero como el cambio no viene, y al final te ponen más zancadillas, más impedimentos, ya he pasado de la película negativa. Estoy haciendo la historia del biatlón que puedo en España, y cuando acabe mi carrera quiero seguir. He creado la Asociación Española de Biatlón, para promocionar el deporte, que no se está haciendo ni teniendo en cuenta.

Creo que también quiere ser entrenadora de biatlón, pero claro…

Dirá usted: si no hay nadie a quien entrenar, ¿Verdad? (risas). Quiero crear afición, empezar de cero. Poner en marcha este deporte aquí. Construir una base, crear algo. El objetivo no es sacar deportistas olímpicos, sino que igual que coges un balón y le das cuatro patadas, tengas opciones de al menos practicar biatlón.

Y cuando algo se mueve en la base, será el momento de empezar a crecer arriba.

Y si no sale, no pasa nada. Pero al menos los niños podrán probar otro deporte. Experimentar otras cosas.

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La granadina, en fase de tiro durante una prueba.

Son las reflexiones de una deportista dolida tras hacer historia para su país con medios alejadísimos de los de sus rivales, obviados gracias a un tesón merecedor de mayor reconocimiento. Una historia llena de idas y vueltas por Europa viajando en una furgoneta sin dirección asistida ni aire acondicionado, en la que viajaban los sueños de una irreverente que soñó con poner el biatlón español a la altura de la elite.

Cuénteme alguna de esas vivencias surcando Europa en su furgoneta. De camino, qué se yo, a Noruega, han debido de pasar muchas cosas.

Madre mía, la furgoneta. Una vez cruzando Alemania de madrugada echamos el combustible equivocado. A los cincuenta metros, se paró. Esperamos a la asistencia, pero yo soy muy dormilona, necesito dormir mucho. Y yo mientras, dormía en la furgoneta. Mi entrenador me decía, "¡Que nos hemos quedado tirados!" Yo mientras, seguía durmiendo. Vinieron horas más tarde a por nosotros y nos llevaron al taller más cercano. Cuando me desperté estaba en el taller, con la furgoneta en el elevador extrayéndole el combustible. Estaba demasiado alta, claro. ¿Qué hice? Seguir durmiendo. Han sido muchas cosas, la vendimos con mucha pena al final porque ya tenía unos años. No teníamos calefacción, hacía mucho frío dentro de ella, y era muy ruidosa. Una pequeña odisea.

¿Cómo viaja ahora por toda Europa? ¿Coge algún avión?

En un coche.

Ya.

Está bien, es cómodo. Tiene sillones calefactables, y todo.

¿Es cierto que el biatlón es el deporte de invierno más televisado que hay? En España no percibimos eso ni mucho menos, se venden más otras modalidades.

Sí. En España no, claro. Pero a nivel mundial es el deporte invernal más visto en televisión (Nota: 980 millones de teleespectadores en la campaña 2015-16, con más de 1800 horas de retransmisiones). Me sorprende estar en Francia o Alemania y ver que L´Equipe 21, la cadena de televisión de L´Equipe, retransmite toda la Copa del Mundo en televisión. Es verdad que ahora está Martin Fourcade, que es su estrella. Pero en Alemania entras a un bar y ves biatlón en la tele, a la gente con su cerveza viéndolo. Pasas de los Pirineos y ves que el biatlón es otro deporte.

De hecho, me ha sorprendido ver que tiene usted una entrada de la wikipedia en alemán, además en inglés o francés.

¿Sí? Mire, eso no lo sabía. Allí son muy seguidores del biatlón, tengo muchos seguidores yo también. Creo que donde más en el mundo. Son muy aficionados, y cuando ves 50.000 personas a veces en alguna prueba de la Copa del Mundo, aunque hay muchos rusos, la mayoría son alemanes. Cuando ven una clasificación de 100 mujeres, en la que yo termino la 60, un español pensaría que eso no vale pada nada, pero un alemán lo valora, porque saben lo que se invierte allí en el biatlón, y entienden que tiene mucho mérito que una española quede por delante de una o dos alemanas.

¿Y el aficionado medio alemán la conoce porque conoce a toda la elite mundial, o por ese toque exótico que tiene usted al ser española?

Son muy aficionados, y muy respetuosos. Aplauden hasta el final, hasta que llega la última. Nunca oyes un abucheo. Es algo muy bonito, ver que te aplauden vayas como vayas. Son muy respetuosos, muy cultos, y creo que les gusta mi historia, llamémosle exótica, de ser del sur, de no tener un paso de tiro ni una instalación de biatlón, y sin embargo estar ahí. Se junta un poco todo, quizá no conocen a las ciento y pico que competimos, pero mi historia les gusta. Aparte, a los alemanes de cierta edad ya sabe que les gusta la cultura y el estilo de vida español, y por eso creo que se junta que les gusta España y su deporte, y dicen, ¡Joder, una española!

Fíjese que tenía yo la percepción de que los deportes de invierno más clásicos estaban sufriendo todo este aluvión de moda de los deportes extremos, por lo que parece el biatlón no lo sufre.

El biatlón mueve mucho dinero. Los estadios están llenos en todas las pruebas de la Copa del Mundo. Es verdad que estamos en la era del deporte extremo y espectáculo, pero es que el biatlón también tiene ese componente. Quizá el esquí de fondo sea la parte más monótona, sobre todo si no se tiene cultura de ello, pero cuando lo ves con el tiro, engancha más. Hay un gran componente psicológico y de presión para no fallar, y hay muchos cambios en la clasificación. A veces llegas y fallas tres tiros, algo que no haces nunca, pero te pasa en ese momento. Es algo muy emocionante y que a la gente le gusta mucho. No he visto a nadie que encuentre biatlón por casualidad y lo pase. Te quedas, te llama la atención. Y ahora, de hecho, se están haciendo pruebas nuevas. La más clásica es la de larga distancia, 15 kilómetros en mujeres y 20 en hombres, con cuatro paradas de tiro con cinco disparos, y cada fallo es un minuto de penalización. Esa es la más clásica, y ahora apenas hay tres pruebas así en todo el año. Ahora priman los relevos, ahora hay unos relevos mixtos individuales, con una mujer y un hombre.

En lo que usted no puede competir por ser la única española, ¿verdad?

Claro. Anteriormente había relevos de cuatro mujeres o cuatro hombres. Luego inventaron los relevos mixtos, con dos mujeres y dos hombres del mismo país por equipo. Ahora han inventado estos relevos mixtos, con una mujer y un hombre por país, en circuito muy explosivo, de sólo 800 metros, con ocho tiradas. Hay más disparos, y es más explosivo. Se está adaptando a los tiempos más modernos. Visualmente lo que más interesa es la parte de tiro, lo que aporta más emoción.

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Padial, en pleno esfuerzo.

Imagino que su obsesión ahora mismo son los Juegos Olímpicos del año que viene, pero… ¿Es capaz de ver lo que hay después?

Ahora mismo el objetivo está centrado en los Juegos, claro. Una buena pretemporada, y hacer un buen papel, quedar satisfecha. ¿Después? Lo veo difícil. Veo difícil seguir mi carrera al nivel actual. Doscientos días al año fuera de casa, compitiendo, entrenando, viajando. No lo veo, no lo veo. Me gustaría, ¿Eh? Pero no lo veo por lo económico. No ya es que no me reporte nada, es que me cuesta el dinero. Voy a cumplir 29 años este verano, y quizá con 30 deba tomar otro rumbo. Soy Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, tengo dos másters, no es que no tenga nada, pero sí que me apetecen quizá otros proyectos más motivantes. Esa asociación de biatlón, quiero seguir vinculada a esto. Pero sí que voy pensando en eso que antes no pensaba. Ya no es sólo competir, competir y competir. Ahora voy teniendo otros objetivos.

¿Y cómo se va a dedicar al biatlón, teniendo en cuenta que la federación no le va a echar una mano?

No, no. No cuento con ello.

Pues hay que comer de algo hasta que el biatlón crezca. A lo mejor usted pone la semilla, pero quizá no llegue a ver los resultados a corto plazo.

Vengo de una familia que siempre se ha buscado la vida. Mi padre es autónomo. Y yo tengo un poco esa sangre.

Desde luego usted se ha buscado la vida bien.

Creo que lo voy demostrando. No me gusta depender de nadie. Me gusta tener mi autonomía. Quizá un negocio. Tengo algunas ideas, pero tengo que llevarlas a cabo. Relacionado con el deporte siempre. Por ahí van los tiros.

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